Que desde Cuba se escuche un clamor continental

«Necesitamos una semiótica de combate para la emancipación, y para ello contamos con el marco teórico del marxismo-leninismo, «que por cierto, aquí en Cuba tiene contribuciones extraordinarias», indicó.

Como quien llega a su propia casa fue recibido en el periódico Granma, donde publica muchos de sus trabajos, el doctor Fernando Buen Abad Domínguez, prestigioso filósofo y comunicólogo mexicano que, entre muchas otras responsabilidades –como la de ser miembro del Consejo Consultivo de Telesur– tiene a su cargo la dirección del Instituto de Cultura y Comunicación de la Universidad Nacional de Lanús

Brigada Ramona Parra (BRP). Ilustración, tomada de Iberoámericasocial.com

«Gracias por la hospitalidad revolucionaria», dijo ante los trabajadores del periódico, que lo escucharon hablar con palabras comprometidas con el mejoramiento humano, ese propósito que no debe alejarse jamás de los intelectuales de bien. Buen Abad ha venido a Cuba, con la cual, confesó, «no hemos sabido ser todo lo solidarios que debimos ser», para decirle «algunas cosas».  

Lo primero fue asegurarle al auditorio «que somos muchos en este continente los que sentimos el viento fresco de la dignidad y la lucha cubana», y que, «a pesar de todos los pesares y todas las canalladas», los cubanos están en pie. Lo segundo –y medular en su intervención–, describir el escenario guerrerista contemporáneo para, tras él, convocar a revertirlo.

Buen Abad compartió con sus oyentes un proyecto de análisis, debatido en su Instituto, sobre «la construcción de un mapa que nos permita profundizar, entender y matizar las características de lo que hoy se define como una guerra híbrida e irrestricta», que denominó como «una ensalada de canalladas en contra de los pueblos», para lo cual hallan, entre muchas otras herramientas, «las de la comunicación, y nos han advertido –explica–, que habrá agresiones permanentes y peores, y planes muy perversos contra los seres humanos.

En detalles, refirió que la OTAN anunció hace unas cuantas semanas el desarrollo de un proyecto de ofensiva que definen como la siguiente etapa de la guerra, la cual está dirigida al cerebro de las personas.  La han denominado guerra cognitiva, y han publicado sobre ello documentos oficiales, tesis y libros. 

«Suponen ellos que, en lugar de solamente convencernos con sus eslóganes, sus fraseologías y paquetes ideológicos, de lo que se trata es de introducir los mecanismos sicológicos para que las personas empiecen a pensar por sí mismos de manera autorrepresiva, y entonces las categorías de unidad, organización y movilización colectiva pasen a ser un nuevo pecado de nuestro tiempo, y de antemano se puedan paralizar todas las iniciativas emancipadoras».

El filósofo consideró que el plan tiene sus fundamentos en la neurociencia, y aseguró que se han estado usando laboratorios neurocientíficos para probar de qué manera se instalan, se ratifican y posicionan esos dispositivos de autocontrol. Todo esto, explicó, lo disfrazan como la nueva era del libre pensar, de modo que el ser humano se autocensure, no quiera pertenecer a ninguna organización, porque no se podrá creerle a nadie, y considere así que piensa libremente y que, además, dicen, es por el bien de la humanidad.

«Se atrevieron a decir que no es necesario seguir viendo este espectáculo de cadáveres en la guerra porque ahora eso se puede evitar cuando se controle el cerebro de las personas, y ya no habrá necesidad de tirarles bombas», continuó, y subrayó que pueden todos estos documentos ser consultados y comprobarse que el plan está en marcha. «El laboratorio directo para ello, justamente, es este conflicto en Ucrania. Al menos en la línea concreta de disparar fake news, se empiezan a detectar estos ingredientes».

