El amo imperial, la pandilla de Lima y la lumpendiplomacia

“[Colombia es] un país que cada día me agobia más, básicamente por un aspecto: la falta de personalidad, su falta de dignidad. Los colombianos se quieren parecer a todo menos a Colombia”.
Germán Castro Caycedo, Revista Club Diletante, marzo-abril de 2000.)

Lo que viene sucediendo desde el 23 de enero de este año en Venezuela es extremadamente grave, porque se ha puesto en marcha un golpe de Estado para derribar a un gobierno legítimo y legal, con la finalidad de imponer a un títere incondicional a los Estados Unidos. Ese proceso no puede considerarse, de ninguna manera, que discurra por los cauces normales de las relaciones diplomáticas de los Estados, ni que respete los principios de no injerencia ni intervención en los asuntos soberanos de los países. Lo que vemos es la puesta en marcha de la lumpendiplomacia, en la que han jugado un rol central el amo imperial y la pandilla de Lima, integrada por catorce gobiernos serviles e incondicionales a los dictados de Washington (con la honrosa excepción de México) y que actúan en contravía de los principios de la independencia del continente, sobresaliendo por su lacayismo y postración el gobierno de Iván Duque. A eso hay que agregar el papel servil de la Unión Europea, empezando por España, como otra banda de colonialistas que creen que todavía estamos en el siglo XVIII.

El jefe de la pandilla

Cuando se habla de las acciones realizadas por la infame Pandilla de Lima contra Venezuela, que incitan a la guerra, al intervencionismo, que desconocen los más elementales aspectos de la diplomacia y el derecho internacional, sus portavoces (entre ellos Iván Duque en Colombia) sacan pecho para hablar de su propia iniciativa para desestabilizar al gobierno venezolano, pero los hechos de las últimas semanas indican que ellos son vasallos del verdadero jefe de la Pandilla, el imperialismo estadounidense. Y en este caso cuando se habla de Pandilla no se está exagerando, porque en el actual gobierno de los Estados Unidos se nota la influencia de los delincuentes y criminales del Partido Republicano, que desde la década de 1980 (gobiernos de Ronald Reagan) han sido los responsables de las agresiones a diversos países del mundo, entre los que se cuentan El Salvador, Nicaragua, Irak, Afganistán, que han dejado miles de muertos, torturados y desaparecidos. Entre esos personajes hay cuatro que exhalan muerte, destrucción y odio hacia Venezuela, en su orden:

Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, fanático religioso y furibundo militarista que apoyo la intervención de Estados Unidos en Irak;

John Bolton, actual asesor de seguridad nacional, ha llamado a que se declare la guerra contra Irán y Corea del Norte, y aseguró en 1994 sobre la ONU: “Las Naciones Unidas no existen. Cuando Estados Unidos lidera, las Naciones Unidas lo siguen. Si algo se adapta a nuestros intereses, lo haremos. Si no nos conviene, no lo haremos”. Fue uno de los promotores de la invasión a Irak e impulsor de la mentira de que Saddam Husein tenía armas de destrucción masiva, el pretexto público con el que se justificó la invasión que causó más de un millón de iraquíes muertos;

Mike Pompeo, Secretario de Estado, antiguo director de la CIA, que legitimó la práctica de la tortura que realizó esa agencia secreta, al afirmar en 2014 que quienes la practicaban en Estados Unidos no eran “torturadores sino patriotas”;

Elliott Abrams (delegado de Trump para Venezuela), responsable de la carnicería centroamericana (contra El Salvador y Nicaragua) en la era Reagan, promotor de los escuadrones de la muerte en América Central, formó parte del affaire Irán-Contras, por el cual fue condenado, pero luego absuelto por George Bush padre, participó en el golpe frustrado contra Hugo Chávez en el 2002.

