La confrontación estratégica en Asia (I & II)

La nueva configuración del poder mundial que se ha estado verificando en los últimos años, se ha ido haciendo patente en el gran espacio euroasiático. En esta amplia extensión geográfica se manifiestan dos características, una política y otra geográfica que trastorna con profundidad inusual la geopolítica global. La primera es que se está hablando de una región donde no hay presencia hegemónica de Estados Unidos ni de Europa, sobre todo desde la derrota y huida de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán en agosto de 2021.

Aunque parezca un lugar común, vale recordar para efectos de este análisis la profecía del geopolítico inglés Halford John MacKinder que a comienzos del siglo XIX afirmó que «quien domine Asia Central, dominará Eurasia y quien domine Eurasia, dominará el mundo». Sus puntos de vista esbozados en la “Teoría del Heartland”. establece que el control del vasto corazón continental de Eurasia, que incluye Asia Central, Rusia Central y Siberia, otorgaría una posición estratégica para dominar el resto de Eurasia y, por extensión, el mundo.
Más allá de la veracidad de tal teoría, lo cierto es que la nueva configuración del poder mundial que se ha estado verificando en los últimos años, se ha ido haciendo patente en el gran espacio euroasiático. En esta amplia extensión geográfica se manifiestan dos características, una política y otra geográfica que trastorna con profundidad inusual la geopolítica global. La primera es que se está hablando de una región donde no hay presencia hegemónica de Estados Unidos ni de Europa, sobre todo desde la derrota y huida de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán en agosto de 2021.
La segunda es que el territorio en cuestión es una gran masa terrestre que aun teniendo costas tanto al norte como al sur, el eje fundamental de la misma se encuentra muy alejada de los mares. En esa medida la configuración del poder bélico mundial que se ha estructurado desde hace al menos cinco siglos a partir de la primacía naval ha quedado sin efecto, obligando a realizar profundas adecuaciones doctrinarias, sobre todo en términos militares.
En primera instancia, China y Rusia han ido configurando una red de organizaciones y estructuras a las que se han ido incorporando paulatinamente otras naciones, algunas de ellas, muy poderosas e importantes en la dinámica regional y global hasta crear una telaraña de instituciones de diversa índole: económicas, financieras, de cooperación y de seguridad que van dando vida a una nuevo ordenamiento de la región y por ende del mundo. A ello, se le suma una enorme cantidad de recursos destinados a generar mecanismos de integración reales y efectivos y que se patentizan en carreteras, vías férreas, represas para generar energía hidráulica y una utilización óptima de las aguas, construcción de puertos y aeropuertos y hasta mecanismos de integración digital que están evidentemente beneficiando a los países participantes.
Por supuesto, Occidente no iba a aceptar esto tranquilamente y ha incrementado acciones de todo tipo a fin de torpedear y hacer imposible la concreción de este gran proyecto de dimensión planetaria sobre todo desde el año 2020. Una serie de conflictos heredados del pasado colonial por una parte, dificultades propias de la gestión de gobierno de otra, así como erróneas prácticas gubernamentales, han sido aprovechadas por quien pretende “pescar en río revuelto”.
Al hacer un recuento cronológico se podrá ir viendo como hay un escalamiento de los conflictos en la región, curiosamente a lo largo de la Ruta de la Seda. Aún antes de su vergonzosa huida de Afganistán y durante su poderosa presencia militar en ese país, Washington urdía golpes de Estado a fin de desestabilizar la región. En octubre del año 202, hizo el primer ensayo de derrocamiento del gobierno de Kirguistán, las intentonas se repitieron en noviembre de 2021 y más recientemente en julio de 2024. Estados Unidos no le perdona su membresía en la Organización de Cooperación de Shanghái, la Comunidad de Estados Independientes y la Unión Económica Euroasiática a través de las cuales ha fortalecido sus vínculos con Rusia y China.
Pero sobre todo, Estados Unidos no toleró que el convenio que le permitía utilizar el denominado Centro de Tránsito de Manas en el aeropuerto internacional de Biskek la capital del país fuera cancelado en junio de 2014, a partir de lo cual, las Fuerzas Armadas kirguisas comenzaron un fuerte acercamiento con Rusia.
Ese mismo año, en junio, Estados Unidos había incentivado el ancestral diferendo entre India y China en el Himalaya, en particular en la llamada Línea de Control Actual (o LAC, por sus siglas en inglés), en concreto, en el valle de Galwan, en Ladakh. Este valle se encuentra en la disputada región de Cachemira (otro lugar conflictivo heredado de la ambigüedad de la demarcación trazada por el colonialismo británico). La presencia de ríos, lagos y montañas nevadas hace que esa frontera de facto varíe y a menudo genere confrontación. India y China comparten una frontera de más de 3.440 kilómetros y tienen reclamaciones territoriales superpuestas.
