Chile: En la región del Libertador los poderes del Estado hieden

El hilo será cortado por la tijera del establishment en su parte más delgada (¡ojo, señores alcaldes cipayos!), mientras los gestores de la inmundicia y la traición seguirán campeando a voluntad en estos lares. Lo doy firmado.

La cómoda pusilanimidad de la mayoría de los chilenos en edad de sufragar, ha permitido que las cofradías políticas se apoderen del Estado y, lo que es más grave todavía, de la soberanía popular.

Digámoslo sin eufemismos ni remilgos; nuestros parlamentarios carecen absolutamente de un mecanismo que les controle y les obligue respetar acuerdos y promesas por las cuales resultaron electos. Acá en Chile resulta fácil lenguajear un programa de aquellos hermosos, prometer el oro y el moro a sus electores para, una vez sentados en el curul del legislativo, hacer lo que les venga en gana… o lo que ciertos empresarios desean que hagan (billetes de por medio, claro está).

marco-bicca-1405669-unsplash
Foto Marco Bicca, Unsplas

Como si no bastara tamaña traición, hay algunos ‘honorables’ que se eternizan en el cargo tejiendo una red de influencias del tamaño del Aconcagua y formando en su región -o en su distrito, según sea el caso (senador o diputado)- una argamasa mafiosa con la cual presionan a las autoridades locales (sean estas del color que sean), asfixiando incluso al poder judicial a través del manejo titiritero ejercido sobre magistrados y jueces que dependen de esos parlamentarios para mejorar su futuro profesional y administrativo.

En todas las regiones se cuecen habas… pero en la del Libertador (vaya ironía) a calderadas. Es que aquí transita y actúa Juan Pablo Letelier, el faraón de los capos atornillados, el senador que envidian otros capos de la política mafiosa como Jorge Pizarro, Andrés Zaldívar, Juan Antonio Coloma, Carlos Montes, Isabel Allende, Víctor Pérez y otros que se escapan a mi memoria. “Don” Juan Pablo ha alcanzado la cima del Everest político logrando no sólo influir sino torcer decisiones de otros poderes del estado en beneficio de sus particulares intereses.

¿Exagero? El caso de los fiscales y magistrados rancagüinos confirma mis dichos. Ah, ¿entonces la corruptela transita también por el poder judicial? Claro que sí… y agregue usted al edil rancagüino Eduardo Soto, quien tiene mucha astilla de dudosa legalidad en su actuar administrativo, especialmente en lo referente al más que turbio manejo económico del Teatro Municipal de Rancagua, cuya orgánica le señala como dependencia directa de la alcaldía de la “ciudad heroica”.

(¿Por qué la llaman ‘heroica’?, ¿por la brutal paliza recibida por O’Higgins el año 1814, o por el aguante de sus habitantes ante tanta delincuencia ‘legal’?).

Résultat de recherche d'images pour "Chile:corrupcion clase política"

Quizás, a usted, amigo lector, le importe un pepino todo esto, ya que vive en Santiago o en Valparaíso, en Iquique, en Concepción o en Punta Arenas… pero, a miles de chilenos que viven y trabajan y estudian en comunas medianas y pequeñas, alejadas de las grandes urbes, sí les importa… y mucho.

Las dudas, más allá del accionar del Ministerio Público y de la Contraloría, apuntan directamente al quehacer de algunos alcaldes de comunas pequeñas, muy particularmente de aquellas que aportan exigua votación a la hora de dirimir contiendas electorales a nivel nacional, pero que se encuentran en la carpeta o dossier de parlamentarios como el senador Letelier.

La Contraloría no da abasto para fiscalizar de manera permanente esos municipios, eso se entiende. Sin embargo podría pensarse que las otras instituciones hacen su pega, como debería hacerlo el Ministerio Público… pero tampoco es así… Por eso algunos ediles de comunas rurales y pequeñas, apañadas por el senador de marras, se transforman de la noche a la mañana en una especie de tiranillos que ejercen sus cacicazgos cual si fuesen señores feudales, dueños de las cosas, las aguas, las gentes, las tierras… y las platas, por supuesto.

Pero, Letelier, el rancagüino alcalde Soto, y los fiscales, y todos los ‘importantes’ involucrados en asuntos de corrupción manifiesta (ministro Chadwick incluido), van a zafar del problema sin necesidad de prenderle una pinche vela al arcángel Miguel. El hilo será cortado por la tijera del establishment en su parte más delgada (¡ojo, señores alcaldes cipayos!), mientras los gestores de la inmundicia y la traición seguirán campeando a voluntad en estos lares. Lo doy firmado.

La prensa ‘canalla’ guardará silencio. Mejor aún, avalará las mentiras de los imputados para aclararle al respetable que todo ha sido un entuerto provocado por envidiosos y patanes que gustan de enturbiar el ambiente en el cual trabajan los susodichos revolcados en el lodo de la corrupción y el compadreo.

Todo lo mencionado en esta nota será olvidado (la memoria chilena es deleble), y veremos a los otrora imputados pontificando de nuevo en televisión y en la prensa sobre la moral, las buenas costumbres y la “necesidad imperiosa que tiene Chile por contar con una estructura legal acorde a su desarrollo”.

Ya lo verá usted… no olvide estas líneas cuando escuche al senador Letelier, al ministro Chadwick, al fiscal nacional Abbott, a los fiscales Moya y Arias, o a más de alguno de los alcaldes de esas comunas donde los mencionados han puesto sus ojos.

Cuando les vea y escuche discursear, puedo asegurarle que el aroma pestilente a percolado de mugres empapará su ambiente.

Arturo Alejandro Muñoz

Editado por María Piedad Ossaba

Publicado por Politika24 de marzo de 2019