Colombia: marzo de 2026, la cita con la historia para cambiar la Constitución del 91

Cambiar la Constitución es un legítimo derecho de los colombianos. Y más que eso: es responsabilidad de las mayorías nacionales. Por nuestros hijos, por nuestros barrios olvidados, por las regiones que solo conocen al Estado por el fusil. Es hora de dar el paso que nuestros abuelos no pudieron, que nuestros padres temieron, pero que nosotros la generación de la dignidad sí podemos dar. Marzo de 2026 no será solo una elección. Será un acto de soberanía. Y que lo escuchen claro: sí, queremos una nueva Constitución. No para perpetuar a nadie, sino para liberarnos todos. Porque ya no aguantamos más vivir en un país diseñado para unos pocos

En marzo de 2026 el pueblo colombiano tiene una cita con la historia. No se trata de una elección más, ni de una papeleta simbólica sin consecuencias. Se trata de abrirle paso, desde las urnas, a un nuevo pacto social que supere las cadenas invisibles que nos dejó la Constitución de 1991 con su capítulo neoliberal. Una Carta magna que en su momento representó un avance, pero que hoy se ha convertido en el cerrojo de las esperanzas de los colombianos y el muro de contención de cualquier intento de transformación real.

La propuesta de la entrega de una Papeleta no es un capricho del Gobierno de Gustavo Petro. Es una respuesta legítima del pueblo al secuestro del Estado por parte de las oligarquías políticas, económicas, mediáticas y judiciales. Es el grito callado de millones de colombianos y colombianas que sienten, a diario, que este país no fue hecho para ellos. Que la justicia no llega. Que la salud no cura. Que la educación no libera. Que el trabajo no dignifica. Y que las instituciones no los representan.

Post del presidente Gustavo Petro en su cuenta en la red social X anunciando la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente en las elecciones de 2026.

La Constitución del 91 nació del diálogo entre sectores armados y políticos en un contexto de violencia e impunidad. Fue, en su origen, una esperanza. Pero en treinta años ha sido mutilada por reformas regresivas, interpretada por magistrados que no representan al pueblo, y usada como escudo por quienes jamás han pisado una fila del Sisbén (sistema de información que ordena la población de acuerdo con sus condiciones de vida para identificar quienes pueden o no acceder a los programas sociales) ni saben lo que es vivir con salario mínimo. Hoy, esa Constitución sirve más para proteger privilegios que para garantizar derechos.

Por eso, la propuesta no es convocar una Asamblea Nacional Constituyente ahora, sino preparar el terreno. Sembrar en marzo de 2026 la voluntad popular de cambiar de raíz este modelo de Estado. De declarar que el pueblo ya no quiere reformas que solo maquillan la injusticia, sino una refundación nacional que redistribuya el poder real, democratice los medios de comunicación, libere a la justicia de la politiquería, y garantice que los derechos de los de abajo no sigan siendo letra muerta.

Esta Papeleta será un mandato para el próximo gobierno. No importa quién gane: si gana, tendrá que escuchar esa voz. No se trata de una papeleta petrista, ni de izquierda ni de derecha. Es una papeleta del pueblo. Una papeleta por la dignidad. Una papeleta que grita: ¡ya basta!

Que no le metan miedo al pueblo colombiano con el cuento de que cambiar la Constitución es “romper la democracia”. ¿Qué democracia es esta donde se gobierna con decretos judiciales y los congresistas legislan para sus financiadores? ¿Qué Estado de Derecho es este donde un Presidente elegido por el pueblo es bloqueado por una minoría de togados, banqueros y noticieros de los medios corpoativos?

Cambiar la Constitución es un legítimo derecho de los colombianos. Y más que eso: es responsabilidad de las mayorías nacionales. Por nuestros hijos, por nuestros barrios olvidados, por las regiones que solo conocen al Estado por el fusil. Es hora de dar el paso que nuestros abuelos no pudieron, que nuestros padres temieron, pero que nosotros la generación de la dignidad sí podemos dar.

Marzo de 2026 no será solo una elección. Será un acto de soberanía. Y que lo escuchen claro: sí, queremos una nueva Constitución. No para perpetuar a nadie, sino para liberarnos todos. Porque ya no aguantamos más vivir en un país diseñado para unos pocos.

La historia nos está mirando. El momento es ahora. Que el miedo no nos robe la esperanza y la gran oportunidad de escribir un nuevo comienzo.

¡Una Papeleta por una nueva Constitución ya!

¡Por el pueblo, con el pueblo y para el pueblo!

Omar Romero Díaz

Fuente: Cronicón, 20 de junio de 2025

Editado por María Piedad Ossaba