Francia:¿fin de mundo?
Cuando la gente buena se vuelve rabiosa

Este poder es odiado porque metódicamente se ha hecho odioso. Paga una factura que probablemente viene desde muy lejos, siendo el súmmum más feroz y, por lo tanto, el que más lógicamente tiene que asumir. Y cuando solo le queda la elección de una represión sangrienta, tal vez incluso con opción militar, no merece otra cosa que caer.

La caída de un orden de dominación puede ser reconocible por el asombro que se retrata en los rostros de sus sumos sacerdotes. El sábado 1° de diciembre, el espectáculo no fue sólo en la calle. Estaba, y sigue estando, en los rostros asombrados de BFM*, CNews, France2 y casi todos los medios audiovisuales, que fueron radicalmente incomprendidos. La estupidez y el asombro tienen una misma raíz etimológica. Aquí están en el punto de la indistinción, y su espectáculo común se da como este tipo particular de “información”: sin interrupción.

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Egon Schiele — « Selbstbildnis in gelber Weste » (« Autoretrato en chaleco amarillo »), 1914.

Como la mente prefiere entregarse a las ideas que la satisfacen y allí donde encuentra la comodidad, los trompetistas del “Nuevo Mundo” y del “macronismo revolucionario”, sin escapar a la contradicción, regresan invariablemente a la escudería de sus viejas categorías, las categorías del Viejo Mundo, ya que es él quien les ha dado su situación, sus emolumentos y su magisterio (léase  Macron, el espasmo del sistema“). Helos aquí deambulando entre la ultraderecha y la extrema izquierda, o la ultra-izquierda y la extrema derecha, buscando ansiosamente “representantes” o “portavoces” presentables, quisieran una lista pormenorizada de “reivindicaciones” que puedan ser “negociadas”, no logran encontrar ninguna, ni tampoco “mesa” alrededor de la cual puedan sentarse.

Así en su desesperación, están buscando frenéticamente con el gobierno en la trastienda: consultas con los líderes de los partidos, debate en la Asamblea, reunión con los sindicatos – ¿la esperanza de una “salida de la crisis” colgada en una moratoria sobre el impuesto al diésel? ¿O quizás un Grenelle de algo? Es decir pantomima con todo lo que está a punto de caer en ruinas. Aquí es donde están las “élites”: incapaces de solamente ver que ya no es el momento, que es todo un mundo que está a punto de desmoronarse, el de ellos, que no podrá aguantar tal dislocación con el aplazamiento de impuestos o tipos reducidos, aunque contentos si las instituciones políticas propias no se ven atrapadas en el colapso general. Porque no es un “movimiento social”: es un levantamiento.

Cuando una dominación se acerca al punto de su derrocamiento, todas las instituciones del régimen, y especialmente las del tutelaje simbólico, se vuelven rígidas en una profunda incomprensión de los acontecimientos: ¿el orden establecido no era el mejor que podía concebirse? -, duplicado por un resurgimiento de saña, pero también de un comienzo de pánico cuando el odio contra ellos se desató y de golpe lo descubren en sus ojos. Más aún si se tiene en cuenta que, como se señaló, la singularidad de este movimiento reside en el hecho de que ahora lleva el fuego donde nunca había estado, y donde debe estar: entre los ricos. Y probablemente pronto, entre sus colaboradores.

En París, la protesta de los “chalecos amarillos” está ganando terreno.
Actualización de un mapa de Agnès Stienne concebido en 2012 para Le Monde diplomatique. En relación con las rutas habituales de las manifestaciones y mítines del 24 de noviembre y 1 de diciembre de 2018.

Se dice que la directora de BFM se quedó asombrada al escuchar corear ” BFM pinche de enculados” en los Campos Elíseos, y que el presidente de la sociedad de periodistas descubrió, en el mismo estado, que “esto no venía de los militantes, sino de gente común». Los poderes de este tipo, los de la tiranía de los poseedores y sus lacayos, siempre terminan así, asombrados y aturdidos: ¿” nos odian tanto”? se preguntan. La respuesta es sí, y por las mejores razones del mundo. También es que después de todas estas décadas, ha llegado el momento de cobrarse tanta humillación y, digámosles ahora mismo, la factura será muy alta. Porque hay demasiados retrasos y desde hace mucho tiempo.

Desde las huelgas de 1995, ha crecido la conciencia que lo que los medios, supuestamente contrapoderes, son auxiliares del poder. Además, han trabajado incansablemente para dar más pruebas a esta acusación que la población a medida que el neoliberalismo se profundizaba, poniendo a las poblaciones bajo tensiones cada vez más insoportables, que solo podían ser controladas con un intenso apaleamiento de los espíritus, antes que apaleen los cuerpos.

