La avasallante contraofensiva norteamericana ubicó de nuevo a Estado Unidos como potencia de mayor influencia en toda la región latinoamericana y, hasta el momento, no es un territorio en disputa, no todavía.
Los continuos viajes de altos funcionarios de los Estados Unidos a Latinoamérica no han dejado de llamar la atención, debido a que parece ser parte de un intensivo plan para profundizar las relaciones y asegurar su dominio. Las distintas autoridades sostienen, sin timidez alguna, que vienen a entregar un aporte financiero y capacitación, deslizando que no aceptan la presencia china en la región. La nación oriental es socio comercial de varios países e intenta involucrar a las economías locales en el proyecto de la Ruta y Franja de la Seda. Su presencia se ha desplegado por décadas, con prósperas relaciones comerciales, sin embargo, hubo un cambio en el orden mundial en el que China y Estados Unidos cada vez se alejan más. Uno de ellos fue la constitución del BRICS y su plan de desarrollo autónomo, el otro fue interno, la llegada de Xi Jinping, quien ratificó el modelo socialista con características chinas, indicando que no se adoptaría el liberalismo.
Asimismo, la necesidad de expandir la economía de la nación asiática, originó la creación del programa la Ruta de la Seda, un agresivo plan de infraestructura, complementado con la expansión comercial e inversión productiva directa. Tal nivel indicó que tarde o temprano competiría con Estados Unidos y que era difícil la complementariedad entre ambos.
Los norteamericanos descuidaron la región, priorizando otras áreas, pero con la importancia adquirida por los minerales críticos como el litio, germanio, cobalto y tierras raras, no dudaron en dar un giro estratégico y “están de vuelta”. Sin problemas incorporan los países mineros a sus planes y el Comando Sur, liderado por la general Laura Richardson, está sumamente activo y fondos de inversión como BlackRock, se han implantados de manera creciente y ONG como USAID, desarrollan un plan de inserción de extenso alcance.
Por su parte, China se concentra en adquirir minerales críticos y también alimentos, amplía el comercio y promueve los institutos Confucio. No obstante, sufre una campaña de desprestigio de los estadounidenses, los que aprovechan su instalación de larga data en la zona y aprietan a sus aliados para que se alineen. Hasta el momento han alcanzado específicos logros y sin duda se reinstalaron con gran éxito. Insisten en aplicar los principios de la doctrina Monroe y es poco probable que retrocedan.
Por ello, no es posible sostener que Latinoamérica es zona en disputa, al menos no todavía, el predominio de Estados Unidos y sus fieles aliados es avasallante. Asimismo, no tiene escrúpulos en usar todas las fórmulas a su alcance para triunfar en la dura confrontación que recién comienza.
Un factor de desequilibrio debería ser la potenciación de Brasil como fuerza regional, pero está por verse.
Luis Espinoza Garrido para La Pluma
Editado por María Piedad Ossaba