Victor Hugo, David, Rodin…
Los Miserables siguen en París

Del año usado hasta los alamitos que se iba, y del nuevo que se anunciaba y terminó por llegar… ni me acordé. Por mí, les pueden dar morcilla. A ambos. Dícese que el hombre obsedido por el futuro y culpabilizado por el pasado no vive en el presente…

Cada cual celebra, o llora, el fin del año como le sale de la costura. En la materia servidor nunca fue partidario de tácticas europeas ni de estrategias sudakas, menos aún de maniobras asiáticas o prácticas africanas, para no hablar de algún sarao de Oceanía. Lo mismo ocurre con el parto del año que nace: en algún sitio dejé claro que nadie es capaz de escribir la Historia del futuro antes de que ese futuro ya esté viejo de algunas décadas. Zhou-en-Lai hablaba de siglos, él.

De modo que para el último día del pijotero 2024 triunfó la tesis de олга валентиновна ивашкина, quién me hizo madrugar para emprender el largo camino que lleva a París, visto que el cauro yo mismo vivo en medio de ninguna parte, a unos 100 km de la mentada ciudad luz.

El declarado propósito consistió en visitar la casa de Victor Hugo, situada en un ángulo de la Place des Vosges, cuya construcción fue decidida por Henri IV, iniciada en 1605 y finalizada en 1612.

Allí está el Cabo de Hornos, Bar que regenta Jorge, donde te puedes tomar el mejor pisco sour de París. Va una. La segunda cae de cajón: allí está uno de los accesos a la Place des Vosges, mira ver:

pasas bajo el arco, y a tu diestra, a 20 metros, está la casa de la gloria literaria nacional. Escaleras viejas de cuatro siglos te llevan al tercer piso y… entras en el hogar de Victor y Adèle, y sus hijos Léopoldine, Charles, Léopold y François-Victor. Lo primero que llamó mi atención fue un busto en Hermès del vate, esculpido por David d’Angers, artista representativo de los románticos en el siglo XIX cuyas obras adornan los grandes monumentos parisinos, como el frontón del Panthéon, algunos frisos del Louvre o la estatua del Grand Condé situado en el patio de honor de Versailles. No sé tú, pero al hijo de panadero y de obrera textil de la Villa de San Fernando de Tinquiririca que yo soy… estas cosas le ponen la piel gallina, mientras la sangre se le hace agua y un estremecimiento le perturba los higadillos.

Busto de Victor Hugo realizado por David d’Angers

Aún era un adolescente cuando leí Los Miserables y Notre Dame de Paris… y los personajes que allí encontré se me quedaron para siempre en la mollera…

Jean Valjean y Cosette, los tenebrosos Thénardier… y desde luego Esmeralda y Quasimodo. ¿Qué llevó a Victor Hugo a inmortalizar a los hijos de nada, a los pringaos, a los ninguneados, a lo que el mismo Victor Hugo llamaba “la cariátide”, la masa doliente de hambreados que hacen la riqueza de los poderosos al precio de su propia indigencia?

No hace mucho pude ver brevísimos dos minutos de la versión cinematográfica de Los Miserables realizada por Robert Hossein (1982), en la que Lino Ventura, en el rol de Jean Valjean, le ofrece a Marius la dote que le permitirá casarse con Cosette… Lino Ventura, célebre actor que todos -yo incluido- creímos francés pero nunca dejó de ser italiano, despliega en apenas dos minutos tal dosis de dignidad, de grandeza, de amor y generosidad que te dices que el mismísimo Victor Hugo hubiese aplaudido con los ojos llenos de lágrimas.

Jean Valjean, un joven campesino sin tierra, pasó 19 años en la colonia penal de Toulon, condenado por robar una barra de pan… El propio Victor Hugo pasó 19 años en el exilio, proscrito por un golpista llamado Louis-Napoléon Buonaparte que, en 1852, se proclamó emperador con el nombre de Napoleón III (Número II, hijo de Número I, sólo había «reinado», a los 4 años, durante 2 semanas en 1814, desde Viena), repitiendo el golpe con el que su tío había tomado el poder el 18 de Brumario de 1799. Pero eligió el 2 de diciembre (1851), aniversario de la deslumbrante victoria de Napoleón en Austerlitz sobre austriacos y rusos en 1805.

