La película de Charles Chaplin ‘La quimera del oro’, es una brillante ironía al espejismo y realidad de esta conmoción en la época, creada por el extractivismo minero y comercial. La obra teatral de Pablo Neruda ‘Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta’, es una bella alegoría literaria, vista desde el mundo popular chileno y de nuestra América. También en la literatura, la caricatura y en las artes se manifestó como metáfora, descripción, personaje y denuncia la conquista acicateada por la minería del oro en California, y las construcciones del ferrocarril y el Canal de Panamá.
De manera magnífica hay que destacar ‘Cantos de vida y esperanza, los cisnes y otros poemas’ de Rubén Darío, el grande poeta, uno de los libertadores del lenguaje castellano y cultor de esta lengua para los americanos, con un criterio internacional que envolvió a la literatura española con su idioma y su música verbal. Pues bien, Rubén Darío escribió su poema A Roosevelt, en el prefacio a su libro precisa:
“Si en estos cantos hay política, es porque aparece universal. Y si encontráis versos a un presidente, es porque son un clamor continental. Mañana podemos ser Yanquis (y es lo más probable); de todas maneras, mi propuesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter” [1].
Leamos la oda ‘A Roosevelt’:
¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
que habría que llegar hasta ti, Cazador!
¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
con un algo de Washington y cuatro de Nemrod!
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoi.
Y domando caballos, o asesinando tigres,
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
(Eres un profesor de energía,
como dicen los locos de hoy).
Crees que la vida es incendio,
que el progreso es erupción;
en donde pones la bala
el porvenir pones.
No
Los Estados Unidos son potentes y grandes,
Cuando ellos se estremecen hay un hondo temblor
que pasa por las vértebras enormes de los Andes.
Si clamáis, se oye como el rugir del león.
Ya Hugo a Grant lo dijo: «Las estrellas son vuestras».
(Apenas brilla, alzándose, el argentino sol
y la estrella chilena se levanta…) Sois ricos.
Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón;
y alumbrando el camino de la fácil conquista,
la Libertad levanta su antorcha en Nueva York.
Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!
(Málaga 1904) [2].
También en el bellísimo poema dedicado a Juan Ramón Jiménez ‘Los cisnes’, hay un cuarteto que se declama por doquier en nuestra América y no solo en su patria Nicaragua:
¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿callaremos ahora para llorar después? [3].
La poesía de Rubén Darío ha sobrevivido al paso del tiempo y cada vez su música, su estilo y su contenido crecen en influencia en la formación sentimental de nuestros pueblos.
En estos días de amenazas con el despliegue de la más poderosa flota de guerra movilizada sobre el Caribe que amenaza a Venezuela, debemos evocar la poética de Rubén Darío para que nos acompañe, y proponerle a la diplomacia de las modernas cañoneras yanquis, que se adopte como verdadero tratado estos versos de Darío, en su magnífica ‘Salutación al águila’:
“Existe el águila, existe el Cóndor. Es su hermano en las grandes alturas.
Los Andes le conocen y saben que, como tú, mira al sol.
May this grand Union have no end, dice el poeta.
Puedan ambos juntarse, en plenitud de concordia y esfuerzo” [4].

Notas
[1] Rubén Darío. Cantos de vida y Esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905) en Rubén Darío Poesía. Pp, 244. Editorial Biblioteca Ayacucho. Barcelona. 1985.
[2] Rubén Darío. Pp. 255 – 256.
[3] Op. citada. Pp 263.
[4] Darío, Rubén. Salutación al Águila en el Canto Errante. (1907). Pp. 313. Editorial Biblioteca Ayacucho. Barcelona. 1985.