Colombia: Acechan sin tregua

El Partido Pacto Histórico todavía no existe. Su organización es incipiente. Tiene el reto de romper con un legado que algunos dirigentes pretenden introducir en sus estatutos y prácticas. No puede ser que la propia izquierda dinamite su compromiso con la historia.

Cinco grandes amenazas enfrenta el progresismo de Colombia para las elecciones del 2026:

      1. La conspiración permanente de la oposición oligárquica.
      2. Las narrativas de los opresores.
      3. El hostigamiento y la violencia intolerante.
      4. Un fraude electoral.
      5. Las mañas dentro del mismo progresismo.

La conspiración contra el gobierno del presidente Gustavo Petro no cesa. Ahora intentan ganar la colaboración del gobierno de los Estados Unidos para inmiscuirse en decisiones internas de la justicia, para que Colombia sea descertificada en su lucha perdida contra el narcotráfico, para que los organismos secretos del Norte participen en un golpe de Estado.

Las narrativas opresoras se reciclan, se consolidan, se repiten a la usanza del aparato de propaganda nazi. Cada día agregan nuevos ingredientes a sus aterradores relatos. No renuncian a conservar la posición antidemocrática de los fanáticos de esas fake news que votarán contra el proyecto progresista en el 2026. Narrativas para “alimentar” a los pura sangre del Centro Democrático y al pensamiento conservadurista.

Hay que reforzar la seguridad , por MIL, El Tiempo

Derivado de las estrategias de conspiración y narrativas mediáticas, los riesgos de ataques a la integridad física de los integrantes del gobierno, inclusive de personas de la organización del Pacto Histórico, aumentarán a medida que se acerquen las elecciones del 2026. Los discursos de satanización, terror y pánico que despliegan algunos precandidatos de la derecha, en los que ofrecen “balín” y “destripamiento” a la “plaga zurda”, azuzan a los fanáticos dispuestos a accionar un gatillo. En Colombia no existe una justicia que llame a la compostura a esos sujetos que incitan, como si convidaran a una fiesta, al hostigamiento, a la violencia política, al asesinato.

La posibilidad de un fraude electoral no es descabellada. El control de los datos del censo electoral corre por cuenta de empresas privadas que están al servicio del establecimiento. No hay garantías de imparcialidad dada la composición del Consejo Nacional Electoral -CNE-, algunos de cuyos miembros son hostiles al gobierno actual quienes intentaron investigar al presidente por los topes en la anterior campaña del Pacto Histórico, algo que no les correspondía, obedeciendo a la estrategia del golpe blando o lawfare. En las últimas elecciones, el reporte de muchas mesas de votación pretendió anular los escaños de varios congresistas; no pudieron por la eficaz labor de los testigos electorales. Sin embargo, se habla de al menos dos escaños que se perdieron por la desaparición de sus votos, escaños que fueron entregados a la oposición política.

Pero lo más paradójico y delicado para el futuro del progresismo convive al interior de algunos partidos que lo integran. Lo constituye una serie de prácticas que atentan contra los ideales democráticos y de justicia que alienta el movimiento social popular. Entre estas prácticas están:

    1. La instrumentalización de la militancia. No se tiene en cuenta a las bases sociales en los procesos democráticos.
    2. Las mañas para imponer reglas estatutarias y privilegios para cuadros dirigentes ególatras y codiciosos.
    3. La imposición de candidatos a las distintas corporaciones.
    4. Las exigencias exageradas a los cuadros populares para aspirar a Senado, Cámara, Asambleas, Concejos municipales.
    5. Las prácticas clientelistas y burocráticas.
    6. La hostilidad hacia candidatos progresistas valiosos porque no son de su simpatía ideológica. Se configura una antropofagia intrapartidista.
    7. Violación de los estatutos internos por parte de dirigentes al no renunciar a su debido tiempo para aspirar a escaños en elecciones.
    8. Dudosa administración de los recursos económicos.

Esas prácticas mañosas vienen desde hace muchos años. Parte de la izquierda no es ajena a la corrupción y degradación de las costumbres políticas. Como ocurre en la derecha su única ideología es la consecución de dinero y poder político. Estas anomalías hacen más daño que la conspiración y narrativas de los opresores. Porque hacen implosionar desde sus propias entrañas el proyecto político democrático. Desde su seno cercena la democracia. Desde su burocracia amiguista y sectaria detona su fracaso.

Ya se vio en las últimas elecciones para Congreso, también en las regionales, la pérdida de muchos escaños. La elección con lapicero en mano de los aspirantes, dejando en el camino a grandes luchadores y liderazgos populares. Todo por caprichos de dirigentes que no entienden el significado del cambio. Este tipo de izquierda ni siquiera necesita la guerra sucia de una derecha violenta para perder aspiraciones políticas, ella misma se autodestruye.

El Partido Pacto Histórico todavía no existe. Su organización es incipiente. Tiene el reto de romper con un legado que algunos dirigentes pretenden introducir en sus estatutos y prácticas. No puede ser que la propia izquierda dinamite su compromiso con la historia.

Tigrillo L. Anudo, 25-8-2025