Polica exterior gringa?, por Richard Codor, USA

El equipo de Donald Trump para destruir a Venezuela, en un plan que marcha desde hace varios años en forma planificada y orquestada, es un auténtico grupo de criminales y delincuentes, amparados por el poder militar y mediático de los Estados Unidos. Esas son las “mansas palomas” que hablan de implantar la democracia y la libertad, denominaciones que cada día es más claro, quieren decir petróleo y minerales, y de los dos Venezuela tiene cuantiosas reservas. Y esos halcones de la muerte reconocen sin ambages que van por el petróleo, como lo ha dicho Bolton: “Sería una gran diferencia económica para Estados Unidos si conseguimos que compañías petroleras norteamericanas participen en la inversión y producción de petróleo de Venezuela. Sería bueno para el pueblo de Venezuela. Sería bueno para el pueblo de Estados Unidos. Hay mucho en juego”.

De criminales de esta calaña no puede esperarse mucha diplomacia, porque en concordancia con el capitalismo cada vez más lumpesco que se ha implantado en Estados Unidos y el mundo, lo suyo es la lumpendiplomacia. Y eso lo hemos visto hasta al hartazgo en estos días, como lo muestran algunas perlas.

Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos, graba un video el 22 de enero, un día antes de la marcha del 23, que le envía a sus vasallos de la oposición venezolana y fue difundido al unísono por más de 2000 medios de comunicación al servicio del imperio, en el que incita al golpe de Estado en Venezuela, y el mismo día en que se difunde el video el fantoche Juan Guaidó se autoproclama presidente de Venezuela. En ese mensaje no sólo se desconoce al presidente de Venezuela, sino que llama a organizar un levantamiento armado y apoya al títere de turno que ellos escogieron, y cuyo nombre apenas se conocía. Esta es una burla a lo más elemental del derecho internacional, algo que por supuesto Estados Unidos no conoce ni respeta, y que sus acólitos, como el gobierno de Iván Duque, secundan, creyéndose una potencia regional. Este es un hecho inaudito de intromisión en los asuntos de un Estado soberano, motivo más que suficiente para que Venezuela rompiera relaciones con Estados Unidos.

La intromisión se hace sin disimulo y por eso John Bolton declara que “todas las instituciones legítimas del Gobierno venezolano, particularmente los militares, deben responder a su nuevo comandante en jefe”, que es Juan Guaidó porque así lo ha determinado Estados Unidos y su jauría servil.

John Bolton amenaza con enviar 5000 soldados a Colombia y después asegura que al presidente Nicolás Maduro se le va a llevar a la cárcel y centro de torturas que hay en Guantánamo, en una exhibición de irrespeto como lo hace a diario cualquier truhan de bajos fondos.

Por si hubiera dudas de la lumpendiplomacia valga considerar el robo de los ingresos por petróleo a Venezuela, mediante las sanciones a la empresa Citgo Petroleum Corporation, que refina petróleo y comercializa gasolina, lubricantes y petroquímicos en los Estados Unidos y es filial de PDVSA. El monto de ese robo asciende a 11 mil millones de dólares, como lo reconoció John Bolton, es decir, que aparte de todo se enorgullecen del asalto al erario de un país.

Además de ese robo descarado anuncian que esos dineros se los entregaran al fantoche de turno, para que los administre. Estamos hablando de robo, saqueo, piratería, atraco, que se realiza en vivo y en directo y a la vista de todos, transmitido por televisión y redes antisociales, y aplaudidos como una gran contribución a la democracia y libertad en Venezuela. Ese es un robo descarado realizado por el gobierno imperialista de los Estados Unidos, y es aplaudido por los medios de desinformación del mundo que dicen respetar la propiedad, pero que son los mismos que se escandalizan cuando algún gobierno de la periferia se atreve a tocar la propiedad de una empresa de los Estados Unidos.

No existe diferencia entre este atraco y el que los marines de los Estados Unidos perpetraron en Haití en 1915, poco antes de la ocupación de esa isla durante veinte años (1915-1934). En esa ocasión, cumpliendo órdenes de un banco de los Estados Unidos y del Departamento de Estado, los marines asaltaron las bodegas del Banco Nacional de Haití en Puerto Príncipe y se llevaron lingotes de oro al territorio de los Estados Unidos y se lo entregaron a los banqueros. Por lo visto en estos días, parece que un siglo después poco ha cambiado la historia de nuestro ultrajado continente.

