Las siempre esquivas negociaciones del proceso de “paz” afgano se reanudan este miércoles en Doha a través de una troika ampliada: USA, Rusia, China y Pakistán. El contraste con los hechos acumulados sobre el terreno no podría ser más marcado.
Milicianos afganos vigilan en un puesto de avanzada contra los insurgentes talibanes en el distrito de Charkint, provincia de Balkh, el pasado mes de junio.
(Foto: Farshad Usyan/AFP)
En una guerra relámpago coordinada, los talibanes han sometido nada menos que seis capitales de provincia afganas en tan solo cuatro días [*]. La administración central de Kabul lo va a tener difícil en Doha para defender su estabilidad.
La cosa va a peor. El presidente afgano Ashraf Ghani ha enterrado ominosa y prácticamente el proceso de Doha. Ha apostado ya por la guerra civil, desde el armamento de los civiles en las principales ciudades hasta el soborno generalizado de los señores de la guerra regionales, con la intención de construir una “coalición de los bien dispuestos” para luchar contra los talibanes.
La toma de Zaranj, la capital de la provincia de Nimruz, fue un gran golpe talibán. Zaranj es la puerta de acceso de la India a Afganistán, y más allá a Asia Central, a través del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés).
La India pagó la construcción de la autopista que une el puerto de Chabahar en Irán -el centro clave de la fallida versión india de las Nuevas Rutas de la Seda- con Zaranj.
Lo que está en juego es un paso fronterizo vital entre Irán y Afganistán, además de un corredor de transporte para el sudoeste y el centro de Asia. Sin embargo, los talibanes controlan ahora el comercio en el lado afgano. Y Teherán acaba de cerrar el lado iraní. Nadie sabe qué ocurrirá a continuación.
Los talibanes están llevando meticulosamente a cabo un plan maestro estratégico. No hay evidencias contundentes del mismo todavía, pero (¿ayuda externa altamente informada, inteligencia pakistaní del ISI?) es plausible.
En primer lugar, conquistan las zonas rurales, algo que han conseguido prácticamente en al menos el 85% del territorio. Después, controlan los puestos de control fronterizos clave, como los de Tayikistán, Turkmenistán, Irán y Spin Boldak con Baluchistán en Pakistán. Por último, tratan de rodear y tomar metódicamente las capitales de provincia: en eso estamos ahora.
El acto final será la batalla por Kabul. Es posible que esto tenga lugar ya en septiembre, en una retorcida “celebración” de los 20 años del 11-S y de los bombardeos usamericanos sobre los talibanes de 1996-2001.
Esa blitzkrieg estratégica
Lo que está ocurriendo en el norte es aún más sorprendente que en el suroeste.
Los talibanes han conquistado Sheberghan, una zona de fuerte influencia uzbeka, y no han tardado en difundir imágenes de combatientes con atuendos robados posando frente al ahora ocupado Palacio Dostum. El señor de la guerra Abdul Rashid Dostum, notoriamente despiadado, es el actual vicepresidente afgano.
Los talibanes posan con el atuendo militar robado del palacio de Dostum en Sheberghan (Foto facilitada)
El gran golpe de los talibanes fue entrar en Kunduz, que todavía no está completamente sometida. Kunduz es muy importante estratégicamente. Con 370.000 habitantes y bastante cerca de la frontera con Tayikistán, es el principal centro del noreste de Afganistán.
Las fuerzas del gobierno de Kabul se han limitado simplemente a huir. Todos los prisioneros fueron liberados de las cárceles locales. Las carreteras están bloqueadas. Esto es significativo porque Kunduz está en la encrucijada de dos corredores importantes: hacia Kabul y Mazar-i-Sharif. Y, lo que es más importante, también es una encrucijada de los corredores utilizados para exportar opio y heroína.
La Bundeswehr solía ocupar una base militar cerca del aeropuerto de Kunduz, que ahora alberga el 217º cuerpo del ejército afgano. Allí es adonde se han retirado las pocas fuerzas gubernamentales afganas que quedan.