No obstante, durante las últimas tres décadas, los dos países (ahora potencias) han protagonizado diversas rondas de diálogo (con la mediación de Rusia en los últimos años) culminando en agosto de este año con un consenso de diez puntos para avanzar en la resolución del diferendo fronterizo tras la visita del canciller chino Wang Yi a Nueva Delhi donde junto a su contraparte india, el director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores y representante especial Shri Ajit Doval suscribieron tan importante documento. Estos acuerdos allanaron el camino para la exitosa visita del primer ministro Narendra Modi a Beijing a inicios de este mes. Este encuentro manifiesta un duro golpe (tal vez el más fuerte jamás recibido en los últimos años) a la estrategia estadounidense en la región.
Entrando al año 2022, el 5 de enero, se produjeron masivos disturbios en Kazajistán, en cuyo transcurso los manifestantes atacaron a policías y militares. El presidente Kasym-Zhomart Tokáyev denunció el intento del golpe de Estado y pidió ayuda a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), alianza liderada por Rusia que fue convocada para apoyar a las autoridades kazajas. El 7 de enero se paralizaron las acciones terroristas y el 19 se produjo la retirada del país del contingente militar de la OTSC. El mundo y sobre todo Occidente observaron con extrema sorpresa que una fuerza militar convocada para luchar contra el terrorismo abandonaba un país tras cumplir su misión. No se transformó -como es habitual- en una fuerza de ocupación.
Kazajistán es miembro de la Comunidad de Estados Independientes, la Organización de Cooperación Económica y la Organización de Cooperación de Shanghái y un gran productor de petróleo y gas natural. Además, posee ingentes recursos minerales que le ha permitido desarrollar una poderosa industria siderúrgica y metalúrgica. Pero tal vez el dato clave es que, el país es el mayor productor de uranio en el mundo.
En abril de ese año, Imran Khan primer ministro de Pakistán fue destituido por el Congreso tras un largo período de acusaciones. Un mes antes, Khan había denunciado que Estados Unidos estaba detrás de una carta en la que era amenazado exponiendo la misma como prueba de una conspiración extranjera para derrocar a su gobierno. Aunque intentando mantenerse en el poder se desdijo luego del contenido de la misiva explicando que fue “un desliz lingüístico”, el 10 de abril se aprobó la moción de censura que lo destituyó. Aunque Pakistán ha sido a lo largo de la historia un gran aliado de Estados Unidos, también lo es de Irán y de China, países vecinos.
Sobre todo con China, Pakistán estableció un fuerte vínculo para contrarrestar su enemistad con India por una parte y simultáneamente, para enfrentar el terrorismo del Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (MITO) que opera en ambos países a partir del reclutamiento de extremistas uigures que habitan a ambos lados de la frontera. China ha hecho gigantescas inversiones en Pakistán, incluyendo el financiamiento para una ampliación significativa del puerto de aguas profundas de Gwadar ubicado en el vértice del Mar de Arabia y en la boca del Golfo Pérsico como parte del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) en el marco de la Ruta de la Seda. El acercamiento de Khan a China era visto con malos ojos por Washington que operó para su destitución.
Dos años después, en 2024, algo similar le ocurrió a Sheikh Hasina primera ministra de Bangladesh tras protestas en el país que se fueron intensificando hasta convertirse en un levantamiento masivo durante el mes de agosto produciendo su derrocamiento y huida del país. Dos meses antes, la primera ministra Hasina afirmó que un «país blanco» estaba conspirando para derrocar a su gobierno y que ese “país blanco” le prometió que la reconocerían si establecía una base aérea en el territorio nacional. También expuso los fundamentos de una conspiración para crear un país cristiano en las líneas de Timor Oriental y Birmania. Aunque Bangladesh adoptó una política exterior de ponderación estratégica, manteniéndose equidistante entre las principales potencias regionales y globales China, India y Estados Unidos, la ampliación de sus vínculos con China despertaron el alerta en Washington. Bangladesh se estaba transformando en un destino importante para la inversión china, fortaleciendo la cooperación económica bilateral.
Vale decir que China y Bangladesh mantienen una «asociación estratégica integral de cooperación», que se ha fortalecido con la participación de Bangladesh en el proyecto chino de la Ruta de la Seda a través del cual se han financiado una buena cantidad de proyectos de infraestructura, como la modernización del puerto de Mongla y la creación de zonas económicas industriales en el país, todo ello en el marco de la creación del corredor económico Bangladesh-China-India-Myanmar (BCIM), un proyecto estratégico que busca fortalecer la infraestructura y el comercio regional.
Así mismo, el Ejército de Bangladesh ha sido equipado con tanques chinos, su armada cuenta con fragatas y lanchas lanzamisiles chinas, y la Fuerza Aérea de Bangladesh opera aviones de combate chinos.