Es en ese momento que al convertirse abiertamente en auxiliares del ministerio del interior, además de ser los de la fortuna, se dedicaron a hacer un favorable recuento de los manifestantes, más ventajoso que los de la prefectura, para luego comprometerse a disolver y reprimir todos los movimientos de protesta, en “la violencia” y, de ese modo, indicar claramente a quiénes y a qué estaban vinculados.

Es quizás en este lugar, la “violencia”, donde el rencor de los lacayos crece a medida que sienten que la situación se les escapa. Además, “condenar” siempre ha sido la mejor manera de no entender, aun más cunado son impulsados por poderosos intereses a la ceguera voluntaria, “la violencia de los rompedores” ha sido erigida como el último reducto del orden neoliberal, como antídoto definitivo a cualquier posible impugnación. Al mismo tiempo no ven ningún problema en celebrar el 14 de julio de 1789 o conmemoran el Mayo del 68: lo hacen olvidando la violencia de esos momentos y con una loca inconsistencia de la Historia embalsamada, distanciada, desvitalizada y desprovista de cualquier enseñanza concreta para el presente.

En cualquier caso, en el panorama general de la violencia, los medios, especialmente los audiovisuales, siempre muestran lo que les conviene, cuidando de dejar al resto invisible, y por tanto a la violencia incomprensible, e decir en el estado de escándalo sin causa: el mal al estado puro. Pero, ¿por qué, y sobre todo, con qué propósito, los trabajadores de la empresa Continental, los llamados Conti, invaden la subprefectura de Compiègne, los de Goodyear secuestran su dirección, los  de Air France rompen la camisa del Director de recursos humanos, y algunos chalecos amarillos están a punto de tomar las armas? ¿Qué debimos haberle hecho a la gente común, que tiene la misma preferencia por la tranquilidad que todos los demás, para que lleguen a estos extremos, si no es precisamente, haberlos empujado a esos extremos?

La negación de la violencia social es la forma suprema de violencia a la que Bourdieu le dio el nombre de violencia simbólica, bien hecha para que sus víctimas sean reducidas a voluntad:  socialmente violada y metódicamente despojada de todos los medios para resistirla “en las formas”, puesto que todos los mediadores institucionales las han abandonado, solo les queda la opción de la sumisión completa o la rebelión, pero física, y declarada de una vez odiosa, ilegítima y antidemocrática – normalmente la trampa perfecta. Sin embargo, llega un momento donde el terror simbólico ya no sirve, donde los veredictos de legitimidad o ilegitimidad también se escapan y donde el sufrimiento se transforma químicamente en rabia, en la misma proporción de lo que se ha negado. Entonces, todo puede ser golpeado por esa rabia, y no debería sorprendernos: oficinas de diputados, bancos, mansiones, prefecturas (gobernaciones), lógicamente nada se respeta cuando todo ha fallado.

Es cierto que para aquellos que han vinculado su posición y sus beneficios al marco actual, y que no han dejado de repetir que no había ni mejor ni simplemente ningún otro posible, el surgimiento de un proceso radical no deja más solución de lectura que la de “lo aberrante”, lo “monstruoso”, o incluso mejor, cuando está probada, la “violencia”. Sin embargo, tenía que seguir siendo “marginal” para que mantuviera su estatus de monstruosidad, y también para ocultar sistemáticamente la responsabilidad de las fuerzas policiales. Pero estas son las dos condiciones que están siendo destruidas en este momento.

La primera porque los “chalecos amarillos” ofrecen una profusión de esta figura oximorónica, incomprensible para los poderes, de “gente buena rabiosa”. “Rabioso” significa normalmente “rabioso”, es decir, ultra-radical-minoritario. No puede ser ” gente buena “, lo que significa mayoría silenciosa – o sea contradicción en los términos. Sin embargo, lo es. Sencillamente, uno se vuelve rabioso cuando se le empuja al límite. Resulta que después de 30 años de neoliberalismo completado por 18 meses de excesiva guerra social macroniana, grupos sociales enteros han sido empujados al límite. Entonces se volvieron rabiosos.

Somos leones conducidos por burros

Creyendo que lo de que ellos no hablan no existe, a los medios los cogieron de sorpresa estas personas rabiosas. Pero ellos están, son el resultado de una larga y silenciosa acumulación de ira, que acaba de romper sus diques. Aquellos que no regresan fácilmente a casa. Y esto máxime cuando con la ingenuidad de la “gente buena”, muchos de ellos en su primera manifestación experimentaron en carne propia, lo que es la violencia policial. Al principio, estaban atónitos. Ahora que se han recuperado, se han desanillado para siempre. Por eso ya no se cuentan aquellos que originalmente eran certificados “buenas personas”, ahora están atrapados en el proceso de convertirse en rompedores – al igual que otros, destazando paletas de madera en una rotonda para construir una cabaña, se ven atrapados en un increíble proceso de convertirse en zadistas*.