Respecto a esta realidad, expuso que es imprescindible hacernos el siguiente cuestionamiento: Mientras ellos están desarrollando atrocidades, nosotros, ¿qué andamos haciendo? ¿Cómo nos estamos preparando no solo para resistir, sino para actualizarnos y defendernos de semejante barbaridad? Y si es que somos capaces, insistió, entonces discernir y discutir los elementos que se están dando en esta situación mundial.

El especialista subrayó que en América Latina está en marcha un Plan Cóndor comunicacional, y destacó que en la preparación de los comunicadores en la región, más del 80 % de la bibliografía es la fabricada por ellos. De modo que, dijo, «estamos con un faltante muy serio de producción teórico-metodológica para poder habilitar a esos profesionales».

Ante la situación de guerra mundial estamos muy desestabilizados, indicó, y refirió que hay que resolver ese déficit con alguna estrategia, y hay que replantearse que esté a la altura de la problemática. Tenemos ante nosotros un escenario de disputa duro, en el que venimos viviendo golpes, estragos y retrocesos, en virtud de que ellos se han preparado para ganar los campos simbólicos, significó. 

Recordó que ellos han desatado una campaña desde hace años, desde la que se hacen llamar defensores de la libertad, y han financiado a intelectuales para crear un búnker de ataques contra los gobiernos democráticos de la región. Negado a que podamos permitirlo, certificó también que lo mismo pasa con la palabra democracia, con la cual apelan a que el concepto tiene que modernizarse hasta el punto en que solo puede ser ejercida por supuestos ilustrados, que son los que saben por qué votan, mientras los pueblos ignorantes no saben nada, según su pérfida intención.

ENTONCES, ¿QUÉ HACER?

Tras describir «ese paisaje, hemos pensado que tenemos que proponernos la construcción de una plataforma de trabajo e investigación semiótica» –y avanzar hacia la construcción de un instituto, laboratorio o corriente semiótica–  en la cual, como tareas esenciales, se precisa elaborar un marco teórico-metodológico que permita, en tiempo real, trabajar sobre la balacera que se desata todos los días, y tener capacidad de previsión; habría que formar los nuevos cuadros en materia de semiótica, pues no se cuenta con los que se requieren hoy, declaró.

«Necesitamos una semiótica de combate para la emancipación, y para ello contamos con el marco teórico del marxismo-leninismo, «que por cierto, aquí en Cuba tiene contribuciones extraordinarias», indicó. 

Expuso la necesidad de que en el corto plazo, de tres a seis meses, se pueda consolidar el concepto, de esa plataforma a la que «yo llamo por ahora Instituto de Semiótica, y ojalá pueda llamarse Instituto Cubano de Semiótica. Hoy el casi único lugar en este continente en el que se puede hablar de estas cosas es aquí».  

Hace falta también, prosiguió, que el marxismo genere un proyecto de semiótica propio interno, con una maquinaria de comunicación interna para reponer su lugar, el que debe tener en el combate de las ideas de América Latina y en todos los frentes académicos, y remarcó que se precisa «convertir esta plataforma en herramienta que se multiplique para cosas concretas, para la acción directa sobre los productos concretos de la agresión simbólica».

Buen Abad puntualizó que en nuestra región somos hoy millones las voluntades comunicacionales emancipadoras, dispersas en redes sociales, asociaciones, partidos… pero, sostuvo, si pudiéramos hacer ese mapa, lo primero que veríamos es «un archipiélago inmenso pero inconexo». «Hay millones de voluntades, como luces encendidas», pero es preciso articularlas.

Hacia sus palabras conclusivas, el académico apuntó que el gran trabajo político de esta hora es que seamos capaces, desde Cuba, de lanzar una gran convocatoria, para que podamos empezar a construir una red de acuerdos; y que entonces, como gran caja de resonancia capaz de sostenerse en el tiempo, tengamos un clamor continental.

Madeleine Sauté

Fuente: Granma, 15 de abril de 2022

Editado por María Piedad Ossaba