Donald Trump, quien se supone es el jefe supremo de la pandilla, se comunica con Juan Guaidó, luego de reconocerlo como presidente, y antes de otra marcha de la mal llamada oposición en Venezuela. Esto recuerda cuando en la propia Casa Blanca, Ronald Reagan recibió a los talibanes afganos (torturadores y asesinos) y los presentó como “combatientes por la libertad”, al tiempo que los financiaba y armaba. Ahora Trump llama por teléfono al que con antelación proclamaron como pretendido presidente de Venezuela para felicitarlos por su “coraje” y “valentía”.

Estos son ejemplos de la lumpendiplomacia al estilo imperial, que se muestra como una lucha por la libertad y la democracia, claro la de las empresas petroleras y del capital financiero, que como buitres están listos a caer sobre Venezuela, para apropiarse de su riqueza petrolera y mineral.

Es tal la desfachatez imperial que el gobierno agredido no tiene derecho a defenderse y cuando Maduro rompe relaciones con Estados Unidos, la pandilla de Washington sostiene que no se van a ir de Venezuela y van a permanecer en su sede diplomática. Con esto se rompe con una de las más elementales normas del derecho internacional, y se regresa a la diplomacia de las cañoneras.

Las pandillas de Lima y de Europa

Los acontecimientos que se han presentado después del 23 de enero han dejado en segundo plano a la Pandilla de Lima, un engendro proimperialista que se gestó con el fin de sabotear al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, de torpedear la integración latinoamericana y de entregarse sumisamente a los dictados de los Estados Unidos. Esa Pandilla ha quedado desenmascarada, puesto que su accionar sigue un guion prefabricado e impuesto por sus amos desde los Estados Unidos, como se comprueba con el hecho que cada vez que se van a reunir tienen que consultarle a algunos de los dos Mike de la Pandilla de Washington, Pence o Pompeu, sus verdaderos jefes.

De las burdas actuaciones de la Pandilla de Lima contra Venezuela, tal vez una de las más miserables, por su ignorante arrogancia, fue la del 4 de enero de este año, cuando en una resolución de condena al gobierno venezolano introdujeron el artículo 9, en donde “manifiestan su profunda preocupación por la interceptación realizada el día 22 de diciembre de 2018 de una nave de investigación sísmica, por parte de la marina venezolana dentro de la zona económica exclusiva de la República Cooperativa de Guyana”. Esta torpeza de mala fe no tuvo en cuenta que los buques que fueron interceptados navegaban en aguas jurisdiccionales de Venezuela. La torpeza alcanzó tal extremo, que luego varios países tuvieron que demarcarse de esa abusiva intromisión en los asuntos de Venezuela y más exactamente en lo relativo a la integración territorial y a las disputas fronterizas y pedirle disculpas al gobierno venezolano. Pero, con esa torpeza, quedó el antecedente negativo para gobiernos como el de Colombia, Argentina o Chile que tienen litigios territoriales. Como lo ha dicho un conocedor del asunto:

“Él artículo 9 de la Declaración de Lima del 4 de enero nos lleva a la terrible realidad y a la brutal constatación de que el derecho internacional americano ha caído en manos de una tropa de ignorantes que no temen hacer alarde de su mediocridad para emitir opiniones políticas, arropadas en su carácter de presidentes y tratando de darle un manto jurídico a prácticas intervencionistas y belicistas.
Que pueden entender de derecho internacional personajes como Piñera, Macri, Duque, Varela, Abdo Benítez, Jimmy Morales, Juan Orlando Hernández o Vizcarra cuando se han pasado parte importante de sus vidas, eludiendo la justicia de sus países, como se evidencia de sus propios historiales. Así, como creen que sus países (orden jurídico incluido) son propiedad privada de ellos y de las clases sociales que representan, pretenden que el derecho internacional se subordine a sus caprichos y a sus aberraciones”. (Sergio Rodriguez,  “Grupo de Lima: Cuando la ignorancia se pretende convertir en derecho”, 17 de enero de 2019).