Apostemos también a que se estén llevando a cabo importantes revisiones en sus mentes. Porque todas aquellas personas que desde 2016 y la ley El Khomri, hasta 2018 con Notre-Dame-des-Landes y las ordenanzas sobre la SNCF, habían sido bombardeadas por BFM y France Info, invitadas a llorar sobre los vidrios rotos del hospital Necker, ahora se encuentran en la posición estructural de los rompedores, viviendo la condición de violencia policial y mediática, y saben un poco mejor a qué atenerse en cuanto a lo que estas dos instituciones dirán ahora de los “ultra-violentos radicalizados”. En cualquier caso, es muy molesto para los canales de información en continuo este asunto: porque si el volverse-rompedor toma esta extensión, ¿que podría significar todavía ser «rompedor»?

El otro requisito es mantener las acciones reales de la policía fuera de la pantalla. En este frente, lucharán hasta el final en los cacicazgos audiovisuales. La mentira por la ocultación es general, implacable, tanto como la propaganda de las dictaduras. La población se indignaría instantáneamente si tuviera la oportunidad de ver una décima parte de lo que los principales medios audiovisuales sistemáticamente les ocultan, como esos vídeos de una anciana ensangrentada y gaseada o de un jubilado apaleado.  Cuando France Info nos emborrachó hasta la náusea por los vidrios de Necker o por el McDonald’s en llamas, ningún flash al mediodía del lunes nos había informado de la muerte de una mujer octogenaria asesinada por una granada lacrimógena. Los robots de BFM no oponen nunca ninguna imagen de los sindicalistas de la policía que dicen que son “apaleados” (sic!) y “mutilados”. Pero, si las palabras tienen todavía un sentido, ¿de qué lado del lanzador de flash ball o del lanzagranadas se cuentan, los tuertos y las manos arrancadas? Nos preguntamos si Nathalie Saint-Cricq o Jean-Michel Aphatie (blabladores radiofonicos) no vomitarían  su almuerzo si de golpe les mostráramos las fotos verdaderamente insostenibles (se trata de heridas de guerra) de manifestantes mutilados -realmente- por las armas de la policía. Que sepa no se ha encontrado un solo grande medio audiovisual para mostrar en bucle, como lo hacen habitualmente, a las “buenas personas” que aún no se han convertido en rompedores, este vídeo de un joven golpeado por ocho policías, que terminaría de informarles sobre el grado de confianza que conviene tener en la “policía republicana” cuando se suma todo esto – estas decenas de vídeos, estos cientos de testimonios.

Pero hay una economía general de la violencia y se sabe lo que da cuando se pone en marcha: es recíprocitaria, divergente y puede llevarnos muy lejos. Nadie sabe hasta dónde en la situación actual, y quizás hasta extremos dramáticos. Pero ¿quién sino Macron la ha desencadenado, después de haberle declarado la guerra social a su pueblo, le declara la guerra policial, quizás pronto la guerra militar, en compañía de los medios gubernamentales que ya le han declarado la guerra simbólica? El reparto de responsabilidades es aún  más claro ya que los ofendidos han estado mucho tiempo aguantando sin decir ni pio: la agresión económica, el desprecio de las élites, las mentiras mediáticas, la brutalidad policial. Sin embargo, el genio malvado de la reciprocidad violenta es una memoria, y una memoria larga. En un hilo de discusión de Twitter, una baqueusa [en la policía francesa, miembra de una BAC, Brigada Anti-Criminalidad] descubre sorprendida – que ella también, como los primeros manifestantes fueron apaleados sin ninguna justificación, pero en sentido inverso, ya que, en definitiva todo es cuestión de asombro en esta historia, de lados opuestos, que pasan unos a través de otros, que se alimentan mutuamente – la baqueusa, por lo tanto, descubre el odio que ella y sus colegas despiertan.  Y es difícil de creer. Indudablemente todas las instituciones de la violencia neoliberal están cayendo juntas del limbo. Los colegiales rodeados y gaseados con pimienta por policías acompañados de perros no olvidarán en mucho tiempo el momento de su vida en que se formó decisivamente su relación con la policía y, dentro de dos años, dentro de cinco años, esa fuerza policial olvidadiza que volverá a encontrarse con ellos se conmoverá del crudo odio que leerá en sus rostros, y no entenderá nada al respecto.

