A mitad del camino: música y memoria

La música es también una herramienta de reconstrucción histórica, cuando somos tan olvidadizos, cuando no recordamos nuestra historia.

“A Mitad del Camino”, un vídeo de rap que combina el poder lírico con las visuales. Incluye algunas prendas camufladas en medio de un paisaje de escalas empinadas y paredes color naranja, que cuentan muchas otras historias. Un videoclip con callejones estrechos, en los que se encuentra apilado el talento, no sólo de los artistas que acompañaron este audiovisual, sino también de la gran cantidad de músicos que pertenecen a la Comuna 13 de Medellín, que resisten y construyen con la fuerza que les da el arte.

A mitad del camino: música y memoria – Música Jesús Abad Colorado

Laberinto ELC, conformado por el MC y productor Jr Ruiz (Oscar Gonzáles Ruíz), MC-Mocho (Jorge Iván Henao) y MC Flak-o (Cesar Monsalve), lanzaron el pasado nueve de junio el vídeo musical de su álbum homónimo de 2006. Las imágenes de este videoclip, al igual que la canción, hablan de memoria y de importantes procesos artísticos relacionados con el rap en la Comuna 13, un género musical utilizado de manera incisiva para manifestar realidades sociales.

La idea fue construida por German Arango (Luckas Perro), antropólogo, guionista y realizador audiovisual. El proyecto había sido propuesto hace varios años a la agrupación, pero, tal vez porque no era el momento, la iniciativa no caló. Aun así, la idea quedó dando vueltas en la cabeza de su creador y, gracias a una beca del Estímulo al Fortalecimiento Audiovisual de 2017 y un apoyo para proyectos en post producción de la Comisión Fílmica, decidió retomarla. Después de recorrer un camino por distintas convocatorias y festivales, el vídeo sale oficialmente al público el pasado mes de Junio, 14 años después de que el álbum de Laberinto ELC saliera del estudio de grabación.

La puesta en marcha del videoclip, que estuvo en manos de la Corporación Pasolini en Medellín, contó con la dirección de Luckas Perro y la producción de Ana María Muñoz, en coproducción con El Squater y Élite de Stunts. El trabajo audiovisual contó con el apoyo de varios colectivos y artistas de la ciudad que, por cuatro días consecutivos, apoyaron el rodaje. En total, la grabación contó con alrededor de 30 personas en la parte técnica y más de 90 en lo actoral, proceso que, sin un acuerdo de coproducción con los participantes, pudo haber costado alrededor de unos 60 millones de pesos.

Germán (Luckas Perro) nos contó que este videoclip hace parte de un proyecto mayor: se trata de un largometraje que se llama MC Silencio, el cual vienen desarrollando desde hace algún tiempo. De esa idea madre es donde sale el primer boceto de la Virgen del Hip Hop, un contundente retrato que deciden retomar para consolidar la imagen que podemos apreciar en el vídeo. “Quería hacer palpable la idea de la música como una diosa, como algo que nos junta a todos y en este caso el rap, con la percusión, con el interior y lo africano, quería hacerlo físico para el espectador”.

Fotografía de Duvan Londoño. Cortesía

Imagen extraída del video

A subvertir

El arte rompe estereotipos. Propone nuevas lecturas de un territorio o de una comunidad y levanta una voz de resiliencia en medio de las realidades humanas. La subversión, generalmente asociada con actos fuera de la ley, también puede ser un acto propositivo, de memoria y provocador, como los que se ven a diario en las comunas de la ciudad, donde también se resiste a través de las rimas contadoras de historias.

En el vídeo los CD viajan disimuladamente, de mano en mano, entre los paquetes de arepas, como objetos sonoros incendiarios, mientras el break dance es ejecutado de manera clandestina, tras unas largas faldas coloridas que se mueven a ritmo de folclor. Situaciones adversas que, plasmadas en el vídeo, representan simbólicamente también lo que ha sido la lucha de los artistas en medio de algunos grupos armados, esos que acallan con un ruido ensordecedor los barrios de Medellín.

En el vídeo podemos apreciar una realidad en la cual ser joven es estar bajo sospecha por, simplemente, escuchar o cantar rap. Vuelan partituras y discos de acetato, mientras desaparecen forzosamente a quienes promulguen este sonido y su legado, pues entra a ser un enemigo más. Una reminiscencia a la temporada de operativos en la que se institucionalizó el miedo acompañado del silencio, aciagos días militarizados por legales e ilegales que apuntaban sin discriminación.