A la Pandilla de Lima se le sumó otra, la europea, con la participación de personajes tan poco recomendables como Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno del Reino de España, o Emmanuel Macron, presidente de Francia. En forma alevosa la Unión Europea fijó plazos y dio un ultimátum al gobierno venezolano, como si todavía estuviéramos en la época colonial y ellos pudieran dictarle al mundo lo que se les antoje. Que puede decir un individuo como Pedro Sánchez que nunca ha ganado una elección presidencial –recuérdese que llegó a ser presidente de un Reino, gracias a un voto de censura–. Y los voceros de España deberían quedarse callados porque en su interior gravitan asuntos como la independencia de Cataluña, que bien podrían ser apoyada desde el exterior, a partir de la diplomacia injerencista del “socialista” Sánchez. Y si la lógica intervencionista de Macron se le aplicara a Francia, se le daría el ultimátum, por ejemplo, de atender las exigencias de los Chalecos Amarillos y pedir que uno de sus dirigentes sea proclamado presidente, luego de una manifestación. Ninguna autoridad moral tienen los viejos imperios europeos, cuyos gobernantes miran con nostalgia su pasado colonialista, para dar un ultimátum a un gobierno latinoamericano, solo para servir los intereses de los Estados Unidos y postrarse como una semi-colonia yanqui en Europa.

El gobierno de Colombia: el matón del barrio

Pero como en toda pandilla, o bandola de delincuentes o Bacrim (Banda Criminal), para usar la jerga colombiana, siempre hay un alumno aventajado, y ese es el matón del barrio. Y en este caso, ese funesto papel de matón de barrio contra Venezuela lo ha asumido el régimen del subpresidente Iván Duque (porque el presidente es otro). Difícilmente podría esperarse otra cosa de las clases dominantes de Colombia, que han dado muestras históricas de ser los peones más baratos y serviles de los Estados Unidos y se rigen por la lógica de la diplomacia traqueta, una manifestación particularmente colombiana de la lumpendiplomacia.

Para comenzar, los voceros del régimen de Duque –como lo piensan las clases dominantes del país– creen que Venezuela es un Departamento de Colombia y que allí se debe hacer lo que aquí se quiera. Por ello, los funcionarios de alto rango, encargados de las relaciones internacionales, se portan como las marionetas de los Estados Unidos, que cumplen al dedillo las órdenes de sus amos. Los ejemplos que se pueden traer a colación son numerosos, pero solo baste mencionar algunos de los más recientes, para develar la vergonzosa injerencia del régimen de Duque en los asuntos de Venezuela, violando los más elementales principios de la autonomía y la soberanía, consagrados en el derecho internacional.

-Participación abierta del régimen colombiano de Iván Duque en los preparativos del golpe en Venezuela

El cinismo injerencista en los asuntos de otro país, para servir a los amos imperialistas, alcanza tales cotas de indignidad en Colombia, que a los periodistas les parece normal que un gobierno participe abiertamente en los planes para derrocar a otro gobierno vecino. En una nota que se titula “Así planeó Colombia la estrategia contra Maduro” (César Sabogal, El Espectador, febrero 2 de 2019. Disponible en: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/asi-planeo-colombia-la-estrategia-contra-maduro-articulo-837534) se dicen cosas que vale la pena citar textualmente, por la indecencia, postración y servilismo que esto representa en la historia latinoamericana.

Primero, sobre los preparativos del golpe, se reconoce la participación directa del régimen de Duque en el derrocamiento del gobierno constitucional de Nicolás Maduro:

“Desde septiembre del año pasado, y en medio del sigilo, Colombia, la oposición venezolana y varios gobiernos gestaron el plan que hoy tiene a Nicolás Maduro con un pie fuera de Miraflores. […] Desde septiembre pasado, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un tanque de pensamiento con sede en Washington convocó a recalcitrantes opositores de Maduro a pensar en una Venezuela sin él, con la convicción de encontrar la fórmula para trazar el principio del fin. Acuciosos, a la cita semanal -que replicaron otros influyentes /think-tanks-/ acudieron venezolanos en el exilio, funcionarios del Departamento de Estado y personajes como William Brownfield, el canciller de Panamá, la segunda de a bordo del gobierno canadiense y casi todos los embajadores acreditados ante la Casa Blanca. La delegación colombiana trajo consigo la instrucción expresa del presidente Iván Duque, de apoyar sin rubor la búsqueda de una posición de bloque hemisférico para rechazar, de forma contundente, la proclamación el 10 de enero de 2019, de Nicolás Maduro por un nuevo período”.

