Contra el pueblo revolucionario de Venezuela se multiplican todo tipo de agresiones. Este pueblo conoce las que impulsa Washington: bloquear sus productos de primera necesidad, inclusive contra la pandemia mundial, secuestrar sus empresas, amenazar de invasión y atentar contra su presidente, todo esto para impulsar una revuelta popular y justificar una intervención a nombre de la libertad al estilo de su acostumbrada estrategia para apoderarse de riquezas ajenas.
Pero este pueblo conoce la historia de los EEUU, nación creada por aventureros europeos que, para conquistar su territorio exterminó gran parte de los nativos; para expandirse invadió naciones vecinas; para transformarse en potencia mundial bombardeó poblaciones civiles indefensas; y con pretensión de dominar el mundo implantó bases militares alrededor del orbe. En América Latina, con acciones directas o encubiertas, sigue derrocando y asesinando presidentes progresistas para imponer a otros más sumisos.
En tiempos contemporáneos, Washington cambió su estrategia de operaciones militares por alianzas
con “contratistas” y gobiernos serviles. En octubre pasado, con la complicidad del gobierno de Cabo Verde, secuestró al diplomático venezolano Alex Saab en misión contra el bloqueo para lograr abastecimiento de combustibles, alimentos y medicinas. En diciembre, logró que los Países Bajos prohibieran un vuelo oficial de la vicepresidenta venezolana para presentarse ante la Corte Penal Internacional de La Haya.
Alineados a Washington, países de la Unión Europea como Inglaterra, Portugal, España, Alemania, Holanda y Francia, brindan protección a prófugos de la ley venezolana por delitos de incitación a la violencia con víctimas fatales, golpes de Estado, secuestro de bienes y sin decencia reconocen un títere autoproclamado presidente de Venezuela. Son cómplices para bloquear cuentas bancarias y reservas de oro que Venezuela depositó en sus bancos.
Pero el pueblo venezolano enfrenta con valentía y dignidad las sanciones unilaterales, muy consciente de quienes y porqué las inducen. Lo manifestó en sus últimas elecciones cuando derrotó rotundamente a los que califica como su oposición apátrida.
Blinken y Borrell
Dignidad sería que la justicia británica no se someta a Washington para extraditar al periodista Julián Assange por haber revelado al mundo los crímenes de lesa humanidad cometidos por los EEUU. Dignidad también sería que los grandes medios no sigan prestándose a mentiras sutiles o groseras, para manipular las movilizaciones populares que claman para salvar la vida de Assange.
¿EEUU contra UE? Juzgue el lector por sí mismo, frente a sanciones criminales quien es peor: el autor intelectual o el autor material.
Jean Araud es francés de nacimiento y venezolano de corazón, radicado en Venezuela desde hace más de 50 años. Conductor y productor de “Así de Simple”, un programa en la Radio del Sur en Caracas. Forma parte de la Milicia Bolivariana, es corresponsal de la plataforma Investig´Action de Bruselas, miembro del directorio de Tesoro-Hermes Internacional (tejido de redes sociales con sistema de InfoCom) y miembro de la FICP Federación Internacional de Comunicadores Populares. Es columnista del Correo del Orinoco y articulista del sitio