II 

Ha sido este año 2025 cuando Estados Unidos ha intensificado sus acciones en Asia hasta alcanzar niveles nunca antes vistos. En el mes de abril, India y Pakistán dieron continuidad a su largo historial de conflictos tras el ataque del Frente de Resistencia (TRF), una rama del grupo terrorista pakistaní Lashkar-e-Tayyiba en Cachemira que produjo la muerte de 26 turistas hindúes y a un trabajador local e hirió a más de 20 personas.

En respuesta, India acusó a Pakistán de apoyar el terrorismo transfronterizo expulsando diplomáticos pakistaníes y retirando los propios de Islamabad. Así mismo, se suspendió la emisión de visas, se cerraron las fronteras, al tiempo que Nueva Delhi se retiró del Tratado de las Aguas del [rio] Indo.  Pakistán negó las acusaciones y respondió con restricciones al comercio, cierre del espacio aéreo y cruces fronterizos y la suspensión del tratado de paz firmado el 2 de julio de 1972 entre los dos países conocido como  Acuerdo de Shimla.

Entre el 24 y el 29 de abril, los ejércitos indio y pakistaní se enfrentaron en escaramuzas e intercambiaron disparos con armas pequeñas, pero el 6 de mayo de 2025, India lanzó la Operación Sindoor, que implicó ataques con misiles contra Pakistán, contra lo que denominó «infraestructura terrorista» en la Cachemira pakistaní.

El 10 de mayo hubo un acuerdo, que puso fin a los combates. Sin embargo, ambos países mantienen medidas de tensión, como la suspensión de acuerdos comerciales y de tratados bilaterales. Ambos países se atribuyeron la victoria pero mientras el primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, agradeció el «papel proactivo» de Estados Unidos para negociar el acuerdo, el primer ministro indio, Narendra Modi, dejó en claro al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que el alto el fuego se logró a través de conversaciones entre los dos ejércitos y no mediante la mediación estadounidense, como lo había anunciado al mundo sin rubor el presidente estadounidense.

El secretario de Relaciones Exteriores de India, Vikram Misri, en un comunicado de prensa fue enfático: “El primer ministro Modi le dijo claramente al presidente Trump que durante este período, no hubo conversaciones en ningún momento sobre temas como el acuerdo comercial entre India y Estados Unidos o la mediación estadounidense entre India y Pakistán”. Esto, unido a las presiones de Washington para que Nueva Delhi deje de comprar petróleo a Rusia, ha tensado las relaciones bilaterales y distanciando a dos países que en el pasado han sido sólidos aliados.

