Jorge Falcone: La falsa antinomia “Populismo o República” encubre la verdadera grieta histórica entre pueblo y oligarquía

Pero, en la amplia base del iceberg a cuyo vértice el pensamiento hegemónico circunscribe el alcance de la política, sin prisa ni pausa se viene reorganizando un pueblo que abjura de sus “viejos dioses” y acumula cientos de micro victorias cotidianas …

El drama argentino es la vigencia del proyecto de una minoría arcaica con ropajes modernos que propone una sociedad que glorifica los valores de la Argentina anterior al peronismo. Pretenden comenzar de nuevo la historia borrando de la faz de esta tierra los deseos igualitarios que han caracterizado a nuestra Patria”
Marcelo Langieri,
“Macri y la teoría del pato de madera”

Ya se ha dado “la voz de áhura” y – como respondiendo al Reflejo de Pavlov – buena parte de l@s argentin@s nos encolumnamos a poner en la urna el voto más útil en la imprescindible tarea de desalojar a l@s depredadores de la Nación. La taba está en el aire y aún nadie en su sano juicio debería darse por vencedor. Se avecina pues una batalla expresada en lo macro como proteccionismo vs. apertura comercial: la oposición en mejores condiciones de competir tranquiliza a los mercados ofreciendo como propuesta a un neo nestorismo sensato y dialoguista que no pagará la centenaria deuda contraída con el hambre de l@s argentin@s, a lo que l@s inquilin@s de la Casa Rosada responden recuperando centralidad mediante un acuerdo con la Unión Europea que da la espalda al Sur Global. Las complejidades de la hora recomiendan respetar la comprensible expectativa de incontables compatriotas que aspiran a lograr una pronta aliviada ante tantas penurias, y votar al mal menor para recomponer fuerzas y alianzas redoblando la innegociable apuesta de seguir avanzando en el camino de una Segunda Independencia.

 

¿El futuro ya llegó?

Cinéfilo afecto al género fantástico, desde la Metrópolis de Fritz Lang al Blade Runner de Ridley Scott, este cronista siempre pensó que aquellas futurópolis de cemento y neón superpobladas, socialmente estratificadas y multiétnicas, tempranamente profetizadas por el Séptimo Arte, encarnaban la materialización de la más feroz utopía capitalista. Sin ir más lejos, momentos antes de escribir estas líneas, en Avenida Libertador al 800, su autor pasó ante un menesteroso de unos cuarenta años sentado bajo la vidriera de una casa de lotería y guarecido del temporal en curso dentro de una gran bolsa de nylon de las que acostumbran a utilizarse para contener arena o pedregullo. Hasta la denuncia de algún/a comerciante incómod@, esa sería su morada. Estamos naturalizando peligrosamente ese paisaje humano que nuestra imaginación juvenil atribuía mayormente a las inmediaciones del Río Ganges en la India. ¿No constituirá esa pérdida gradual de perplejidad ante el modelo de exclusión social la tácita aceptación de la Ley del Más Fuerte y la irreversibilidad de sus consecuencias, un contingente cada vez mayor de semejantes condenados al sacrificio?

El reciente apagón regional que afectó aproximadamente a 50.000.000 de usuarios durante el fin de semana en que se celebrara el Día del Padre – y sobre el que las autoridades, como en el caso de las escuchas ilegales o el Ara San Juan, no tienen nada para decir – no sólo no contribuye a aventar nuestras dudas, sino que agrega algunas más. Como, por ejemplo, interrogarnos si la anomia con que parecería afrontar este tipo de eventos la sociedad argentina sigue correspondiendo al escarmiento perpetrado por la minuciosa ingeniería represiva de los genocidas o se debe en cambio a un nuevo estado de resignación generado merced a la convicción acerca de que hace bastante que la política ha dejado de responder al bien común… ¿Dormirán pues las rebeliones de otrora el Sueño de los Justos y, en consecuencia, para el seguro colapso de esta democracia de cartón habrá que aguardar hasta constatar que el candidato más votado comienza a ser el votoblanquismo-abstencionismo?