En el corto se refleja la angustia de los padres, cuando sus hijos son sacados a la fuerza por encapuchados para ingresarlos a sus filas, o desaparecerlos, como lo dicta la palabra profética del predicador callejero al comienzo del vídeo, quien habla de los hijos rebeldes a quienes se les ejecuta por no cumplir un patrón, en este caso, el de las fuerzas camufladas que se adueñan del territorio.

Podemos encontrar en la letra de la canción algunas de las incertidumbres de los artistas: la expectativa de poder seguir creando o dejarlo todo por la bien ponderada seguridad económica. A la par, está tatuada en su diario vivir la inquietud de estos gestores por narrar su territorio y sus cotidianidades, anécdotas descritas en cada palabra de sus canciones.

Hablando acerca del papel que juegan los artistas y sus canciones en la construcción de memoria, Jr Ruiz nos dijo que “El artista tiene una responsabilidad inmensa en la sociedad, los jóvenes en especial se permean de todo lo que sucede alrededor y tienden a imitar y a compartir lo que ven, es ahí donde el artista se vuelve determinante para estos jóvenes. Algunos artistas lo hacen sin dejar un buen ejemplo, otras veces aparecen artistas que dejan una enseñanza para la vida, es ahí donde la memoria es importante”.

Laberinto ELC propuso una renovación de la canción y entraron a grabarla en estudio, ya que la anterior tenía casi década y media. Sin embargo, esta nueva versión no quedó como tema principal: porque su director sentía que perdía fuerza con respecto a la compuesta en 2006. Por ello, la versión actualizada se puede escuchar en los créditos al final del vídeo. El grupo viene trabajando en un nuevo álbum titulado De Antaño, en el que incluiría la canción renovada, aunque no hay fecha clara de lanzamiento debido a las dificultades actuales por la pandemia.

El vídeo

La foto

La foto que encabeza este artículo es del periodista Jesús Abad Colorado, referenciada en el videoclip de “A Mitad del Camino”. En ella se ve a un hombre con botas plásticas y ropa camuflada sin insignias, señalando y ordenando al Ejército hacia dónde moverse. Esta imagen evidenció parte de los malos procedimientos del Ejército durante la inolvidable Operación Orión, ejecutada en 2002 en la Comuna 13 de Medellín.

La Revista Semana, hablando de la Operación Orión, informó de la presencia de 1.500 uniformados legales, acompañados por presuntos paramilitares. “Los verdaderos uniformados cargan chalecos antibalas, fusiles, cascos, prensillas, insignias. El encubierto, en cambio, exhibe un arma no menos peligrosa: el dedo que apunta”.

En una sola imagen se revelan desmanes de los oficiales en el territorio y sus alianzas con ajenos a la institucionalidad. El videoclip recrea parte de este proceder y lo lleva a un campo no tan ajeno, ya que han sido muchos los líderes y artistas de la Comuna 13 que lamentablemente hoy no nos acompañan. Según la Corporación Jurídica Libertad hubo “80 civiles heridos, 17 homicidios cometidos por la Fuerza Pública, 71 personas asesinadas por los paramilitares, 12 personas torturadas, 370 detenciones arbitrarias, 6 desapariciones forzadas registradas durante la operación y más de 100 en los días y meses posteriores”.

Laterales Magazine también dialogó con Jesús Abad Colorado —quien esta semana fue noticia porque el documental El testigo, que hace un recorrido por su trabajo, fue nominado a los Premios Emmy Internacional— sobre sus apreciaciones sobre el arte, el periodismo y la importancia de hablar de memoria.

Su fotografía ha servido como herramienta de memoria con sus trabajos de fotorreportajes, pero por su composición es también un insumo de fotografía artística. ¿Usted cómo hace la relación de sus fotografías entre periodismo, memoria y arte?