Los talibanes están ahora empeñados en asediar la históricamente legendaria Mazar-i-Sharif, la gran ciudad del norte, incluso más importante que Kunduz. Mazar-i-Sharif es la capital de la provincia de Balkh. El principal señor de la guerra local durante décadas ha sido Atta Mohammad Noor, a quien conocí hace 20 años.
Ahora jura defender “su” ciudad “hasta la última gota de mi sangre”. Eso, en sí mismo, explica un escenario de guerra civil mayor.
El objetivo de los talibanes ahí es establecer un eje oeste-este desde Sheberghan hasta Kunduz y la también capturada Taloqan, la capital de la provincia de Takhar, pasando por Mazar-i-Sharif en la provincia de Balkh y, paralelamente, a las fronteras del norte con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán.
Si eso sucede así, estamos hablando de un cambio de juego irreversible y logístico, con prácticamente todo el norte escapando del control de Kabul. Ni hablar de que los talibanes “negocien” esta victoria, ni en Doha ni en ningún otro lugar.
El líder del equipo negociador talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar, en el centro, tras la declaración final de las conversaciones de paz entre el gobierno afgano y los talibanes en Doha, capital de Qatar, el 18 de julio de 2021. (Foto: Karim Jaafar/AFP)
Un dato más que sorprendente es que todas estas zonas no cuentan con una mayoría pashtún, a diferencia de Kandahar, en el sur, y Lashkar Gah, en el suroeste, donde los talibanes siguen luchando por establecer un control total.
El control de los talibanes sobre casi todos los pasos fronterizos internacionales que producen ingresos aduaneros lleva a plantearse serios interrogantes sobre lo que ocurrirá después con el negocio de la droga. ¿Volverán los talibanes a prohibir la producción de opio, como hizo el difunto mulá Omar a principios de la década de 2000? Hay muchas probabilidades de que no permitan la distribución dentro de Afganistán.
Después de todo, los beneficios de la exportación solo pueden beneficiar al armamento talibán contra la futura “interferencia” usamericana y de la OTAN. Y los agricultores afganos pueden ganar mucho más con el cultivo de adormidera que con otros cultivos.
El abyecto fracaso de la OTAN en Afganistán es visible en todos los aspectos. En el pasado, los usamericanos utilizaron bases militares en Uzbekistán y Kirguistán. La Bundeswehr utilizó durante años la base de Termez, en Uzbekistán.
Termez se utiliza ahora para las maniobras conjuntas de Rusia y Uzbekistán. Y los rusos dejaron su base en Kirguistán para realizar maniobras conjuntas en Tayikistán. Todo el aparato de seguridad de los “stáns” vecinos de Asia Central está siendo coordinado por Rusia.
Mientras tanto, la principal prioridad de China en materia de seguridad es evitar futuras incursiones yihadistas en Xinjiang, que implican cruces de montaña extremadamente duros desde Afganistán a Tayikistán y luego a una tierra de nadie en el corredor de Wakhan. La vigilancia electrónica de Pekín rastrea todo lo que se mueve en esta parte del techo del mundo.
Este análisis del think tank chino muestra cómo se está rastreando el tablero de ajedrez móvil. Los chinos son perfectamente conscientes de la “presión militar sobre Kabul” que corre en paralelo con la ofensiva diplomática de los talibanes, pero prefieren hacer hincapié en “mostrarse como una fuerza agresiva dispuesta a hacerse con el régimen”.
La realpolitik china reconoce también que “USA y otros países no abandonarán fácilmente la operación en Afganistán en muchos años, y no estarán dispuestos a dejar que Afganistán se convierta en la esfera de influencia de otros países”.
Esto lleva a la cautela característica de la política exterior china, con prácticamente un consejo para los talibanes de que no “sean demasiado fuertes” ni traten de “reemplazar al gobierno de Ghani de un solo golpe”.
Cómo evitar una guerra civil
Entonces, ¿dónde queda Doha? Los actores de la troika ampliada están haciendo lo que pueden para salvarla. Hay rumores de “consultas” febriles con los miembros de la oficina política de los talibanes con sede en Qatar y con los negociadores de Kabul.