Luego el Cuerpo de Prefectos comienza a su vez  a tener sudores fríos. Es que tienen de qué sentirse solos en sus mansiones. Desde que la prefectura de Puy-en-Velay se quemó, sabemos lo que son capaces “los otros” – Sí, ahora, de todo. Por lo tanto es urgente negociar sin demora un giro en el ala, para que se sepa por ” diario de referencia” [Le Monde] interpuesto que el Elíseo  macroniano abandonó la realidad, que ellos, los prefectos, son conscientes de las desgracias del pueblo, que podrían incluso reconvertirse en alertadores si los escucháramos. Sin embargo trataremos de recordar que son estos mismos  prefectos que desde la Noche en pie son los responsables de que la policía con sus tiros tensos de lacrimógenos y granadas conviertan a la gente en tuerta.

Galos refractarios

Pero sobre todo, veremos el retorno de lo que podríamos llamar « la situación La Boétie » [servidumbre voluntaria], la que el poder está tratando constantemente de hacernos olvidar, y que además estamos olvidando constantemente, por lo que parece un incomprensible misterio: son muy pocos y reinan sobre nosotros que somos  muchos. Sin embargo, a veces el velo se rasga y regresa la cruel realidad aritmética del poder. Y es precisamente esta confesión de una candidez enternecedora que realizó el sábado por la noche el ministro del interior, reconociendo que no podía enviar más tropas a París cuando el mapa completo de Francia está parpadeando y solicita tropas. Nuestro manager de la startup nation probablemente se atrevería a decir que el sistema está “estresado”. El “Estrés del dispositivo”, es el retorno de La Boétie. Somos los más numerosos. Somos incluso mucho más numerosos que ellos. Esto es aún más cierto porque el tanque aún no está lleno y todavía queda mucho por progresar. Todo esto pronto se confirmará: estudiantes de secundaria, universitarios, conductores de ambulancias, agricultores, tantos otros.

¿Pero luego qué? ¿El ejército? El adolescente travieso que está en el Elíseo es muy capaz: no solo usa contra su población granadas que son armas de guerra, también ha colocado francotiradores con fusiles de alto alcance en la cúspide de algunos edificios parisinos, la imagen más impresionante, sorprendentemente ofrecida por Le Monde, que tal vez también se pregunte ¿si no ha llegado el momento de dejar de apoyar a su engorroso protegido en una curva?

En todo caso, un terrible momento de verdad para el editorialismo “hagan lo que quieran”. Les encantó el dégagisme [quesevayantodismo] en Túnez o en la Plaza Tahrir. Pero explicaron que lo que allá fue un maravilloso estallido de libertad es aquí un inmundo populismo que nos recuerda las horas sombrías. Hasta ahora funiconaba. Y ahora “pero voten Macron” bien podría convertirse en Mubarak, Dios mío, ¿en qué mierdero nos hemos metido? Y por supuesto, cuanto más remas para salir, más lo embarras todo. Todo vuelve, todo salpica. Pero aquí estamos: cuando un poder paga una bonificación excepcional a las fuerzas del orden para que cada día sean más odiosas, es porque teme sobre todo ser abandonado por ellas y porque, una vez colapsada toda la legitimidad, sólo puede ser sostenido por su aparato de fuerza, en cuyas manos en realidad se remite completamente. Hagan lo que quieran, pero voten a Mubarak.

Este poder es odiado porque metódicamente se ha hecho odioso. Paga una factura que probablemente viene desde muy lejos, siendo el súmmum más feroz y, por lo tanto, el que más lógicamente tiene que asumir. Y cuando solo le queda la elección de una represión sangrienta, tal vez incluso con opción militar, no merece otra cosa que caer.

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Manifestemos pacíficamente con un brazalete negro, el sabado 15 de diciembre. Rindamos homenaje a las víctimas de Estrasburgo y a los chalecos amarillos muertos en nuestras rotondas. Nosotros, los chalecos amarillos, somos testarudos no es el momento de renunciar. En París, Burdeos, St Etienne, Marsella, Lille, Clermont, Nimes, Rennes, Nantes, y en otros lugares….. En nuestras ciudades, pueblos, rotondas

Frédéric Lordon

N de la E.

*BFM TV es una cadena de televisión privada francesa, especializada en la emisión de información en continuo, filial del grupo NextRadioTV. El canal puede verse a través de la TDT Francesa, satélite, cable e IPTV.

*France Info es una emisora de radio francesa de información pública creada el 1ᵉʳ de junio de 1987 por Roland Faure y Jérôme Bellay, su primer director hasta 1989. Forma parte del grupo Radio France. Emite noticias en tiempo real y en directo las 24 horas del día.

*Zadista: Persona que milita en favor de la protección y defensa de las ZAD (zonas a defender). Un zadista milita ocupando  un lugar para repeler o derrotar su destrucción y la reconstrucción prevista en su lugar. Los zadistas defienden más a menudo los lugares ecológicos o agrícolas.

Original: Fin de monde ?
Quand les braves gens deviennent des enragés

Traducido por María Piedad Ossaba para La PLuma y Tlaxcala

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Traducciones disponibles: Italiano