El cambiante paisaje de los Médanos de Coro

Los Médanos de Coro es sin lugar a dudas un espacio mágico y e inigualable, un paisaje cambiante que forma parte de lo afirmativo venezolano.

Cada minuto que pasa las formas cambian, así como las luces, sombras y figuras que el sol dibuja en las finas y suaves arenas que se acumulan formando doradas dunas, caminantes eternas movidas constantemente por el viento, que ofrecen un increíble espectáculo: el cambiante paisaje de los médanos de Coro.

 

Son más de 90 mil hectáreas de superficie, 42.160 de tierras continentales y 49.120 de superficie marina, que conforman el Parque Nacional Médanos de Coro, ubicado en el noroeste de Venezuela, específicamente en los municipios Miranda, Colina y Falcón del estado homónimo a este último. Un espacio que desde 1974, preserva el desierto más grande de la costa del Caribe y constituye el área protegida más cercana al Golfo de Venezuela

Los médanos de Coro son sin duda un lugar mágico, que ofrece una vista sin igual de uno de los ecosistemas del amplio espectro de ambientes que tiene Venezuela. Un ejemplo de la riqueza natural de uno de los países con más biodiversidad del planeta, fuente de inspiración de creadores de todo tipo, orgullo del pueblo falconiano y de todo el país.

Arenas que caminan

La acción constante de los vientos alisios que soplan de este a oeste, hace que las acumulaciones arenosas de los médanos “caminen”, pues se desplazan de forma cambiante, al punto de ser conocidas como  “Las arenas nómadas”, debido al movimiento continuo de los montículos.

La fina arena que conforma los cúmulos es inestable, áspera al tacto y propicia para deslizarse sobre ella, una de las actividades preferidas por los visitantes del lugar. Su movimiento es tal, que constantemente cubre trechos de la Intercomunal Coro – Punto Fijo y deben ser despejados, continuamente, para permitir el tránsito automotor por esta vía que comunica con Paraguaná.

 

El Parque Nacional Médanos de Coro está conformado por las dunas del Istmo que une al estado Falcón con la Península de Paraguaná, constituidas a su vez, por la arena que los vientos alisios traen del mar. En general, el proceso de formación de los desiertos como de los médanos, es un proceso erosivo de la acción constante del viento sobre las rocas, que con el tiempo son partidas en pedazos muy pequeños convirtiéndolas en arenilla y ésta, al desplazarse por la continua acción del viento, se va acumulando en parvas, convirtiéndose poco a poco a dunas que continuamente cambian de forma.

Constante crecimiento

 

El Parque Nacional Médanos de Coro se hace cada día más grande, por el efecto erosivo de las fuertes brisas de la Península de Península Paraguaná, que empujan la arena causando tormentas y tornados de menor potencia, llevando la arena a la playa de la vela de coro, dándole a la zona su característico color dorado arcilla-amarillo que cubre hasta el  puerto de La Vela.

Son tierras calientes, uno de los climas más áridos de Venezuela, con una temperatura promedio uniforme a lo largo del año, que oscila entre los 26 °C y los 29 °C, alcanzando extremos de 35 °C y mínimos por debajo de los 16 °C, con escasas precipitaciones.

Los Médanos de Coro fueron decretados como Parque Nacional el 6 de febrero de 1974, debido a su belleza natural y por mantener el concepto de Bioma desértico, además de ser el único desierto de la costa del Caribe, en estar siempre en movimiento y con dunas desde los ocho hasta los 20 metros. También incluye una fosa marina con manglares.

La vida en un paisaje cambiante

 

En medio del hermoso y cambiante paisaje de los médanos de Coro, todos los días se lleva a cabo una lucha implacable, cuando las arenas van cubriendo lo pocos árboles que hay, hasta ahogarlos y convertirlos en troncos secos. Y es que, como en toda zona árida o desierta, la vegetación es escasa, pues debe sobrevivir a agrestes condiciones.

Existen no más de 60 especies vegetales entre ellas tunas, cardones, cactus y Pitihayas. Además, este ambiente cuenta con especies arbustivas de manglares en costas fangosas y tunas de más de dos metros. También están presentes leguminosas como el cují yaque y pequeños árboles como el dividive, el yabo y el olivo, así como plantas venenosas como la pringamosa, el diente e’ dragon y amor picoso.