Zozobra del socialismo real y globalización mediante, deambular hoy por el microcentro porteño esquivando projimidades privadas de alimento y cobijo recuerda bastante a los escenarios urbanos que durante mucho tiempo atribuimos exclusivamente a la imaginación febril de torturados cultores de la ficción científica. Phillip K. Dick fue uno de ellos. Tal vez el más agudo y visionario. Además de treinta y seis novelas, escribió 121 relatos cortos. Aclamado en vida por contemporáneos como Robert A. Heinlein o Stanisław Lem, pasó la mayor parte de su carrera como escritor casi en la pobreza​ y obteniendo escaso reconocimiento. Tras su muerte, sin embargo, la adaptación al cine de varias de sus novelas – entre ellas la elegida por el citado Scott, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? – lo dio a conocer al gran público. Su obra es hoy una de las más populares de la ciencia ficción y Dick se ha ganado el respeto de sus lectores y el de la crítica.

Aunque seguiremos confrontando con el antagonista de proyecto histórico hasta nuestro último aliento, mal podemos ignorar que fundamentalmente las grandes capitales del Norte Global ya ofrecen la fisonomía de sus peores pesadillas.

El panorama político de un país que los centros de poder procuran doblegar

Como ocurre cada dos o cuatro años, pero con entusiasmo decreciente, en Argentina vuelve a imponerse el calendario electoral, sorprendiendo a l@s futur@s votantes con inesperadas ofertas y previsibles traiciones.

Las coaliciones en danza, en gran medida constituidas – como en El Juego de la Silla – por el elenco estable rotativo de la política, exhiben el repetido y cada vez más deprimente coqueteo de candidatos que aspiran hasta último momento a ostentar el puesto más expectable en las listas… dejando siempre lo que sobre para algunos actores que, en todo su derecho, aspiran a ser el tintero que cambie de color al océano de la democracia formal.

Afiebrad@s operadores/as mediátic@s foguead@s en el oficio en boga de reproducir fake news y jovencit@s que venden el alma al diablo por un menguado ingreso a cambio de inundar las redes de trolls, proponen a una abúlica opinión pública que la fórmula oficialista operó milagros en los mercados ofreciendo al poder la imagen de un futuro previsible.

Sobre un rincón del ring vuelve a recostarse el reavivado odio antiperonista, y sobre el otro el eco distorsionado de aquella Nueva Argentina en la que “los únicos privilegiados” habrían de ser los niños: Nada nuevo bajo el sol. Salvo que la disyuntiva que l@s candidat@s proponen dirimir mediante el voto es a todas luces una estafa, que encubre el verdadero antagonismo bicentenario entre los bloques sociales en pugna por hacer un país soberano y capaz de integrar al 95% de la población con la sola exclusión del 5% de los grupos económicos de una oligarquía apátrida, u otro que – gerenciado desde los centros del poder mundial – contenga a un tercio de nuestra población y establezca sus fronteras nacionales en torno a la Avenida General Paz.

Lo cierto es que los 36 años de esta democracia de la derrota gravitan en sumo grado sobre una sociedad aparentemente incapaz de discernir que las coaliciones con mayores posibilidades de hacerse con el próximo turno de gobierno distan de representar a la barbarie y a la civilización.

En todo caso, si alguna victoria ostensible cabe atribuírsele al gobierno de Cambiemos – en medio de tanta depredación y desatino -, es la de haber instalado en una amplia franja de las clases medias (y medias bajas) la noción de que “algun@s nacen con la estrella y otr@s nacen estrellad@s” ya que la torta no alcanza para tod@s, y un sentido común xenófobo que ve al inmigrante del país limítrofe como el verdadero enemigo de sus posibilidades laborales.

El poeta andaluz Antonio Machado plasmó con meridiana claridad una circunstancia semejante, cuando al cabo de la Guerra Civil Española escribió: 

“Fue un tiempo de mentira, de infamia.
A España toda, la malherida España, de Carnaval vestida
nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda,
para que no acertara la mano con la herida”.

Pero, en la amplia base del iceberg a cuyo vértice el pensamiento hegemónico circunscribe el alcance de la política, sin prisa ni pausa se viene reorganizando un pueblo que abjura de sus “viejos dioses” y acumula cientos de micro victorias cotidianas, gotas que – más temprano que tarde – seguramente han de confluir dando forma al aguacero redentor de la Justicia Social.

Jorge Falcone

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Fuente La Gomera de David