Las venas abiertas de Venezuela

La solución para parar la hemorragia, no pasa por eliminar el control cambiario sino, al revés, por fortalecer los controles.

Refiriéndose a Venezuela, Eduardo Galeano escribió hace medio siglo: “La nacionalización de los recursos básicos no implica, de por sí, la redistribución del ingreso en beneficio de la mayoría, ni pone, necesariamente, en peligro el poder, ni los privilegios, de la minoría dominante. Lo cierto es que, según las cifras oficiales, en la última década Venezuela no ha registrado el ingreso de nuevas inversiones del exterior, sino, por el contrario, una sistemática desinversión. Venezuela sufre la sangría de más de setecientos millones de dólares anuales, convictos y confesos como «rentas del capital extranjero». Las únicas inversiones nuevas provienen de las utilidades que el propio país proporciona”.

En aquel momento, año 1971, Galeano hablaba de setecientos millones de dólares anuales. Al día de hoy, y desde 1970, la sangría ha sido, en promedio, por lo menos 17.805 millones de dólares al año.

Antes de la “nacionalización” del petróleo las grandes empresas transnacionales se ocupaban directamente de la exploración, explotación, refinería, distribución y venta del hidrocarburo. Los ingresos se registraban como exportaciones del sector privado y, de hecho, iban a parar directamente a las cuentas que estas empresas tenían en el exterior.

Luego de la “nacionalización” en la década de los 70, la producción y venta la asumió el Estado venezolano. Los ingresos comenzaron a registrarse como exportaciones del sector público. Sin embargo, no significó, como premonitoriamente lo afirmó Galeano, que la “nacionalización” garantizase la redistribución de esos ingresos entre la mayorías. Por el contrario, ya sin si quiera tener que ocuparse del proceso productivo, con mecanismos de neo colonización, esos recursos, igualmente han ido a parar a las cuentas bancarias de los grandes capitales transnacionales en el exterior.

Según datos tomados del Banco Central de Venezuela (BCV), entre 1976 y 2018 han ingresado, por concepto de exportaciones, 1,4 millones de millones de dólares (US$ 1.421.313.000.000) de los cuales US$ 1,3 millones de millones han sido exportaciones del sector público, y de estos, US$ 1.268.657 millones de millones por concepto de venta de petróleo. Solo US$ 85.551 millones (el 6% del total de exportaciones) han sido del sector privado.

Si las reservas internacionales, es decir, los ahorros de la República, no superan hoy los US$ 7.000 millones, dónde está ese caudal de dólares que ha ingresado, quiénes tienen ese dineral, y cómo hicieron para llevárselo.

Algunos cuentan que como somos una “economía de puertos” y lo que hemos hecho toda la vida es importar, los venezolanos nos hemos gastado y comido toda la “renta petrolera”. Sin embargo, y según datos del BCV, durante este medio siglo siempre las exportaciones han sido superiores a las importaciones, es decir, todos los años hemos exportado más de lo que hemos importado. Al punto de que si sumamos todas las exportaciones (US$ 1.421-313 millones) y se las restamos al total de las importaciones (US$ 865.904 millones) nos resulta que deberíamos tener US$ 555.409 millones en las reservas internacionales y no US$ 6.631 millones ¿Dónde está y quiénes tienen ese platal?

Debemos añadir que de los US$ 865.904 millones de las importaciones, US$ 334.872 millones corresponden a sobrefacturación, mecanismo que la burguesía transnacionalizada ha utilizado para apropiarse del petróleo de los venezolanos. Por lo tanto, realmente, las importaciones han sido US$ 531.032 millones y no US$ 865.904 millones, lo que equivale a decir que nos están faltando alrededor de US$ 890.281 millones en las reservas internacionales (US$ 555.409 millones más US$ 334.872 millones).
Según datos, también del BCV, desde 1976 hasta 2014, le fueron asignados al sector privado (el mismo sector que solo contribuyó con el 6% de las exportaciones) US$ 695.026 millones.

Es el caso que lo que ha ingresado por exportaciones, se ha fugado con distintas modalidades: “repatriación” de dividendos a sus casas matriz; sobrefacturación por parte de las empresas privadas; o simplemente se lo llevaron sin restricción alguna, sobre todo, cuando el mercado cambiario ha estado libre y cualquiera podía comprar divisas, mejor dicho, no cualquiera, quienes han tenido los bolívares suficientes y equivalentes a US$ 890.281 millones. No precisamente los de a pie.

Control cambiario
Chávez, en 2003, se percató de la sangría y colocó un torniquete para pararla: estableció controles en la administración de las divisas.

Cuentan algunos que el control cambiario fue un fracaso. Al respecto hay que puntualizar lo siguiente:
1) Entre 1999 y 2018, según el BCV, el sector privado recibió US$ 419.913 millones.
2) Los ingresos por exportaciones del sector público, incluido el petróleo fueron US$ 1,1 millones de millones para el mismo período.
3) Lo que se le asignó a la burguesía con respecto al total de las exportaciones fue el 39%.
4) De no haberse aplicado el control cambiario, la burguesía se hubiese llevado el 100% de las exportaciones (como lo hizo entre 1976 y 1998) o sea, se hubiese llevado el millón de millones que ingresó por petróleo.
5) Con el 60% de los ingresos petroleros que no se logró llevar la burguesía después de 1999, se financiaron las Misiones, se fortaleció el sistema público de salud, el de educación, se crearon universidades, se han pagado las pensiones, la economía creció 57% y la pobreza extrema disminuyó 70%, etc.

Lo que falló no fue el control cambiario como política, la falla estuvo en la falta de mejores controles, que aunado a la complicidad y connivencia de algunos funcionarios públicos, dieron paso a la perforación del sistema de administración de divisas. La sobrefacturación después de 1999 ascendió a US$ 216.215 millones. La burguesía burló el control cambiario mediante los sobreprecios en las facturas de importación.

La solución para parar la hemorragia, no pasa por eliminar el control cambiario sino, al revés, por fortalecer los controles.

Hay quienes contaron hace dos años que flexibilizar el control cambiario y permitir que los mercados “fijasen libremente” el precio del bolívar haría desaparecer a Dolartoday. Son los mismos quienes no terminan de reconocer que el ataque al bolívar es un arma de guerra imperial. ¿Tendrán algún argumento sólido para explicar por qué a pesar de la liberación cambiaria no ha desparecido Dolartoday?

No solo no desapareció Dolartoday, sino que además nuestras reservas internacionales cayeron 23% pasando de 8.568 millones de dólares en agosto de 2018 a 6.631 millones de dólares a la fecha.

Mantener las venas abiertas no solo ha implicado que la burguesía transnacionalizada se siga apropiando de nuestras riquezas, sino que además, al hacerlo nos deja sin ahorros, sin reservas internacionales, viéndonos obligados a endeudarnos, perpetuando de esa manera la dependencia económica y con ella vulnerando nuestra soberanía.

Pasqualina Curcio

Editado por María Piedad Ossaba

Fuente: Abrebrecha, 17 de febrero de 2020