El aperitivo será una reunión este martes entre USA, Rusia, los vecinos de Afganistán y la ONU. Pero incluso antes de esto, el portavoz de la oficina política talibán, Naim Wardak, ha acusado a Washington de interferir en los asuntos internos afganos.
Pakistán forma parte de la troika ampliada. Los medios de comunicación pakistaníes se dedican a subrayar cómo la influencia de Islamabad sobre los talibanes “es ahora limitada”. Se pone como ejemplo que los talibanes cerraron el paso fronterizo clave de Spin Boldak -en realidad un refugio para el contrabando- exigiendo a Pakistán que alivie las restricciones de visado para los afganos.
Ahora eso es un verdadero nido de víboras. La mayoría de los líderes talibanes de la vieja escuela tienen su base en el Baluchistán pakistaní y supervisan lo que entra y sale de la frontera desde una distancia segura, en Quetta.
Un problema adicional para la troika ampliada es la ausencia de Irán y la India en la mesa de negociaciones. Ambos tienen intereses clave en Afganistán, especialmente en lo que respecta a su esperanzador nuevo papel pacífico como enclave de tránsito para la conectividad entre Asia Central y el Sur.
Moscú quiso desde el principio que Teherán y Nueva Delhi formaran parte de la troika ampliada. Imposible. Irán nunca se sienta en la misma mesa que USA, y viceversa. Ese es el caso ahora en Viena durante las negociaciones del JCPOA [Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC)], donde se “comunican” a través de los europeos.
Nueva Delhi, por su parte, se niega a sentarse en la misma mesa que los talibanes, a los que considera unos apoderados terroristas de Pakistán.
El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohammad Javad Zarif (izquierda), y su homólogo indio, Subrahmanyan Jaishankar, en Teherán
(Foto: Ministerio iraní de Exteriores/AFP)
Existe la posibilidad de que Irán y la India puedan llegar a actuar de forma conjunta, y eso supondría una posición estrechamente conectada con el drama afgano.
Cuando el ministro indio de Asuntos Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, asistió a la toma de posesión del presidente Ebrahim Raisi la semana pasada en Teherán, insistieron en una “estrecha cooperación y coordinación” también en lo relativo a Afganistán.
Lo que esto implicaría en un futuro próximo es un aumento de la inversión india en el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC, por sus siglas en inglés) y en el Corredor de la Nueva Ruta de la Seda India-Irán-Afganistán. Sin embargo, eso no va a ocurrir si los talibanes controlan Zaranj.
Pekín, por su parte, se centra en aumentar su conectividad con Irán a través de lo que podría describirse como un corredor de color persa que incorpore a Tayikistán y Afganistán. Esto dependerá, una vez más, del grado de control de los talibanes.
Pero Pekín puede contar con una sobreabundancia de posibilidades: El plan A, después de todo, es un Corredor Económico China-Pakistán (CPEC, por sus siglas en inglés) ampliado, con Afganistán anexionado, sea quien sea quién esté en el poder en Kabul.
Lo que está claro es que la troika ampliada no dará forma a los detalles más intrincados del futuro de la integración de Eurasia. Eso le corresponderá a la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés), que incluye a Rusia, China, Pakistán, India, los “stáns” de Asia Central, Irán y Afganistán como observadores actuales y futuros miembros de pleno derecho.
Así pues, ha llegado el momento de la prueba definitiva de la SCO: cómo lograr un acuerdo casi imposible para compartir el poder en Kabul y evitar una devastadora guerra civil, completada con un bombardeo imperial con B-52.
N. de la T.:
[*] A fecha de 12.08.2021, los talibanes controlan ya 12 de las 34 capitales de provincia del país: Faizabad, Taluqan, Kunduz, Mazar-e-sharif, Pol Sari, Aibak, Pol-e-Jomri, Herat, Kandahar, Farah, Zaranj, Ghazni
[*] A fecha de 12.08.2021, los talibanes controlan ya 12 de las 34 capitales de provincia del país: Faizabad, Taluqan, Kunduz, Mazar-e-sharif, Pol Sari, Aibak, Pol-e-Jomri, Herat, Kandahar, Farah, Zaranj, Ghazni