México: “Ahora, es tiempo de justicia”, la demanda a 50 años de la masacre en Tlatelolco

0 años de lucha por la verdad y la justicia. “¡Gobierno farsante que asesinas estudiantes!” y “¡Asesinos, asesinos, están en los cuarteles, están en Los Pinos!”

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- “¡Ni perdón ni olvido!”. Esa fue la consigna que retumbó entre más de 90 mil personas que este 2 de octubre marcharon desde la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, hasta el Zócalo de la capital del país, para reiterar al gobierno mexicano la exigencia de justicia por la masacre de estudiantes aquella tarde de hace 50 años, que desde entonces no se olvida.

Alrededor de 90 mil personas asistieron a la megamarcha. Foto: Germán Canseco

El contingente estuvo encabezado por el Comité del 68, con su gran manta que advertía: “¡Ahora, es http://tlaxcala-int.org/upload/gal_18986.jpgtiempo de justicia! ¡50 años luchando!”. Atrás le siguieron integrantes del entonces Consejo Nacional de Huelga, los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, el Frente Nacional en Defensa de la Tierra y en contra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, los damnificados por los sismos del 2017, la comunidad LGBTTTI, obreros, campesinos…

Todos, arropados por miles de estudiantes, profesores y padres de familia de la UNAM, IPN, UAM, UACM, quienes gritaron una y otra vez la frase que ya está en la memoria colectiva de México: “¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!”.

El contingente emprendió la caminata pasadas las 16 horas sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas. Poco a poco los grupos se acomodaron en filas, en células, cuidados por cadenas humanas para evitar infiltraciones y desmanes, que en otros años han ocasionado disturbios.

A diferencia de otros años, la policía capitalina no fue notoria, aunque la Secretaría de Seguridad Pública sí montó discreto operativo de seguridad con tres mil 900 elementos a lo largo y ancho del paso de los contingentes. Los dueños de comercios bajaron las cortinas y los edificios públicos fueron protegidos con vallas metálicas.

Al caminar por el bajo puente del Paseo de la Reforma, las consignas resonaron con más fuerza: “¡Ni perdóooon ni olvidoooo, castigo a los asesinos!”, “¡Ayooootzi vive, la lucha sigue”, seguido del conteo hasta el 43 –por los normalistas desaparecidos en Iguala– y el grito final de: “¡Justicia, porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, “¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir!”, “¡No has muerto camarada, tu muerte será vengada!”.

Los rostros del 68 y los 43. Foto: Germán Canseco

Con el sol en despedida y el atardecer ausente de lluvia, el contingente llegó hasta la calle 5 de mayo, donde se les unieron otros miles que partieron del Monumento a la Revolución, Bucareli y Reforma, el Casco de Santo Tomás y el Ángel de la Independencia. Siguieron el paso y la emoción aumentó. Los manifestantes se acercaban a la principal plaza pública del país para presenciar el acto conmemorativo.

Entonces, las pancartas se notaban más y mostraban el repudio al “gobierno represor, asesino”. Los rostros del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación, Luis Echeverría, manchados de rojo. Cartulinas que demandaban “¡Libertad a los presos políticos!”. Banderas con la silueta de una paloma y la leyenda “68, nunca más”. Esa que en la víspera se proyectó en la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria.

“¡No somos porros, somos estudiantes!”, gritaban cientos de jóvenes, mientras unos cuantos sujetos encapuchados –algunos identificados como “El Bloque Negro”– lanzaba bombas molotov y realizaban pintas en edificios y comercios. Los verdaderos estudiantes llamaban a la calma y animaban: “¡El que no brinque es porro!”.

“Tiempo de justicia”

Desde temprana hora, la bandera de México fue izada a media asta en señal de luto nacional. Y aún con los adornos por las fiestas patrias de fondo, el contingente de la marcha, encabezado por sobrevivientes de la represión del 68 –algunos incluso, en silla de ruedas-, entró a la plaza mayor, codo a codo, como hace 50 años.

La gente comenzó a aplaudirles. En sus manos se formó “la V de la victoria” y en el fondo se escuchaba la casi eterna demanda: “¡Justicia, justicia, justicia!”.

En el templete ya estaba lista la banda de Tlayacapan, Morelos, para acompañar el acto conmemorativo. Ahí, frente a la sede del Poder Ejecutivo, donde en el 68 como ahora mandaba el PRI-gobierno, comenzaron los discursos.

A las 18:10 los oradores convocaron a guardar un minuto de silencio en memoria de todas las personas muertas y desaparecidas hace 50 años en Tlatelolco. Enseguida, pasaron lista de los activistas asesinados y se lanzó el grito por todos conocido: “¡2 de octubre no se olvida, es de lucha combativa!”

Megamarcha, a 50 del 68. Foto: Germán Canseco

Los protagonistas leyeron una carta “a los caídos” y reprocharon la represión del Ejército ordenada por el gobierno de Díaz Ordaz. Pronunciaron también el poema “Memorial de Tlatelolco”, de Rosario Castellanos, y recordaron al líder del movimiento, Raúl Álvarez Garín (1941-2014).

Iván Otamendí, uno de los líderes estudiantiles de entonces, preso político y dirigente del Comité del 68, dijo que ésta es la oportunidad que tiene la sociedad para exigir justicia.

La exigencia de cárcel al expresidente Luis Echeverría seguía presente, como desde hace medio siglo. Y las consignas erizaban la piel: “¡La dignidad de un pueblo brota de la lucha solidaria… Nosotros la llamamos esperanza para que, en realidad, el gobierno haga justicia”, dijo el orador, y llamó al pueblo a seguir luchando contra las injusticias.

Al líder histórico le siguieron los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa con su demanda de saber qué ocurrió con ellos, dónde están y cuándo el gobierno les hará justicia, y su total negativa a la llamada “verdad histórica”.

Luego, los representantes del Frente Nacional en Defensa de la Tierra –incluidos los habitantes de Atenco– reiteraron su rechazo al Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco. “¡La tierra no se vende, se ama y se defiende! ¡El lago no se vende, se ama y se defiende!”.

Al terminar los discursos, la banda de Tlayacapan tocó el Himno Nacional… “Un soldado en cada hijo te dio”, entonaban los asistentes con el puño en alto, y quizá en sus mentes el coraje de lo que hace 50 años ocurrió, y el sentimiento de coraje e impotencia por la violencia, aunque por otras causas, pero violencia al fin, que aún vive México.

El Himno terminó y a lo lejos se escuchó el mismo grito de dolor que acompaña al pueblo mexicano desde hace sexenios: “¡Justicia, justicia, justicia!”, “¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, “¡De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste!”.

En una esquina de la calle Madero y el circuito del Zócalo, activistas montaron una estructura a la que llamaron “El Antimonumento del 68”, para recordar a las víctimas de la represión estudiantil, y llamaron a participar en una consulta por internet para que el gobierno no lo retire.

El mitin acabó, pero muchos de los asistentes se negaban a dejar el Zócalo. En la esquina de la calle 16 de septiembre, un grupo de jóvenes mujeres hizo una especie de fogata y a su alrededor realizaron un performance amenizado por música de viento.

A cada pieza, sin cansancio, lanzaban: “¡Gobierno farsante que asesinas estudiantes!” y “¡Asesinos, asesinos, están en los cuarteles, están en Los Pinos!”


(Con información de Rosalía Vergara)

Léase también

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Fuente:  Tlaxcala