Para mí el arte es una forma de expresar lo que sentimos y lo que vivimos, y en el arte están unidas la ética y la estética (…) Cuando un periodista utiliza bien la palabra para contar la historia, obviamente también es una forma de dejar testimonio, cuando las comunidades están tejiendo hacen también memoria, lo hace la gente con poesía y lo hacen con baile. Entonces hay maneras muy diversas de dejar testimonios, de dejar huellas, y mi trabajo fotográfico pues obviamente está unido no solamente al periodismo sino a la memoria, a la vida misma, eso es lo que he tratado de hacer en la medida en que voy caminando el país, juntar la ética y la estética, que se unan para que lo que yo haga por lo menos vaya dejando una huella.

¿Por qué hacer memoria y por qué es importante hablar de este tema?

La memoria es un ejercicio constante contra el olvido. En el periodismo aprendí a expresarme a través de la fotografía, por muchas razones que tienen que ver con los contextos sociales y de violencia que ha vivido el país, en el que la palabra ha sido vista como un peligro: la educación, la subversión desde el mundo de la palabra o desde las artes y yo siempre he dicho que hay que aprender a levantarse en alma, como bien lo decía María Mercedes Carranza.

La memoria es un ejercicio constante contra el olvido, es una forma de educar, es una forma de mirarnos en un espejo roto, de entender qué no podemos repetir. La memoria no sólo es para hablar del dolor, no es solamente para hablar de la violencia, para hablar de los desterrados, de esos desplazados, de esos que han sido humillados y ofendidos, la memoria también es una forma de darle dignidad a los que han resistido y lo hacen los sembradores, pero se puede hacer desde la música como el relato de la canción de Laberinto.

Hay muchas formas de resistir, y lo que tenemos que hacer quienes trabajamos desde los medios grandes o medios alternativos es también hablar de la dignidad, es hablar de la humanidad, de la forma como nuestra gente resiste, desde distintas expresiones, y por eso ese trabajo fotográfico o ese trabajo periodístico tiene que ser una forma de pervivir.

(…) nosotros somos sumatorias de memorias pero a veces no lo reconocemos, el hecho de que yo hable como hable, vea como vea, no es porque haya estudiado necesariamente periodismo, tuve que tener muchos otros maestros que nutrieron esa forma de ver y dentro de esos maestros obviamente tengo que pensar en mis mayores, tengo que pensar en la gente que he conocido, tengo que pensar en esos que he visto resistir a pesar de las múltiples violencias, porque aquí la gente ha resistido de muchas formas y las artes obviamente son una forma de dejar una huella.

Usted, en el documental El Testigo, dice que se ha preguntado sobre si los protagonistas sabrán sobre el impacto que han tenido esas fotos en otras personas. ¿Alguna vez se ha dado a la tarea de preguntarles a esos protagonistas?

Sí, cuando puedo tener contacto. En este ejercicio de haber caminado por tantos lugares del país a veces es difícil tener contacto con todas. El contacto que tengo con ellas va más allá de una fotografía: es porque he conocido una historia (…) han sido personas que muchas veces pasaron no solamente por el lente, sino que primero pasaron por el corazón.

No establezco contacto con la gente por el éxito de una fotografía, porque yo no busco que las fotografías sean espectaculares, {estas} tienen que ser sencillas y dignas, y buscar reflexión en un país que no tiene memoria y lo que hay que buscar con estas generaciones que están creciendo creo que es educar, educarnos también en el tema de la memoria, para no olvidar, para no repetir; cuando hablo de para no olvidar no estoy buscando que se exacerbe ningún tipo de odio, sino que estoy buscando que la gente por lo menos  genere reflexiones, no olvido pensando en la no repetición.

Yo veo la canción “A Mitad del Camino” y hay, digamos, una representación de ese encapuchado y para mí eso es importante, porque entiendo que las fotografías están cumpliendo también su objetivo y ahí es donde entiendo que las artes deben ser subversivas, entendiendo la subversión como el arte de generar también cambios, la subversión nada tiene que ver con las armas, la subversión tiene que ver con la manera como sacudimos una sociedad para generar cambios.

Imagen extraída del video

 

Muerte al silencio”, es una consigna que deja la imagen al final del videoclip. Un mensaje que exhorta a la lucha artística, una invitación a seguir creando y aportando elementos que al final también guardaremos en algún lugar de la memoria, en donde se ubican las más queridas canciones.

Roko Hilguero

Editado por María Piedad Ossaba

Fuente: Laterales Magazine, 25 de septiembre de 2020