Brasil, America Latina y nuestro futuro

El camino de la lucha por la democracia, aunque imperfecta pero realmente existente en definitiva, parece ser una prioridad en el Brasil y en la América Latina de estos años. Veremos este 28 de octubre hacia dónde vamos y cómo nos reinventamos junto con el pueblo brasilero.

Darle dimensión al dramático escenario de una posible victoria fascista en Brasil[1] es, al menos, una de las posibilidades que tenemos, entre tanto intentamos por todos los medios ideológicos, políticos, sociales, virtuales… erosionar esta claudicación de futuro que representa un Bolsonaro en el poder.

Brasil

Sabido es que la democracia liberal-representativa en la que estamos insertos adolece de una legitimidad mínima que la absuelva en su historial de injusticias; de hecho una de las mayores conquistas del formalismo liberal es la eficacia que posee para obturar la participación popular genuina en los asuntos públicos, o la democratización económica real de los bienes comunes, la salud, el derecho a la tierra o la educación. Sin embargo, esta indolente democracia pragmática en America Latina escribe por estos días un capitulo más en el itinerario de su relevancia y sus deslustres, cada vez más marcados.

La victoria del Partido Social Liberal en Brasil el domingo 7 de octubre de este año, con un 46, 03%, frente al 29, 08% del candidato del Partido de los Trabajadores y los pronósticos benévolos de los que goza una posible elección de Jair Bolsonaro (PSL) ante la patriada de Fernando Haddad (PT) –con un Lula da Silva preso- , constituyen la posibilidad efectiva de radicalizar la ofensiva colonial sobre nuestros territorios latinoamericanos.

Crisis y condiciones para nuestra región.

La crisis actual del capitalismo global y sus facetas de acelerada financiarización de los componentes económicos, sobre todo en los países periféricos, nos encuentra en los años dos mil, desunidos y dominados.

Desde 2008, cuando las hipotecas sin recursos en Estados Unidos y el consiguiente descalabro de Wall Street condicionó el escenario económico global y articuló el deterioro del “mercado” al ancla y el salvavidas del “Estado”[2], se desencadenó en Sudamérica una escalada de restricciones económicas que derivaron, entre otras cosas, en la recomposición de las clases dominantes y el desmantelamiento de las pocas o muchas -sutiles o potentes- políticas económicas emprendidas por los progresismos latinoamericanos en el poder.

La vieja discusión del “viento de cola” en el periodo de gobiernos “nacional-populares” de principio de siglo, versus las loas a una “inusitada” democratización social y política en este periodo -según el lugar que se opte para leer-, no es algo que se defina en dos carillas de reflexión, como tampoco se hace desde las coyunturas estrictamente electorales. En todo caso siguiendo a Benjamin Arditi[3] la idea de gobiernos post-liberales (o post-neoliberales) expresa en los procesos concretos una ambigüedad. Por un lado, se da la negación del modelo neoliberal en la afirmación de derechos públicos y roles estatales, mientras que por otro se expresa el limite de tal negación al no constituirse un modelo económico-político alternativo en estos años.

Sea cual fuere el punto de lectura en la disquisición anterior -el asunto trasunta un debate mucho más amplio aún-, lo que nos interesa resaltar para este caso es que en el país del Foro Social Mundial, de la teología de la liberación, la educación popular y las luchas afrodescendientes, indígenas y campesinas, el punto de quiebre re-colonializante es esgrimido por poderes que trascienden a la política domestica brasilera, pero que personifican en Bolsonaro la posibilidad de un plan concreto: “asaltar recursos públicos, eliminar derechos, subordinar el país totalmente a los intereses internacionales, entregar los recursos naturales -como el Pre Sal, los minerales y el agua- y empresas como Petrobras, Eletrobrás y Embraer”[4] además de barrer todo indicio de justicia social posible.

Democracia y futuro

Se nos ocurre, a partir de la voz colectiva que asume Stedile, el MST y el conjunto de movimientos populares brasileros, que hay dos ideas fuerzas que acompañan la amenaza fascista latente en este pedazo de Nuestra América: Una es, casualmente, el orden como forma de anular y reprimir las ideas libertarias, la otra es el progreso como avanzada imperialista sobre los bienes comunes de Brasil y America Latina. El dilema racial brasilero fundado en la estratificación social, tal como lo denunciara Florestan Fernandes[5], no es otra cosa que el retorno a épocas reaccionarias, positivistas, racistas y esclavistas, que fueron fundantes en la región -el presente político de Argentina es un paralelo de ello-. Más aun, el panorama no se muestra alentador. Sin embargo no se resigna el pueblo brasilero, los sin tierra, los sin techo, y el campo popular que resiste por estas horas, como siempre lo ha hecho.

Nos resta en esta coyuntura, esbozar algunas preguntas que recorren los espacios de la militancia popular y el pensamiento crítico latinoamericano. Por un lado ¿Hasta qué punto los magros o robustos avances político-institucionales progresistas, recientes en varios países de la región, se encuentran en la base de estas embestidas actuales?, por otra parte ¿Cuánto de las limitaciones políticas -pasadas y presentes- expresan la decadencia de los procesos democratizantes y el auge de las derechas en nuestra América?, ¿Cuánto hay de las mismas falencias de proyectos políticos recientes, cuya dinámica estatal les impidió ver el retroceso social y la despolitización creciente de los sectores populares? Y por último, ¿En qué medida todo este descuido reclama con urgencia por una reforma intelectual y moral que construya frentes populares, que avancen en las salidas colectivas desde abajo a esta encrucijada histórica?

El camino de la lucha por la democracia, aunque imperfecta como dijimos antes pero realmente existente en definitiva, parece ser una prioridad en el Brasil y en la América Latina de estos años. Veremos este 28 de octubre hacia dónde vamos y cómo nos reinventamos junto con el pueblo brasilero.

Notas

[1] No utilizamos aquí metáfora alguna para reasumir la noción de “fascismo”: el candidato de la derecha brasilera es literalmente una expresión acabada de un esperpento racista, totalitario, patriarcal y colonial que inicialmente debe considerarse una reactualización del nazifascismo en la fase histórica actual

[2] El Premio Nobel Joseph Stiglitz decía en 2008 que “la crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo” https://elpais.com/diario/2008/09/21/negocio/1222002874_850215.html

[3] Benjamín, Arditi, “El giro a la izquierda en América Latina: ¿una política post-liberal?”, Revista Ciencias Sociales Unisinos 45, no. 3 (2009)

[4] João Pedro Stedile Una salida para Brasil https://www.alainet.org/pt/articulo/194803

[5] De hecho la persistencia del pasado, en épocas de fascismo y racismo social, resulta hoy más actual: “El sistema de castas fue abolido legalmente; sin embargo, en la práctica la población negra y mulata continuó reducida a una condición social análoga a la preexistente”. Florestan Fernandes “La persistencia del pasado” en Dominación y desigualdad: el dilema social latinoamericano p. 81. CLACSO (2008) http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100830102416/fernandes.pdf

Oscar Soto para La Pluma, 26 de octubre de 2018

Editado pot María Piedad Ossaba