Cabe destacar que en marzo, Pakistán anunció la compra de una participación en el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), la institución financiera del grupo BRICS. Así mismo ha expresado su voluntad de unirse a este conglomerado. De igual manera, desde 2017 forma parte de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Por su parte, India es miembro fundador de BRICS y también participa desde ese mismo año 2017 en la OCS.

Mas recientemente, en julio de este año estallaron combates en la frontera entre Tailandia y Camboya en lo que ha sido el enfrentamiento más grave entre ambos países en más de una década.  La violencia ha reavivado una disputa territorial de larga data y ha puesto a prueba la capacidad de la ASEAN para gestionar crisis de seguridad repentinas con consecuencias económicas directas.

El conflicto tiene sus raíces en las demarcaciones de la época colonial y la disputada soberanía del Templo de Preah Vihear. Si bien la Corte Internacional de Justicia falló a favor de Camboya en 1962 y reafirmó la decisión en 2013, las ambigüedades sobre las tierras adyacentes siguen generando tensión.

La Asociación de Estados del Sudeste de Asia (ASEAN,) jugó un papel fundamental para ayudar a detener este conflicto fronterizo pero sus manos estaban atadas en gran medida, debido a que las causas profundas del enfrentamiento están arraigadas en la dinámica interna de ambos lados.

Aunque pareciera que tanto China como Estados Unidos intervinieron para calmar las tensiones, lo cierto es que los dos países confrontados son activos miembros de la Ruta de la Seda. Además, desde 2014 Tailandia ha manifestado un mayor acercamiento a China que ha hecho grandes inversiones en el país. Vale decir que Tailandia se unió al bloque BRICS como País Socio a partir del 1° de enero de 2025 tras aceptar una invitación de Rusia entonces presidente pro tempore de la agrupación.

Por su parte, Camboya ha sido un tradicional y antiguo aliado de China. Sus vínculos se han acentuado desde el año 2010 cuando Beijing construyó un puerto marítimo de aguas profundas a lo largo de 90 km. de costas en el golfo de Tailandia que puede ser utilizado por cruceros, graneleros o buques de guerra.

El apoyo diplomático de Camboya a China ha sido inapreciable para los esfuerzos de Beijing por reclamar zonas en disputa en el Mar de China Meridional. Dado que Camboya es un firme aliado de China, actúa como contrapeso a las naciones del sudeste asiático que mantienen lazos más estrechos con Estados Unidos.

Más hacia el oeste y en los límites entre Asia y Europa, pero también en el trazado de la Ruta de la Seda, el 8 de agosto de 2025 se firmó un acuerdo de paz entre Armenia y Azerbaiyán para poner fin al conflicto del Alto Karabaj, que se había prolongado durante 37 años. El acuerdo incluyó disposiciones para la delimitación de fronteras, la cooperación en materia de seguridad y medidas para la normalización de las relaciones entre ambos países.

Hasta ahí todo parece normal y positivo para el logro de la paz en esta zona bastante conflictiva del Cáucaso meridional. Pero en paralelo a este acuerdo, el gobierno de Estados Unidos afirmó que Armenia le concedería durante 99 años los derechos exclusivos para desarrollar el corredor de Zangezur, rebautizado como la Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional (TRIPP), con el objetivo de conectar el ahora enclave de Najichevan con el resto de Azerbaiyán a través de Armenia, sin pasar por puestos de control armenios. Este corredor permitiría el tránsito de personas y mercancías desde Europa hacia Azerbaiyán y el resto de Asia Central sin necesidad de pasar por Rusia o Irán. Este acuerdo podría considerarse el logro más importante -y tal vez el único- logrado por la diplomacia estadounidense y un golpe a los intereses tanto de Rusia como de Irán.

Casi cerrando este recuento es válido señalar que el pasado 25 de agosto se comenzaron a desarrollar protestas en Indonesia como consecuencia de un malestar social más amplio que tuvo su origen a principios de 2025 debido a la situación económica general del país y la propuesta de aumentar subsidios de vivienda para los parlamentarios. Las protestas que se concentraron principalmente en torno a la capital Yakarta, se intensificaron y se extendieron a todo el país.

