Diez horas que estremecieron a la Argentina

El Gobierno de Javier Milei en Argentina es un experimento. Se funda en una narrativa anti Estado, estafas y escándalos y, ante todo, una retórica que no esconde en absoluto su voluntad de violentar a la oposición y saltarse las leyes. El gobierno anarcocapitalista argentino estira los límites de la extrema derecha y expone hasta qué punto pueden ser concisos y claros con respecto a su agenda de odio y destrucción.

Represión a jubilados en Buenos Aires, 12 de marzo de 2025 - Santiago Oroz / Zuma Press/ ContactoPhoto

El pasado miércoles 12 de marzo, jubilados, movimientos sociales e hinchas de fútbol se movilizaron contra el Gobierno ultra neoliberal de Javier Milei, que desplegó la mayor represión de su mandato. En un contexto de caída electoral, su gestión busca asustar y disciplinar tanto en la calle como en el Congreso.

Ese día estaba señalado en el calendario político argentino. No había ningún proceso electoral, tampoco alguna sesión extraordinariamente importante en el poder legislativo. En realidad, era miércoles y, como todos los miércoles, los jubilados se iban a movilizar contra la agenda del gobierno de Javier Milei, que deliberadamente ha cargado (física y económicamente) contra los pensionistas del país, como parte de su plan de ajuste y disciplinamiento de la sociedad civil.

Eso sí, había una diferencia: hinchadas de un sinfín de clubes de fútbol habían confirmado su apoyo a la convocatoria. No sería un miércoles cualquiera, sino uno en el que varias capas del siempre complejo espacio opositor en Argentina se sumarían a las movilizaciones de los jubilados. El contexto tampoco era simple, pues Javier Milei enfrenta una notable caída en su imagen pública y en el apoyo a su gobierno, consecuencia de la combinación de escándalos políticos, estafas cripto y un runrún creciente sobre la sostenibilidad de su “plan” contra la inflación y la devaluación.

Represión en la calle

Brutal represión por parte de fuerzas policiales bajo órdenes del Gobierno de Milei.

La oposición buscaba una demostración de fortaleza y unidad. El gobierno “libertario” se jugaba en cierta medida su credibilidad, desgastada en lo ético, lo político y lo económico. Podía, no obstante, reforzar otra de las patas de su narrativa: la de la violencia. Desde que asumió como jefe de la Casa Rosada, Javier Milei y su ministra de Seguridad, la excandidata y vieja guardia de la “casta” nacional Patricia Bullrich han hecho gala de sus “protocolos” contra los piquetes y las movilizaciones sociales.

Pese a los mediocres resultados en lo logístico, la estrategia represiva del gobierno de Javier Milei ha sido efectiva en la construcción de un marco ideológico crucial: ser impasible contra la “casta” de los jubilados, los estudiantes y las organizaciones sociales. Para comprender esto es fundamental echar la vista atrás hasta el gobierno de Mauricio Macri, quien desplegó ⎻también con Bullrich como ministra de Seguridad⎻ sendas políticas represivas durante las protestas.

Lejos de escandalizar a su núcleo duro, solidificó el apoyo de una porción en absoluto desdeñable de su electorado. Algo parecido ocurre hoy con Javier Milei y su famoso treinta por ciento de “suelo” electoral. Atravesado por una identificación que es, ante todo, antiperonista y antikirchnerista, el núcleo duro del votante oficialista avala, exige y celebra la brutalidad policial del gobierno argentino. El odio de clase (muy a menudo autolesivo) del votante de la ultraderecha en Argentina no solo no se ve afectado por las imágenes de violencia, sino que fortalece su vínculo identitario con Milei.

Javier Milei, el ultraneoliberal y fascista mandatario de la Argentina que busca demantelar por completo el Estado.