Segundo, sobre el supuesto liderazgo del Embajador Colombiano en Estados Unidos, un uribista recalcitrante, se confiesa lo siguiente:

“‘El embajador (colombiano, Francisco) Santos lideró toda una labor de advertir al más alto nivel del Gobierno y del Congreso las graves consecuencias de no presionar la salida inmediata de Nicolás Maduro. Su argumento de que si Estados Unidos no tomaba acciones de inmediato, la Venezuela de Maduro pronto se le convertiría a la administración Trump en una Siria con petróleo o en una Somalia soportada en el negocio del narcotráfico realmente tuvo eco’, añadió la fuente que requirió del anonimato”.

Tercero, la participación de Alejandro Ordoñez, Embajador de Colombia ante la OEA, en la trama del golpe:

“‘Al tiempo, Alejandro Ordóñez, embajador ante la OEA, convencía a países del Caribe de firmar la declaración del organismo pidiendo la transición. Según las mismas fuentes, además de recibir en su oficina en Washington a Juan Guaidó, la primera semana de diciembre, el diplomático del gobierno Duque conversó telefónicamente en varias ocasiones con Leopoldo López y otros dirigentes de la oposición que están en Caracas para mantenerlos al tanto de las gestiones y los contactos que hacía junto con sus colegas de la región en pro de sumar aliados. En esa visita, el autoproclamado presidente Guaidó se reunió con figuras, muy probablemente el asesor de seguridad nacional John Bolton y el senador Marco Rubio’, explicó Geoff Ramsey, subdirector para Venezuela de WOLA, un grupo de investigación y defensa de los derechos humanos con sede en Washington”.

Cuarto, el conocimiento el 22 de enero (un día antes de la presentación pública de Guaidó como “presidente” autonombrado en Caracas) por parte del gobierno colombiano de Iván Duque, de lo que iba a suceder al día siguiente, en un acto conspirativo y terrorista:

“Dentro de los dirigentes políticos venezolanos de la oposición existía el temor de que una vez Guaidó se proclamara presidente, la respuesta de la comunidad internacional no iba a pasar de una formalidad, pero eso quedó desvirtuado la noche del 22 de enero, un día antes de juramentar, porque recibió importantes llamadas de respaldo, al más alto nivel dentro del gobierno de Estados Unidos y de otros de la región, y eso le dio la fuerza para seguir adelante”, le contó a *El Espectador* un diplomático suramericano”.

Quinto, el reforzamiento por parte del gobierno colombiano del frente injerencista de la OEA y de su secretario Luis Almagro, ambos igualmente golpistas, terroristas y responsables de lo que se está presentando y de lo que venga en Venezuela, con el derramamiento de sangre que eso implica. (En las manifestaciones del 23 de enero se presentaron varios muertos, que ya pueden ser achacados al régimen de Iván Duque en forma directa):

“Otro frente en el que la diplomacia colombiana se concentró fue en acompañar los esfuerzos del secretario general de la OEA, Luis Almagro, para denunciar los atropellos de Maduro. ‘Lo que cambia con el nuevo gobierno de Duque es que Almagro ya no está solo en sus llamados contra Maduro. Aquí en Washington, las voces de Almagro eran gritos en el desierto, pero con la llegada de los nuevos enviados de Bogotá comenzaron a tener eco y a multiplicarse en distintos escenarios’”.

Sexto, participación permanente del gobierno colombiano en la conspiración contra Venezuela:

“Según una fuente del Departamento de Estado, la representación diplomática colombiana sostiene encuentros frecuentes con Mauricio Claver-Caron, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, ‘con quien revisan los avances y desafíos de la estrategia’”.

