Su credibilidad para ofrecer políticas públicas que ofrezcan alternativas para ese 71.5% de la población en situación de pobreza (39.5) y de vulnerabilidad (32), está en mínimos y la mediocridad de su candidato, Federico Gutiérrez empeora la situación para el régimen. Ello explica el ascenso de Rodolfo Hernández, un outsider que en las últimas semanas amenaza con desalojar del segundo lugar al candidato del uribismo, Federico Gutiérrez. La pregunta es sí le alcanzará a Hernández para sobrepasar a Fico, sobre todo por el desencanto de miles de seguidores del uribismo que no ven en este último para enfrentar con éxito a Gustavo Petro que luce sólido para ganar en primera vuelta. Aquí la pregunta es si le alcanzará para obtener la mitad más un voto de los votos válidos que es lo que necesitaría para ganar en primera vuelta y eliminar la necesidad de ir a segunda vuelta.
Los uribistas tienen una encrucijada en el alma, pues, su empeño mayor o casi único es impedir el triunfo de Petro, esa es su consigna y casi su razón de ser, desaparecidas las guerrillas de las FARC que eran la que les daban sustento y en la que basaban sus propuestas y sobre todo su oferta de seguridad. Así se convirtieron en fuerza hegemónica durante 20 años solo interrumpida en el segundo mandato de Santos enfrentados por la negociación de Paz con las FARC a la cual se opusieron con todas las herramientas que tenían a mano tanto las legales como las ilegales. Ahora su encrucijada es que Federico Gutiérrez es mal candidato a quien tienen que enviarle las respuestas por mensajes a su celular, que responde con frases de sentido común sin dominio de los temas, un candidato chabacano como lo han descrito varios analistas, calificativo que comparto.
En estas circunstancias sus bases se debaten entre apoyar a Federico Gutiérrez o inclinarse por Rodolfo Hernández, con el problema que Hernández ha declarado en muchas ocasiones recientes su antiuribismo. Si Rodolfo Hernández le ganara a Fico es prácticamente el acta de defunción del uribismo que en boca del propio Álvaro Uribe dice que es mejor no pronunciarse a favor de un candidato específico porque lo perjudica, por ello no hicieron público el respaldo del Centro Democrático a Federico Gutiérrez y éste trata de tomar distancia del uribismo, pero, le es imposible por las reiteradas manifestaciones de respaldo desde el gobierno y en boca de los principales voceros de la derecha uribista, a su campaña.
La encrucijada de la población colombiana es otra. Ella se enfrenta a tomar una decisión sobre continuismo, más de lo mismo, o cambio. Esa es la real encrucijada. Votar para sacar del poder a las castas dominantes aliadas con el narcotráfico, los 56 clanes familiares que dominan alcaldías y gobernaciones y que son estrechos aliados en esas regiones del narcotráfico y de las bandas criminales del paramilitarismo. 46 de estos clanes respaldan a Federico Gutiérrez. El cambio en esta contienda estaba representado por dos coaliciones. El Pacto Histórico y sus candidatos Gustavo Petro y Francia Márquez y la Coalición de la Esperanza de Sergio Fajardo y Luis Gilberto Murillo. Ésta última se diluyó por múltiples circunstancias. La primera su sectarismo hacia Petro que impidió que su hiciese una consulta única de las fuerzas de centro izquierda a la cual se opusieron, cuando era la que más posibilidades les daba de ganar como los hechos más recientes lo han venido demostrando. Un segundo factor los egos desatados y las contradicciones internas de la coalición signada por la ausencia de un acuerdo programático de fondo, solo en las últimas semanas Fajardo se ha atrevido a publicar y a tratar otros temas distintos a la educación en que siempre ha centrado sus intervenciones. El resultado de tantas fallas y errores es que mayoritariamente las fuerzas del cambio democrático están hoy, es la realidad, en la candidatura de Petro y Francia Márquez.