Conscientes de esta necesidad, el tándem liberal-represivo formado por Milei y Bullrich forjó un operativo con un único objetivo: violentar la movilización en defensa de los jubilados, generando imágenes crudas que pudieran satisfacer las ansias revanchistas de su núcleo duro al tiempo que asustasen y disciplinasen a la oposición.

El Centro de Estudios Legales y Sociales de Argentina llevó a cabo un seguimiento de la jornada y constató numerosos hechos de violencia de las fuerzas represivas contra los manifestantes. Poco después de la convocatoria, fueron cortadas las calles y se cercó la Plaza de Mayo, buscando limitar el éxito de la movilización. Gendarmería, Prefectura y Policía Federal se coordinaron para agredir a los jubilados y al resto de los sectores movilizados; el gas pimienta cubrió varios puntos rápidamente.

Aunque no es la primera vez que el Gobierno “libertario” reprime violentamente a jubilados ⎻que en algunos casos superan los ochenta años de edad⎻, en este caso la magnitud alcanzó nuevas cotas. Varios pensionistas recibieron agresiones violentas, niños sufrieron las consecuencias de ser alcanzados por gas pimienta y un fotoperiodista, Pablo Grillo, fue alcanzado por un disparo y sufrió una ruptura de cráneo. Más de cien detenidos, en algunos casos tras permanecer durante horas hacinados en un furgón policial.

En cualquier caso, el fondo de la represión no es casual. El Gobierno de Javier Milei busca lanzar un mensaje a sus bases y a la oposición: no va a ceder. En un contexto de bajada abrupta de su popularidad, e inmerso en unas complejas negociaciones buscando un nuevo endeudamiento de Argentina con el Fondo Monetario Internacional, Milei pretende proyectar una imagen de firmeza. Su agenda será llevada a cabo con o sin el apoyo popular, expone. Tal como está siendo su relación con el poder legislativo, marcada por la imposición y la unilateralidad, el anarcocapitalista busca reiterar que “no necesita” el consenso social. Si lo tiene excelente; si no, seguirá igualmente mediante la violencia.

Policía reprime violentamente a jubilados y ciudadanos que protestan por veto del Gobierno de Milei a la reforma de las pensiones.

Trampas en el Congreso

La deriva autoritaria del gobierno argentino no puede sorprender a nadie. Fue advertida antes, durante y después de la campaña electoral que dio a Javier Milei las llaves de la Casa Rosada. Se extiende al poder legislativo, donde, hasta hace no mucho, La Libertad Avanza había consolidado un frágil (pero eficiente) sistema de alianzas para evitar que se cayeran los decretos presidenciales. A siete meses de las elecciones legislativas intermedias donde los “libertarios” pretenden ganar varias decenas de bancas, Milei necesita imponer su agenda en un Congreso cada vez más hostil.

Mientras las fuerzas represivas cargaban contra periodistas y jubilados, en la Cámara de Diputados la oposición logró el quórum para intentar quitarle a Javier Milei las facultades extraordinarias que le fueron concedidas al inicio de su legislatura. En una explícita vulneración del funcionamiento del poder legislativo, Martín Menem, presidente de la cámara, levantó la sesión y se encerró en su despacho. ¿La excusa? Una pelea física entre legisladores oficialistas.

El Gobierno de Javier Milei en Argentina es un experimento. Se funda en una narrativa anti Estado, estafas y escándalos y, ante todo, una retórica que no esconde en absoluto su voluntad de violentar a la oposición y saltarse las leyes. El gobierno anarcocapitalista argentino estira los límites de la extrema derecha y expone hasta qué punto pueden ser concisos y claros con respecto a su agenda de odio y destrucción. Esa es una de las claves de su mandato; las elecciones de octubre podrán ponerle un freno, sí, pero también constatarán con toda probabilidad que un porcentaje considerable del pueblo argentino acepta y apoya la ruptura de toda lógica humanista. Los próximos meses serán decisivos.

Eduardo García Granado

Fuente: Diario Red, España/Cronicón/12/13 de marzo de 2025

Editado por María Piedad Ossaba

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