Séptimo, diseño a la medida de Estados Unidos de un supuesto plan de “ayuda humanitaria”, liderado por Colombia:

“La diplomacia (sic) colombiana también asume el liderazgo en Washington de impulsar el tema de la ayuda humanitaria para Venezuela y ofrece su territorio como corredor humanitario. Según Diego Area, director asociado del Atlantic Council para el caso Venezuela, el rol de Colombia será fundamental en los próximos 30 días, pues el siguiente paso será presionar a través del tema de la crisis humanitaria. ‘Colombia debe establecerse como corredor humanitario, lo que no solo llevará alivio al sufrimiento del pueblo venezolano, sino también un claro mensaje político, muy peligroso, para Maduro’, dijo.
‘Esa estrategia, que es de Colombia, busca poner más a Nicolás Maduro contra las cuerdas. El mensaje es claro: Maduro, ante la grave situación humanitaria al que llevó a su país, deje que ingrese ayuda. Si la acepta, está aceptando el fracaso de su política, pero de no aceptarla, recibe el rechazo generalizado de la comunidad internacional por agravar la crisis en la que está sumido su pueblo’, enfatizó”.

Más claro ni el agua y dicho por una fuente absolutamente oficiosa, puesto que El Espectador, un diario de propiedad del grupo Santodomingo (uno de los verdaderos dueños de Colombia) lo que está es confesando, y con gran regocijo, una conspiración internacional. A confesión de parte, relevo de pruebas. Ahí se aprecia la verdadera catadura del régimen colombiano de Iván Duque, terrorista y golpista, en el escenario internacional, con su diplomacia traqueta, que actuando como el matón del barrio cumple las ordenes de su amo imperial, pensando que sus acciones no van a tener consecuencias, por aquello de la impunidad imperial. Al conocer noticias como la citada no solamente produce indignación sino vergüenza, vergüenza de ser colombiano. Ahora si se entiende porque el viernes anterior el sub-presidente Duque afirmó: “Hoy es digno de aplaudir lo que está viendo el mundo, y es que a la dictadura de Venezuela le quedan muy pocas horas porque hay un nuevo régimen institucional que se está creando gracias al trabajo que ha cumplido Colombia y otros países”. Lo que no es digno de aplaudir sino de condenar es la vulgar injerencia en la soberanía de otro país, con las consecuencias desastrosas y sangrientas que esto va a tener, para satisfacer los apetitos más voraces del imperialismo estadounidense, pensando con el deseo de sirvientes incondicionales que les van a quedar algunas migajas del petróleo venezolan

Prestar la Embajada colombiana en los Estados Unidos como sede del “Embajador” designado por Guaidó para los Estados Unidos, como continuación de lo hecho desde diciembre, cuando la Embajada Colombiana alojó a los golpistas de Venezuela, que llegaron a recibir órdenes de Trump. Al respecto una información de prensa es reveladora:

“Fuentes diplomáticas en Washington le confirmaron a El Espectador que desde inicios de diciembre, mientras varios gobiernos tejían con filigrana diplomática el nuevo intento por sacar del poder a Nicolás Maduro, el Gobierno de Iván Duque puso su sede diplomática a disposición de los nuevos interlocutores de Donald Trump. […] Carlos Vecchio, designado este martes por el Parlamento venezolano como nuevo embajador de Venezuela ante el gobierno de Donald Trump, trabajará ‘codo a codo’, casi de manera literal, junto al colombiano Francisco Santos Calderon. Y juntos despacharán desde el edificio ubicado en la 1724 Massachusetts Avenue NW, sede diplomática colombiana”. (César Sabogal, Embajada colombiana será sede ‘ad hoc’ de Venezuela en Washington, El Espectador, enero 29 de 2019. Disponible  en:  https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/embajada-colombiana-sera-sede-ad-hoc-de-venezuela-en-washington-articulo-8367766)

En pocas palabras, lo que aquí se revela es la participación activa del gobierno colombiano en el derrocamiento del gobierno de un país vecino, prestando su embajada para que allí se reúnan los golpistas venezolanos con sus amos de Estados Unidos y ahora, después de la farsa de autonominación de un fantoche golpista, esa misma embajada reciba como representantes diplomáticos a esos golpistas. Aparte de todo se está recibiendo con honores de diplomático a un delincuente, prófugo de la justicia venezolana y miembro del partido de extrema derecha Voluntad Popular, instigador directo de los incendios, saqueos y atentados que se realizaron en Venezuela en 2014, y que dejaron un saldo de 43 personas asesinadas. Esta es la calaña de personajes que acoge el gobierno colombiano en su Embajada en los Estados Unidos, lo cual no sorprende si se tiene en cuenta que los embajadores colombianos en Washington, como el actual, también tienen un amplio prontuario criminal.

