Para cubrir su demanda creciente de materias primas, el plan de la Unión Europea a corto y medio plazo es fomentar un extractivismo a gran escala en la mayor cantidad de lugares posibles; y a largo plazo reciclar todo lo extraído. Aunque todas las iniciativas y las expresiones de buena voluntad lo contemplan como una opción necesaria y deseable, el reciclaje quedaría de momento como plan B, para “luego”.
La semana que acaba de terminar, los responsables políticos y la industria se reunieron en Bruselas en la tercera edición de la Semana de las Materias Primas (Raw Materials Week) de la UE. El punto de vista totalmente ausente en el evento ha sido el de las comunidades afectadas por el extractivismo tanto en Europa como fuera del continente. Su participación no estaba considerada, no fueron invitadas, y sus opiniones y casos particulares en que los proyectos extractivos ya están suponiendo estragos no parecieron estar entre los intereses políticos del momento.
Lo que sí siente Europa es la fuerte competencia de economías emergentes que crecen rápido en los mercados globales de materias primas. El abastecimiento de dichas materias primas para las industrias juega un papel cada vez más importante en las economías y las políticas.
En consecuencia, están invirtiendo grandes cantidades de dinero público en investigar y discutir cuestiones relativas al abastecimiento de las materias primas con un gran “olvido”: el territorio de dónde piensan extraerlo entendido como el medio donde se llevan a cabo previamente otras actividades, como todas las relativas a la vida de las comunidades que lo habitan; y los problemas que supone la coexistencia propuesta de la minería y otros tipos de extractivismo con esas vidas y actividades. Tampoco se habla de las condiciones de la extracción ni de manera exhaustiva los impactos sociales y ambientales, ni de derechos humanos.
No existe la minería sostenible
Aunque sea presentando su actividad como supuestamente “sostenible, responsable” lo que persigue la industria son sus propios beneficios económicos y ni la sostenibilidad ni la responsabilidad son sus primeras preocupaciones. Otros términos usualmente asociados a la minería y al extractivismo en estos espacios son “innovación” y “gran potencial”, “competitividad”. El discurso minero no pierde ocasión de hablar de “hacer la minería sostenible”.
La UE argumenta que la sostenibilidad y abastecimiento le dará ventajas competitivas a nivel global si se hace de una manera afín a las Metas de Desarrollo del Milenio. E incluso se ha llegado a mencionar que las materias primas son necesarias para alcanzar dichas metas.
Barriendo para casa
En esa línea, algunos representantes de la industria minera agudizan sus argumentos y hacen sus propuestas para facilitar su negocio. Por ejemplo, si se pueden proteger ciertas áreas naturales bajo la red natura 2000, ¿por qué no se podrían “proteger” o blindar otras para la producción mineral?
También protesta la industria por no tener garantizado el “derecho a minar” en la UE, como uno de los factores limitantes más importantes para la inversión minera en la UE.
En realidad, pretenden acceso en palabras de la industria “justo, a largo plazo, seguro y asequible” tanto para las materias primas secundarias, como para las primarias. Una gran ilusión, un espejismo que pueda ser posible del modo como lo pintan. ¿Por qué?
Los impactos del extractivismo ya están aquí
Desde mi punto de vista, es esencial que la clase política y la sociedad se hagan cargo del impacto ecológico y propiamente social de todo ese extractivismo.
Tal y como se están dando, los procesos políticos y estratégicos no se corresponden con la situación que se está viviendo en muchos de los lugares del mundo que estos procesos van señalando como adecuados para llevar a cabo el extractivismo.
Iniciativa tras iniciativa, la Unión Europea cumple con la agenda que viene impulsando activamente desde hace 10 años, y que está dirigida a asegurar el acceso a las materias primas que necesita su industria para subsistir, su economía para crecer y su cadena de valor industrial para fortalecerse, así como sus consumidores para seguir alimentando un sistema cada vez más insostenible para el planeta.
El propósito último de la UE es “asegurar que permanece competitiva y ágil para generar beneficios”, de tal modo que se alinea con el de la industria y no con el de la ecología o las comunidades afectadas.
Al mismo tiempo, el mentado compromiso con la economía “verde” y la movilidad eléctrica dependen indisolublemente de la extracción masiva en cualquier país del mundo y el comercio global de metales como el cobalto y el litio.
En esa línea, son multimillonarias las inversiones europeas actuales para asegurarse el abastecimiento de esos metales y minerales, fomentar la investigación y desarrollo, mapear y compilar datos geológicos y hacerlos accesibles para atraer las inversiones dentro de Europa; y fuera de Europa se están utilizando herramientas comerciales como los tratados de libre comercio y de ayuda al desarrollo como la cooperación internacional para garantizar acceso libre a las materias primas.
Y sabiendo que ninguna autoridad competente está escuchando atentamente a las comunidades afectadas por minería ni tematizando el problema, sino más bien ignorándolo o hasta negándolo, resulta un modus operandi muy temible.
¿Hasta cuándo va a poder la UE seguir haciendo oídos sordos ante las comunidades que resisten a la minería y proyectos extractivos?
La 3ª Semana Europea de las Materias Primas/ EU Raw Materials Week 2018 tuvo lugar con un amplísimo programa en Bruselas la semana del 12–16 Noviembre comprendiendo una serie de actos organizados por la Comisión Europea que abordaron cuestiones relativas a las materias primas en la UE en torno a temas como: política, tecnología, cooperación internacional, condiciones marco, base de conocimiento, etc.
Guadalupe Rodríguez para La Pluma, 22 de noviembre de 2018
@ecologistadelno en Twitter
Editado por María Piedad Ossaba
Publicado por Eco Portal.net