De 1848 a 1852, los franceses vivieron un presagio de lo que vivieron los españoles de 1936 a 1939 y de lo que vivimos los chilenos de 1970 a 1973. La República nacida de la revolución de febrero de 1848 fue aplastada sangrientamente en junio (5.000 obreros parisinos masacrados por el Ejército de África, que acababa de conquistar Argelia a sangre y fuego), y luego enterrada el 2 de diciembre por el hombre al que Víctor Hugo llamaría Napoleón el Menor. Tras un intento fallido de organizar la resistencia popular en París, Hugo se exilió con cientos de otros republicanos. Otros miles fueron condenados a trabajos forzados y deportados a Argelia y Nueva Caledonia. Todos ellos tuvieron que esperar hasta la derrota de septiembre de 1870 para poder regresar a su país. La Tercera República nació sobre las cenizas de la Comuna de París, aplastada en mayo de 1870 por las tropas de otro triste sire, Adolphe Thiers, sucesivamente monárquico, luego republicano, después liberal y finalmente presidente conservador, líder del Partido del Orden.

Cuestión generales y jefes de Estado traidores, los chilenos no envidiamos a nadie.

Ya ves, una visita a la casa de Victor Hugo genera reflexiones, regresa recuerdos, estimula sueños y aspiraciones…

El segundo y definitivo uppercut que recibí en los bajos fue el busto de Victor Hugo realizado a su muerte por el gran Rodin… Se requiere un gran artista, un superdotado, para reflejar así la fuerza, la serenidad, la dignidad y el genio de Victor Hugo.

Me dominó la emoción… Porque nada más ver la escultura comprendí el mensaje:

Me voy tranquilo y en paz conmigo mismo porque cumplí, hice mi parte, fui perseguido, sufrí el exilio y la represión… pero resistí, no me vendí, conservé mi dignidad.

Henchido de alegría y prometiéndome leer otras obras de Victor Hugo -poemas, obras de teatro, novelas, etc.- salí a caminar en la Place des Vosges. Entonces, sorpresa. A pocos pasos de la entrada de la casa de Victor Hugo, la prueba irredargüible de que dos siglos más tarde los miserables siguen poblando París.

Bajo las arcadas que rodean la inmensa plaza, se refugian los SDF, los Sin Domicilio Fijo:

Para tus archivos debo precisar que la temperatura era de 0ºC, que pequeñas carpas como esta pululan en todo París, y en la rue Sully -frente a la Biblioteca del Arsenal- hay no menos de una docena. Lo que Fausto llama “la tercer mundialización de las capitales europeas”.

Necesitamos -de urgencia- otro Victor Hugo, otro Robespierre, otro Marat, otro Saint Just…

Aún así, no era el caso de arruinarle el día a олга валентиновна… de modo que paseamos bajo las arcadas, y enfilamos hacia el centro de París (Les Halles, Chatelet) por la rue des Franc Bourgeois en pleno barrio Le Marais. Después de admirar el Palacio des Archives Nationales, la bella mansión que alberga el ministerio de la Cultura y las típicas callejuelas del sector, fatalmente llegas al Boulevard de Sebastopol.

Del otro lado caes en la rue de la Grande Truanderie [Gran Truhanería], calle cuyo nombre me hizo pensar en la necesidad de rebautizar la calle Moneda de Santiago de Chile. O Teatinos, o Morandé, o la avenida Bernardo O’Higgins, para el caso… da igual. El mérito de tal acción le cabe a todos y cada uno de los gobiernos que se han sucedido en Chile desde el (supuesto) fin de la dictadura.

A esas alturas ya era hora de casser la croûte, o si prefieres ora di mangiare un boccone, de modo que busqué un bistrot en plan Paname (o sea parisino), asegurándome de encontrar en el Bar Benjamin, 53 rue de Rivoli, algo susceptible de satisfacer nuestro deseo de jugarla local.

Sendas Sopas de cebolla, seguidas de Ancas de rana al ajillo, todo acompañado de un Bacchus de tinto Lalande de Pomerol (Bordeaux), nos reconciliaron con la existencia y la gastronomía parisina.

Luego… fue el camino de regreso. En la Cité miles de curiosos, turistas y feligreses hacían cola para entrar en Nôtre Dame mientras las campanas de la bella catedral gótica tocaban a rebato.

Del año usado hasta los alamitos que se iba, y del nuevo que se anunciaba y terminó por llegar… ni me acordé. Por mí, les pueden dar morcilla. A ambos. Dícese que el hombre obsedido por el futuro y culpabilizado por el pasado no vive en el presente…

Donc, memento mori ergo carpe diem, carpe noctem, carpe vitam ! Hic et nunc!

Por eso: ¡Feliz instante que vives! ¡Ahora! Victor Hugo, David, Rodin…
Les Misérables sont toujours dans Paris

Luis Casado, 1-1-2025
Editado por María Piedad Ossaba
Traducción disponible: Français