-Aceptar el nombramiento de un “Embajador” del autodesignado Guaidó y recibirlo de manera inmediata. Este personaje, Humberto Calderón Berti (experto en temas petroleros, con un prontuario de corrupción y una larga trayectoria de entrega de las riquezas de su país a las compañías transnacionales en épocas de la Quinta República), afirmó sin ningún disimulo que a Maduro lo iban a sacar a las buenas o a las malas y como buen vasallo de los vasallos, afirmó que “El gobierno colombiano ha sido muy categórico, y en cuestión de minutos procedió a mi reconocimiento. Lo agradezco y me llena de orgullo”. Esto no puede entenderse de otra forma que como una expresión cínica de un cipayo tropical, que se inclina ante otro cipayo del imperio, como lo es Iván Duque. Bonita lección de democracia y de soberanía la que da Ivan Duque, no por algo sus conocimientos de historia son de tal nivel que, el primero de enero de este año, mientras se reunía con Mike Pompeu, Secretario de Estados Unidos, para intrigar contra Venezuela, soltó la perla de que nuestra independencia se debe a los padres fundadores de los Estados Unidos, y por supuesto nunca mencionó a venezolanos como Simón Bolívar o Antonio José de Sucre.

Prohibir el ingreso al territorio colombiano de 200 venezolanos del gobierno de Nicolás Maduro o próximos al mismo, entre ellos el del artista Omar Enrique. Respecto a este veto, el director de Migración Cristian Krüger afirmo que “esta es una decisión discrecional y soberana. No vamos a permitir que personas que le han hecho tanto daño a nuestros hermanos venezolanos se paseen por nuestro país sin importarles las consecuencias de sus actos. Estas personas han violado los Derechos Humanos del pueblo venezolano y es hora que paguen las consecuencias de sus actos”. ¡Qué ejemplo de soberanía e independencia, eso sí contra el país vecino, contra el que se conspira y se arrincona, recurriendo a la violencia, las mentiras, las intrigas y el terrorismo, como se hace desde Colombia en forma directa por el régimen de Iván Duque. Si esto se aplicara en realidad, los primeros que no podrían entrar al territorio colombiano serán los miembros de la Pandilla de Lima y los terroristas que rigen los destinos de Estados Unidos, todos ellos violadores de los derechos humanos y responsables de crímenes de lesa humanidad.

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Conclusión

Los graves acontecimientos de Venezuela de los últimos días, entre los que se destaca el golpe de Estado impulsado directamente por los Estados Unidos y aupado por sus lacayos latinoamericanos y europeos, y en el que han intentado poner a su servicio como presidente de Venezuela a un desconocido títere de última hora, un tal Juan GuaIdó, un fantoche que recuerda los peores momentos de injerencia imperialista y de postración de las clases dominantes de América Latina (tipo Carlos Castillo Armas en la Guatemala de 1954, Augusto Pinochet en el Chile de 1973 o Guillermo Endará en la Panamá en 1989). Este golpe de Estado cuenta con un equipo de propaganda a nivel mundial, con los grandes medios de desinformación masiva a la cabeza, que se replican en cada país, y que quieren hacernos creer que lo que se está presentando en Venezuela es un retorno a la “democracia” y a la “libertad”, cuando lo que está en juego es la imposición de un régimen criminal, al estilo de las dictaduras de “seguridad nacional” de las décadas de 1960 y 1970. Para hacer posible ese proyecto de reconquista imperialista en Venezuela, los Estados Unidos cuenta con el apoyo irrestricto de la pandilla de Lima, llamarla Cartel es algo muy refinado para testaferros de tan poca monta, a la cabeza de la cual se encuentra el régimen de Iván Duque en Colombia, cuyas vergonzosas actuaciones ponen de presente la catadura de las clases dominantes de este país, siempre serviles a los intereses del imperialismo estadounidense. La sangre que corra en Venezuela y el sufrimiento de sus habitantes van a ser responsabilidad directa del régimen colombiano y eso ya nadie lo puede ocultar ni negar.

Renán Vega Cantor para La Pluma, Bogotá, febrero 3 de 2019

Editado por María Piedad Ossaba