El fin de las protestas que impidieron que el presidente Prabowo Subianto asistiera a la Cumbre de la OCS en Tianjin China a comienzos de este mes no implican el fin del conflicto. En la historia indonesia, los procesos sociales y políticos (incluso el más importante de ellos que condujo al fin de la dictadura de Haji Suharto en 1998) se producen a partir de la acumulación de fuerzas y experiencias que conducen a estadios superiores de lucha.

Pero en el plano geopolítico, es importante consignar que Indonesia se unió formalmente al bloque de países emergentes BRICS el 7 de enero de este año como miembro de pleno derecho, convirtiéndose en el décimo miembro y el primero del Sudeste Asiático en unirse al grupo.

Finalmente, es necesario referirse a Nepal el segundo país más pobre del sur de Asia antes de Afganistán. Es un república nueva que accedió a esa condición solo en 2008 tras una década de guerra civil liderada por una fuerza militar autodenominada “maoísta” que cobró la vida de más de 17.000 personas. Sin embargo, el país no ha logrado una estabilidad económica y política deseada. El poder ha sido distribuido entre el Partido Comunista y el Congreso Nepalí que han dilapidado el capital político adquirido en la lucha contra la monarquía, todo lo cual estuvo en el germen de las protestas que se iniciaron el 8 de septiembre y que condujeron a la renuncia del primer ministro. KP Sharma Oli, al costo de más de 50 muertos, casi todos jóvenes y pérdidas financieras que podrían ascender a unos 21.300 millones de dólares, casi la mitad del PIB del país.

Según el periodista y escritor srilankés residente en Hong Kong Nury Vittachi, lo cierto es que Estados Unidos gastó recientemente más de un millón de dólares para capacitar periodistas que acusaran al gobierno de corrupción, así mismo, para capacitar jóvenes de la llamada generación Z en activismo político. Todo ello, como respuesta a la decisión del gobierno manifestaran su voluntad de establecer un modelo independiente de internet, de similar forma a como lo ha hecho China.

La inestabilidad en Nepal afecta de forma opuesta a sus poderosos vecinos China e India. Una primer mirada apunta a que el gran ganador es India toda vez que la primera ministra interina, Sushila Karki, nombrada tras la renuncia de Oli  pertenece a la élite  que se formó en India, además dos de los tres ministros interinos que se han elegido para gobernar Nepal hasta las elecciones, son próximos a los intereses indios. Por el contrario. China que fortaleció las relaciones con la nueva república del Himalaya tras el fin de la monarquía y que recientemente había firmado importantes acuerdos de cooperación con el primer ministro Oli, ha visto mermada su influencia en el país vecino. Una de las instituciones incendiadas por la furia de los manifestantes fue la sede de la Nueva Ruta de la Seda en Katmandú.

Por su parte, la embajada de Estados Unidos expresó “estar satisfecha por el vuelco político de Nepal”, aunque confía en estarlo aún más tras las elecciones previstas para dentro de seis meses. 

Más allá de que algunas de estas protestas tienen su origen en justas demandas del movimiento social en contra de la crisis económica, la corrupción y el nepotismo, es necesario alertar que aun cuando no todas tienen su origen en la voluntad desestabilizadora de Estados Unidos y Europa en la región, es evidente que Occidente está pendiente de los acontecimientos a fin de introducirse en el corazón y el cerebro de estos para conducirlas hacia objetivos geopolíticos que nada tienen que ver con las demandas populares.

Cualquier persona de buena voluntad tiene el derecho a suponer que todos estos hechos son casuales y que no tiene validez enlazarlos como parte de una acción imperial desequilibrante, pero como dice un dicho popular atribuido a Miguel de Cervantes: “Las brujas no existen, pero de que vuelan…vuelan”

Sergio Rodríguez Gelfenstein, 18 y 24 de septiembre de 2025