¡Dale más gasolina !: Chavismo, Sifrinismo y Burocracia. Libro libre

El chavismo es la continuidad histórica de los grupos sociales excluidos desde la invasión europea y durante toda la Colonia en un país que dice no tener racismo pero que no permite que un blanco vaya preso ni que un negro entre en la élite.

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Héctor Mujica
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El chavismo es un sujeto político que baila reguetón, ve telenovelas y vibra con sólo recordar a Chávez. Reúne desde exadecos hasta exguerrilleros. El chavismo es el mismo sujeto que se rebeló a las élites y salió a saquear un 27 de febrero; que a su vez es el mismo que votó masivamente por Carlos Andrés Pérez antes que éste tomara los derroteros del neoliberalismo. Y todo esto no es un “a pesar”, lo que estamos caracterizando culturalmente, según nuestra tesis, es la condición de posibilidad misma del chavismo.

El chavismo sufre los peores problemas que se generan de la desigualdad. En un país con suficientes entradas económicas, en los lugares donde mora el chavismo se produce altísima violencia, quizá de las más altas del mundo; el agua puede faltar hasta por meses, hay problemas serios de servicios y transporte. Pero forjó una revolución política, por medio de rebeliones, que le reprodujo esperanza y que comenzó a ver pronto las mejoras de una mayor distribución económica. Y ha visto como el Gobierno que encabezó Chávez y ahora Maduro, trata de luchar por controlar un país que a veces luce incontrolable en su economía, y en los aparatos represivos e ideológicos del Estado que cuentan con su propia rebelión: la rebelión de la Burocracia (cap. 3).

Pero el chavismo lo ha pasado peor. Antes de bajar del cerro a luchar, votar o saquear, el chavismo ha pasado hambre y la peor de las exclusiones: la humillación de una clase Alta y media que luce blanquecina, más bien pálida, además de tremendamente soberbia, fascista en sus expresiones para nombrar a los populares: “monos”, “turba”, “negros”, “indios”. Chávez llegó, en modo Cristo, a cambiar la sensación de exclusión y a decirle a los pobres: ¡Este país es de ustedes! ¡Panes y vino! Eso el chavismo no lo olvida. En momentos en que el neoliberalismo era la tesis incontrastable, a apenas días de presentado el paquete económico en 1989 el pueblo primero y los militares populares después, destruyeron la pretensión de la élite de privatizar PDVSA, la educación y salud pública. El triunfo de Chávez representó la inclusión y la esperanza de los populares.

El chavismo es la continuidad histórica de los grupos sociales excluidos desde la invasión europea y durante toda la Colonia en un país que dice no tener racismo pero que no permite que un blanco vaya preso ni que un negro entre en la élite. Aunque el mundo popular es católico, no es practicante ejemplar y en términos generales, podría decirse que es diverso: una lectura bien light del catolicismo se entremezcla con el espiritismo de María Lionza, con el auge de la religión yoruba, africana, y el crecimiento de los evangélicos. Esto explica por qué lo que cada tiempo dice la jerarquía de la Iglesia católica sobre la Revolución no tiene ninguna influencia en la población.

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Ociel Alí López, Caracas, Venezuela, 2015

ISBN: 978-980-214-348-1

Editado por María Piedad Ossaba