Los «chalecos amarillos» son pequeña burguesía y trabajadores atomizados y precarizados que «no pueden vivir sin el coche», a los que una subida del precio de la gasolina coloca en la quiebra.
El actual movimiento en rebelión contra la opresión fiscal en Francia, los llamados Chalecos amarillos, desafían a la izquierda política y sindical. Ha surgido un vivo debate entre quienes dicen que el movimiento es “Populista, nacionalista o rotundamente racista” y quienes piensan que es un movimiento rico de promesas de emancipación. A continuación publicamos una contribución marxista del sitio comunista de izquierda Nuevo curso.-La Pluma
1 Un movimiento social en el que participan trabajadores, incluso en el que éstos son mayoría, no es necesariamente un movimiento de clase. Es el terreno político en el que se afirma -su finalidad, el desde dónde y hacia dónde se orientan sus reivindicaciones- lo que define. Desde el punto de vista de los trabajadores los «chalecos amarillos» son la medida de una debilidad. No solo porque se coloquen bajo reivindicaciones y enfoques de la pequeña burguesía que no van a ningún lado, no solo porque apenas se ponen en marcha afirman una voluntad de excluir típica de ésta clase terminal… sino porque se centra en lo que define una cierta precariedad particular -depender del coche para ir a trabajar- abstrayéndose, negando, la explotación general. No es que a nadie se le ocurra que si el salario no llega no haya que luchar por subirlo, es que tras la experiencia de las últimas huelgas, lejos de cuestionar la dirección sindical, muchos trabajadores -y especialmente los de sectores atomizados- dan por perdidas las batallas por el salario y prefieren representar su necesidad bajo la bandera del «privilegio nacional»
2 Lo que Melenchon ve con acierto, es la posibilidad de mutar la izquierda -es decir, la izquierda del aparato político del capital nacional- ante un proletariado desmoralizado. Esa «nueva izquierda» no tiene nada de nuevo en realidad, es una mezcla de revolucionarismo burgués, indignación pequeño burguesa y nacionalismo estatalizante. En un tiempo, bajo un contexto que le daba unas tareas inmediatas diferentes, se llamó «fascismo». Hoy le llaman «populismo». Pero una vez más se evidencia que como el fascismo, no emerge porque la izquierda se debilite, sino que el fascismo es la forma que la izquierda toma cuando el proletariado se debilita políticamente y sus sectores más débiles se convierten en carne de cañón patriótica. El fascismo es la pequeña burguesía radicalizada reclutando y ofreciendo un lugar «revolucionario» bajo el sol del capital nacional. Es bajo mil formas y sabores, la herramienta necesaria en el capitalismo de estado, para derrotar a los trabajadores y poder satisfacer las necesidades de un capital asfixiado.
El fascismo, no puja porque la izquierda se debilite, el fascismo es la forma que la izquierda toma cuando el proletariado se debilita y sus sectores más débiles se convierten en carne de cañón patriótica