Ahora bien, el reto ahora es ganar las elecciones para poner en marcha las reformas estructurales que se han aplazado por las clases dominantes y sus partidos quienes han gobernado para su propio beneficio acumulando en las mayorías múltiples necesidades, penurias y exclusiones. Una agenda que Gustavo Petro ha venido construyendo y planteando a lo largo de éstos últimos cinco años. Reformas enmochiladas y aplazadas por decenios de años.
En primer lugar, una reforma rural integral que lleve desarrollo al campo en beneficio de esos 12 millones de campesinos que a pesar de proveer más del 60% de los alimentos que consumimos, viven en la pobreza y en la miseria. En ello no hay mayores diferencias con el malogrado centro político. Una parte de ellas esta consignada en el Acuerdo Final y se nuclea alrededor de la entrega gratuita de tres millones de hectáreas a las victimas y a campesinos sin tierra; el desarrollo de los 16 Planes de Desarrollo con enfoque territorial ya formulados y a los que les falta los recursos necesarios para su implementación al tiempo que hay que ir más allá recuperando para la producción de alimentos 16 millones de hectáreas con vocación agrícola hoy destinadas a la ganadería extensiva.
Una reforma al sistema de salud que elimine la intermediación financiera y que garantice el derecho fundamental a la salud y una reforma al sistema pensional fortaleciendo al fondo público, Colpensiones, con un sistema de prima media y un pilar obligatorio de cotización hasta cuatro salarios mínimos en el fondo público que permita liberar recursos para un programa social de choque que erradique el hambre que hoy padecen 17 millones de compatriotas que no pueden consumir sino dos o un alimento al día. El reciente dato del Instituto de Bienestar Familiar debería llenar de vergüenza a quienes han conducido el Estado, según esa institución cinco millones de niños y niñas aguatan hambre en Colombia.
El candidato Petro ha ofrecido dos grandes subsidios uno para los adultos mayores que son unos 3.6 millones que no tienen ingresos y viven en la miseria. El otro subsidio anunciado es para las mujeres madres cabeza de hogar con hijos menores de 12 años que son un poco más de un millón, los dos subsidios serían de medio salario mínimo. Nosotros hemos planteado que hay que ir más allá para cubrir al conjunto de la población necesitada y con hambre y por ello hemos planteado y hemos presentado un proyecto de renta básica condicionada que cubriría con una renta promedio de 472 mil pesos mensuales a 7 millones cuatrocientas sesenta mil familias con un costo de 3.4% del PIB, anual o sea unos 34 billones de pesos que son posibles de financiar siempre y cuando se haga una reforma tributaria estructural que también hemos propuesto en nuestra Agenda de Transición Democrática.
Agenda de Transición Democrática: otra Colombia es Posible
Colombia ha venido aplazando un conjunto de reformas necesarias y urgentes para transitar a una democracia robusta, incluyente, sustantiva, -más allá de la democracia formal y restringida que es en realidad la democracia existente en el país. Este libro reúne el análisis de temas sustanciales para nuestro país y con ellas propuestas para encaminarnos a posibles reformas. Temas divididos en diez capítulos: renta básica permanente; reforma tributaria; derecho a la salud; seguridad nacional; derecho a la educación; Reforma agraria; reforma electoral; transformaciones ambientales; industrialización y empleo.
Esas reformas sociales hay que combinarlas con una reforma política, una política de medio ambiente sin fracking, una reforma educativa que además de garantizar matrícula cero para el ingreso a la educación superior se ocupe de la educación preescolar y de los niños y jóvenes que han desertado ofreciendo formación para el trabajo en las modernas tecnologías de la información, al tiempo que se reindustrializa el país. De esas reformas nos hemos ocupado en nuestro libro Agenda de Transición Democrática: otra Colombia es posible. Por supuesto que mi voto será por el cambio y su candidato Petro a la presidencia y Francia a la vicepresidencia.
Pedro Santana Rodríguez, Director Revista Sur
Foto tomada de: Revista Semana
Fuente: Revista Sur, RS Desde el sur, 23 de mayo de 2022
Editado por María Piedad Ossaba
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