El Tribunal Superior de Bogotá absolvió al cuestionado expresidente Álvaro Uribe Vélez. Esa noticia no puede leerse como un cierre, sino como un acto de resistencia de las viejas élites frente a un país que se mueve, inevitablemente, hacia un nuevo orden político. Quien crea que este proceso terminó, desconoce algo esencial: el caso nació en la Corte Suprema de Justicia, y allá regresará para ser resuelto por casación. Ese será el verdadero pulso entre justicia o impunidad.
El senador Iván Cepeda no como político, sino como representante de víctimas anunció ese recurso extraordinario con una claridad que marca época: respeto total por la justicia, pero absoluto desacuerdo con una lectura judicial que niega la fuerza probatoria de los testimonios clave que sustentan la responsabilidad de Uribe. El tribunal no demostró inocencia. Simplemente decidió no creer.

El punto de quiebre: Huacharacas y el soborno a testigos
Juan Guillermo Monsalve, exparamilitar, afirma haber presenciado la alianza entre narcos y políticos durante los años de expansión paramilitar en la Hacienda Guacharacas.
La Corte Suprema bajo orden legal intercepta líneas para investigar otro delincuente… y aparece la voz de Álvaro Uribe hablando de cómo torcer testimonios para detener el proceso. Y ahora, la defensa grita “violación a la intimidad”. ¿Desde cuándo defender la intimidad del poderoso está por encima del derecho de una nación a conocer la verdad sobre sus muertos?
El presidente Gustavo Petro lo dijo sin rodeos: lo que está en marcha no es un simple expediente penal. Es un contraataque político del viejo régimen narco-latifundista-financiero para evitar que Colombia consolide una transición democrática profunda.

Expresidentes como Álvaro Uribe, Iván Duque, Andrés Pastrana y sus operadores en Estados Unidos como el senador trumpista Bernie Moreno están alineados. Temen que el cambio no solo gobierne cuatro años, sino que trate de quedarse.
Temen que el progresismo que viene respaldando con firmeza el Gobierno del presidente Petro pueda continuar el ciclo histórico que por primera vez amenaza seriamente los privilegios ilegales que se disfrazaron de “modelo económico” durante 30 años.
Lo que está en juego
Y lo cierto es que, por primera vez, una gran mayoría está mirando con lupa. Porque ya no hay miedo. Porque ya no se cree en el cuento de “salvadores de la patria”.
Porque ya hasta el pueblo entiende que esto no es un juicio a un hombre: es un juicio al modelo que lo parió.