Los que leímos, militamos y sentimos con Casaldáliga

En otras palabras, nos han sembrado aquel anhelo hecho poema, que se niega a aceptar “esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad…”

Deja las digitales de tus pies peregrinos
como besos en llama solidaria
sobre la carne de la Madre Tierra.
Posa tus ojos, tibios ya de ocaso,
como lumbres de aceite, acurrucadas
en la vigilia universal del Tiempo.

III. Confesiones. Voy a pasar la vida.
Pedro Casaldáliga

A la edad de 92 años falleció el obispo claretiano Pedro Casaldáliga. Nacido en Balsareny -Barcelona, se había instalado a fines de los 60 en Araguaia, Mato Grosso-Brasil, justo en la época en que la dictadura militar brasilera esgrimía proyectos de “colonización” para repeler los aires de “comunismo” y las demandas históricas de reforma agraria en la Amazonia. Su vida se sembró como una forma poética de subvertir los mandatos del capitalismo.

Una tierra sin males

La obra de Pedro Casaldáliga constituye una “discursividad itinerante”[1] atravesada por la cercanía del despojo y la lucha por la tierra, así como por la insatisfacción con una religiosidad siempre piadosa ante un sistema abrumado de injusticias. Su llegada a Brasil y la convivencia con pueblos perseguidos y violentados, condicionan una denuncia, que en Casaldáliga remite al verso poético. Su labor refuta el latifundio, lo confiesa hacedor de maldad y lo re-escribe como hogueras que arden en el corazón de la noche trayendo la memoria de los pueblos perdidos[2].

Sus opciones políticas -sus “causas”-, por otro lado, colocaron en el centro de la lucha el “macroecumenismo”, esa sutil invitación a las izquierdas a reinventarse y abrazar la miticidad que recubre Nuestra America. Enemistado con los pesimismos, solía decir que frente a todas las “alcas” neoliberales e imperialistas, y alargando la mira y la coherencia cuanto sea posible, “nosotros proponemos el Alba”: alma nueva, tiempo nuevo; el otro mundo posible, necesario, urgente [3].

Fue, justamente, por y en los contextos de extractivismos materiales y persistencia colonial, que Don Pedro sumó su fe temprana a ese Reino del otro mundo posible. Entre otras gestas, su praxis se fundió en la Comisión Pastoral de la Terra (CPT), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI). En todo caso, la teología de la liberación latinoamericana, fue en sus letras, su práctica y su disidencia una declaración de amor a lo más esperanzado de la humanidad:

El capitalismo es un pecado capital. El socialismo puede ser una virtud cardinal: somos iguales, somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como repetía Jesús de Nazaret, no se puede servir a dos señores, y el otro señor es precisamente el capital. Cuando el capital es neoliberal, de lucro omnímodo, de mercado total, de exclusión de las inmensas mayorías, ya el pecado capital es mortal abiertamente…[4]

Los que hemos armado nuestras rusticas caminatas de militancia en pequeños espacios comunitarios, en los lugares del poder sin poder -como decía Casaldáliga-, más de una vez, hemos puesto en común esa espiritualidad latinoamericana que nos hermana en los pequeños actos. La Agenda Latinoamericana, que ha acompañado a nuestros movimientos populares durante largos años de compromiso con los castigados de la tierra, será un legado que coordine nuestros andares en este mundo aun tan deshumano.

El buen argumento teórico logra persuadir la capacidad racional que tenemos los seres humanos. Muchas de las ideas que sostienen el mundo se configuran a partir de las razones que convencen multitudes. Sin embargo, son pocos los imaginarios que construyen una narrativa poética capaz de interpelar primero al espíritu (esa insoldable carencia de mito que casi todos, a nuestra manera, portamos), para luego estremecer el costado analítico de nuestra intelectualidad.

Personas como Frei Betto, Leonardo Boff y aquel caso mayúsculo e imprescindible de don Pedro Casaldáliga, nos han sugestionado el alma con una utopía itinerante de espiritualidades liberadoras, de emociones y dolores en el cuerpo. En otras palabras, nos han sembrado aquel anhelo hecho poema, que se niega a aceptar “esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad…”[5].

Para esa militancia estas torpes palabras de quienes, sin conocerlo, compartimos su lucha.

Notas

1.  Paganelli, L. (2015) “Profetas del Reino. Literatura y Teología de la Liberación en Brasil” Imago Mundi. Buenos Aires.

2. Casaldáliga, P. (1980) “Misa de la tierra sin males”

3. Casaldáliga, P. (2004) “Pasar haciendo caminos. Circular fraterna abril 2004”

4. Casaldáliga, P. (1999) “Declaración de Amor a la Revolución Total de Cuba” http://www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/cartas/DeclaracionDeAmor.htm

5. Casaldáliga, P. (2006) “Utopía necesaria como el pan de cada día. Circular fraterna 2006” http://www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/cartas/2006Circular.htm

Oscar Soto para La Pluma

Editado por María Piedad Ossaba