 

La fauna silvestre también es escasa, debido a las condiciones del ambiente. Los más comunes son reptiles como lagartos e iguanas, además de murciélagos y osos hormigueros. Entre las aves, destacan el cardenal coriano (Cardinalis phoenicea), el halcón primito, gavilanes, perdices, la dara, palomas, turpiales, pelícanos (Pelecanus occidentalis), garzas y playeros. Entre los reptiles se encuentran el Diablo Espinoso, la iguana verde, el lagarto cornudo; así como la serpiente de cascabel. Hay poca abundancia de mamíferos: zorro común (Cerdocyon thous), oso melero (Tamandua tetradactyla) y conejo sabanero (Sylvilagus floridanus).

 

Mención aparte ameritan especies endémicas de la zona de Paraguaná, como la tarántula azul y el oso pigmeo, que además son especies que están en peligro crítico.

Más médanos

Médanos de Capanaparo, estado Apure.

En Venezuela, existen otras formaciones similares que no tienen las mismas dimensiones, en zonas como la vía a Castilletes, en la isla de Zapara (estado Zulia), en el cabo San Román y en los alrededores de Puerto Cumarebo (estado Falcón). También en los alrededores del Parque Nacional Cinaruco Capanaparo (estado Apure) y el Parque Nacional Aguaro Guariquito (estado Guárico).

Más allá de los límites del Parque Médanos de Coro, en Tocópero y Puerto Cumarebo, pueden observarse ‘médanos fósiles’, colinas de sustrato arenoso formadas por la compactación de los médanos y cubiertas por vegetación permanente. Éstas son de distintos tamaños y muestran diferentes niveles de desarrollo de la vegetación, por lo que probablemente representen diferentes etapas de formación, previas a los actuales Médanos de Coro.

Sombra en los Médanos

 

«Bajo el claror de la luna,
sobre las tibias arenas,
entre cardones y tunas,
un chuchube modula un cantar».

Así le canta a este cambiante paisaje, una de las estrofas de la canción Sombra en los Médanos, compuesta por el falconiano Rafael Sánchez López en la década de 1920. Y es que hay mucho más en los Médanos, fuente de inspiración para músicos, pintores, y creadores de distinta índole.

Recreación y esparcimiento

 

Como lugar de esparcimiento, sus suaves arenas, producto de la erosión, permiten hasta caminar sin zapatos por ellas, y disfrutar de su contacto de muchas formas: desde dejarse caer por sus dunas revolcándose, hasta remontarlas en diferentes vehículos.

Además de disfrutarlos desde el punto de vista del  ecoturismo, muchas personas acuden a este lugar con el objeto de aliviar varios tipos de dolores musculares, a través del calor acumulado en estos médanos. Entre sus aspectos destacables está el Paseo Monseñor Francisco José Iturriza, en la entrada al parque, donde se ubica el Monumento a La Madre.

Al estar en medio del trayecto entre Coro y Paraguaná, son visitados por muchos transeúntes, o turistas en su vía a sitios cercanos como Paraguaná o Santa Ana de Coro – la ciudad más antigua de Venezuela –  y su Puerto de La Vela, ambos declarados Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco.

Coro, estado Falcón, Patrimonio Histórico de la Humanidad .

Entre otros aspectos menos conocidos de los médanos está: la existencia de antiguas calzadas de la época precolombina, que se encuentran entre las dunas, así como las calzadas hacia los puertos pesqueros cercanos a la población de Tacuato, y la capilla de Ánimas de Guasare – donde el transeúnte puede rezar por almas de personas que murieron hacia los años 1600 cuando se trasladaban a pie en busca de agua – .

Los Médanos de Coro es sin lugar a dudas un espacio mágico y distintivo de la venezolanidad, son muchos los atractivos y aspectos llamativos que se encuentran en este lugar inigualable, un paisaje cambiante que forma parte de lo afirmativo venezolano.

Haiman El Trudi

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Fotos cortesía de Alba Ciudad y Centro de Diversidad Cultural

Fuente: Haiman El Troudi

Editado por María Piedad Ossaba