
La liberación de los países latinoamericanos, pese a la dependencia externa que sobrevino durante los siglos XIX (Inglaterra) y XX (EE.UU.), permitió construir Estados nacionales, avanzar políticas soberanas en distintos momentos y modernizar las economías con relativas autonomías. No ocurrió lo mismo en toda el África, porque su tardía liberación afectó el progreso general. En ambos continentes, la colonización europea marcó las condiciones del subdesarrollo, la dependencia y las profundas divisiones sociales internas en casi todos los países. Pero, igualmente, desde el nacimiento del “Tercer Mundo” a partir de la Conferencia de Bandung (Indonesia, 1955), tomó raíces un largo proceso de acumulación de fuerzas, voluntades, conciencias y políticas, que ha levantado a los países del Asia, África y América Latina para reclamar respeto a sus soberanías, su independencia y la autonomía, con el objetivo de edificar sus propios sistemas de economía y de regímenes políticos. También largamente fue un obstáculo la “guerra fría”, que maniqueamente dividió al mundo entre los que tienen “libertad” y “democracia”, frente a los de la “esclavitud comunista”. Una dualidad construida por los EE.UU. con la adhesión de las potencias capitalistas del occidente europeo, que durante décadas han justificado intervencionismos directos o indirectos sobre los países “subdesarrollados”, para imponer sus intereses.


Bajo esas nuevas condiciones del desarrollo mundial, las viejas potencias coloniales se ven desafiadas. Apenas en la semana pasada, se acumularon inéditos acontecimientos: el presidente de Francia, Emmanuel Macrón, en viaje por cuatro países africanos (excolonias), sostuvo que disminuirá la presencia militar, cuestionando los acercamientos con Rusia y China; pero en la República Democrática del Congo, el presidente Félix Tshisekedi le encaró, reclamando que sea respetuoso y que “la forma como Europa nos trata tiene que cambiar”; al mismo tiempo que en África Occidental y Septentrional se multiplicaron las protestas callejeras contra Francia; y, de igual modo, en Namibia, el presidente Hage Gaeingob enrostró el embajador de Alemania por su reclamo sobre la mayor presencia de chinos que de alemanes en el país.

Con un atrevimiento singular, la congresista republicana María Elvira Salazar advirtió al gobierno argentinona María Elvira Salazar advirtió al gobierno argentino que si construyen aviones de caza chinos los EE.UU. no se quedarán de brazos cruzados ante este “pacto con el diablo” y que “hay dos mundos, el mundo libre y el mundo de los esclavos, espero que los argentinos se queden en el mundo libre”, amenazó , algo que han debido contestar los voceros de la casa de gobierno de Argentina.
Con mayor audacia, los republicanos Lindsey Graham (Carolina del Sur ) y John Kennedy (Luisiana) han propuesto que el Ejecutivo norteamericano pueda autorizar el uso de la fuerza armada para intervenir en México contra el tráfico de drogas, a lo cual ha respondido el presidente Andrés Manuel López Obrador con palabras que representan el amplio sentir de los pueblos latinoamericanos, pues ha criticado la “manía” y “mala costumbre” de EE.UU. de “considerarse el gobierno del mundo”; añadiendo: “pero todavía es peor que quieran utilizar la fuerza militar para intervenir en la vida pública de otro país. O sea, invadir a otro país con la excusa de que van sobre narcotraficantes terroristas. Desde luego, es pura propaganda. Sin embargo, hay que estar rechazando todas esas pretensiones de intervencionismo”; y ha concluido afirmando: “México no es un protectorado de Estados Unidos ni una colonia de Estados Unidos. México es un país libre, independiente, soberano. No recibimos órdenes de nadie”. Las presiones para que América Latina tome posición en la guerra de Ucrania igualmente quieren definir la región a favor de los intereses del mundo occidental, mientras de lo que se trata en estas tierras es de que se preserve su estatus como zona de paz, sin definirse por ninguna de las potencias que actúan en un conflicto ajeno a los intereses soberanistas latinoamericanos, aunque la guerra ya ha merecido la condena regional.
