La política exterior chilena no puede seguir subordinada a Estados Unidos

La evidente irrupción de un nuevo orden mundial obliga al Estado chileno a adecuar sus políticas a la nueva situación, en la que solo puede aspirar a realinearse con sus pares regionales. No se puede seguir obedeciendo a las órdenes dictadas desde Washington o a la Unión Europea. Todo el planeta se está reacomodando.

El nuevo orden mundial se impone y es difícil que pueda revertirse a la situación anterior, en la que Estados Unidos era la potencia hegemónica, un escenario construido cuando la Unión Soviética colapsó y los ideólogos del capitalismo impusieron la tesis del pensamiento único. No había otra forma de concebir a la sociedad, era imposible la existencia de un modelo diferente. Pero, fue un tremendo error, cometido al confundir propaganda con realidad.

Las contradicciones al interior del sistema único pronto afloraron y China un país con un régimen muy distinto, emergió como potencia y le disputa ideológicamente la supremacía a Estados Unidos como a sus aliados estratégicos. De igual forma   Rusia adoptó el capitalismo liberal, pero se negó a someterse a las directrices del Imperio. En el caso de Chile, desde 1990 a la fecha siempre se subordinó a Estados Unidos. 

                                                    Clicar sobre la imagen para agrandarlaLa política exterior chilena durante los gobiernos de la Concertación y de Sebastián Piñera,fue diseñada acorde con la existencia del Unipolarismo, sobre la base del pensamiento único y las fuerzas que en algún momento tuvieron una concepción alternativa se rindieron a los nuevos tiempos. La Democracia Cristina y el Partido Socialista, se situaron en el lado de quienes pregonaban una cierta invencibilidad capitalista y se alinearon sin duda alguna.

El auge del dominio del capital financiero fue el eje que articuló la inserción de Chile en el mundo. El comercio sin regulación fue la tónica y la subordinación unilateral se impuso.

Pero el mundo cambió y con ello se desplomó el argumento de quienes se alinearon sin críticas con Estados Unidos. Por lo tanto, la política exterior chilena debe variar de manera sustancial. La inercia que operó bajo la gestión de la ex ministra Antonia Urrejola pareciera que continuará con Alberto van Klaveren, quien tiene en su currículum la defensa de Pinochet, cuestión que lo inhabilita para cualquier comisión seria, pero que al gobierno parece no interesarle, ya que hoy reina el pragmatismo por encima de los principios. En el primer año de Boric el país funcionó como si no hubiese cambiado nada, un craso error que lo llevó a cobijarse en la ideología y con un desfase incentivado por desvaríos eurocéntricos, haciendo el ridículo y tratando de agradar a la Derecha local, que negocia con China sin asco, pero se alinea con Estados Unidos. Una posición que muestra su inconsistencia histórica.

Antonia Urrejola, junto al secretario de Estado de los Estados Unidos Antony Blinken, en Santiago, Chile, el 5 de octubre de 2022

Luis Espinoza Garrido para La Pluma

Editado por María Piedad Ossaba