Que la guerra termine cuanto antes

La guerra que termina cuanto antes es aquella que no se inicia.

Cuando estalle la guerra y de nuevo fracasen los oficios de la ONU, se publicarán en los grandes medios decenas de artículos demandando “que la guerra termine cuanto antes”. Piadoso deseo que acostumbran a llevarse a la boca quienes antes se ocuparon de jalearla o prefirieron mirar para otro lado. En su descargo queda su misericordioso anhelo de que la guerra, horror inevitable, si ha de ser que sea y termine cuanto antes. Una masacre que empiece y concluya en una noche, en un solo disparo, de manera que antes de que la noticia de la guerra llegue a oídos del mundo ya los condenados hayan rendido los bienes y la vida y nos despierten a rebato las campanas de la paz. Por ello es importante que la guerra termine cuanto antes, para que no se desparramen por el calendario los daños colaterales, para que las torturas no nos sobresalten y los cadáveres no pongan en entredicho ni la inteligencia de las bombas ni la pericia de los asesinos. El problema es que los muertos que dejan las guerras siempre tienen el mal gusto de agonizar más tiempo del debido afeando la solemnidad del mejor armisticio. La guerra que termina cuanto antes es aquella que no se inicia.

(Euskal presoak-euskal herrira/Llibertat presos politics/Altsasukoak aske/Aurrera República Bolivariana de Venezuela)

Koldo Campos Sagaseta Columna Cronopiando para La Pluma, 7 de febrero de 2019

Editado por María Piedad Ossaba