Lilí Martínez y el Montuno de Chopin |En produndidad

Su forma de ejecutar el piano en el complejo sonoro del Son fue inconfundible y definitivamente importante.

Cuando se habla de pianos asociados al son montuno y también a la salsa se hace imprescindible mencionar a Luis Martínez Griñán, menos visible que Eddie Palmieri, Frank Fernández, Chucho Valdés o Enrique Papo Lucca, pero maestro de ellos y de muchos más pianistas que acometen desde las blancas y las negras el sabor del Caribe.

Luis Martínez Griñán, “Lilí” Martínez fue el gran transformador del son desde que se incorporó al conjunto de Arsenio Rodríguez,“el cieguito maravilloso” quién lo envió a buscar a Guantánamo, donde estaba Lilí, en su tierra natal.

La forma de ejecutar el piano en el complejo sonoro del Son por parte de Martínez Griñán fue inconfundible y definitivamente importante. Su historia de vida es fascinante, y nos la contó directamente en el que fuera su hogar, en Lawton, en La Habana sometida a un huracán en 1985.

La forma de ejecutar el piano en el complejo sonoro del Son por parte de Martínez Griñán fue inconfundible y definitivamente importante. Su historia de vida es fascinante, y nos la contó directamente en el que fuera su hogar, en Lawton, en La Habana sometida a un huracán en 1985.

Luis Martínez Griñan más conocido como Lilí Martínez

Guantanamero

“Yo nací en Guantánamo, en Oriente, el 16 de febrero de 1917. Mi padre era español. mi madre, cubana. Mi familia fue muy numerosa y mi educación muy severa”. (Algunos estudiosos señalan que Lilí nació el 19 de agosto de 1915. La fecha de 1917 fue suministrada por el propio Lilí. Se sabe que muchos músicos cambiaban sus fechas de natalicio para poder trabajar)

“A mi padre no le gustaba eso de hijos artistas porque decía que se veía raro, pero tuve una hermana, Ana Emilia, que se hizo maestra de piano y fue a través de ella que llegué a ese instrumento. Desde las primeras clases con mi hermana yo quería tocar en grupos y en público, pero mi padre no me dejaba. Entonces lo que hice fue encerrarme en casa a estudiar y a estudiar, y, claro, a estudiar los clásicos, porque no tenía otro punto de referencia. Pero me gustaba estudiarlos…sobre todo a Chopin”.

Al preguntarle por qué estudiaba a Chopin, Martínez Griñán señaló: “Me atrajo su percepción del romanticismo. Creo que Federico Chopin nació y vivió para expresar lo romántico a través de la música. La dulzura de sus composiciones siempre me atrajo sobremanera y yo siempre quise ser como él, ser tierno frente a la música, dulce frente al piano, romántico frente a la vida. Creo que lo que hice con el piano se lo debo a él”.

Refería también Lilí Martínez que al Guantánamo de su tiempo no llegaban muchos insumos musicales propio de Cuba. “No llegaban muchas partituras por acá. Pero yo sabía de Ignacio Cervantes, de Gonzalo Roig y de Amadeo   Roldán. En cuanto a los populares, no eran muchos los pianistas por Guantánamo, donde abundaban, eso sí, las cuerdas”.

Ciertamente, en esas décadas de comienzo de siglo, cuando el son cubano tomó estructura y forma definidas no era el piano precisamente uno de sus componentes. Y era esa la etapa de formación de Luis Martínez Griñán.

Después de tanta concentración académico-hogareña, Martínez Griñán pudo conectarse directamente con lo popular, con lo colectivo. “Le llegué de la forma menos pensada. La cosa es que comenzó en la casa una etapa de apuros económicos y papá no se daba abasto para cubrir los gastos. En eso estábamos cuando un día tocaron a la puerta para pedirle permiso a papá para que yo acompañara al piano un baile en la academia de danza. Me lo iban a pagar. Costó bastante, pero al fin mi papá accedió y fue así como comencé a trabajar con la música para ayudar en casa”.

Refirió también que a partir de entonces pudo combinar sus estudios, sobre todo de Chopin con su nuevo trabajo de pianista en algunos locales, conjuntos y ciudades cercanas, y pensó, nos dijo, que ese iba a ser su destino. Pero el tiempo le tenía reservada otra ruta.

No me llores (Lilí Martínez autor y pianista)

Arsenio

“Un día, al llegar a casa mi padre me estaba esperando con un telegrama en la mano y me dijo con solemnidad que desde La Habana me estaban mandando a buscar y que quien me buscaba era nada menos que Arsenio Rodríguez. Y yo me asombré porque en Guantánamo se conocía bien el nombre de Arsenio, el cieguito maravilloso, el rey del Tres, el autor de Bruca Manigua. Y a mí me pareció un honor que Arsenio me llamara, solo que no entendía cómo había sabido de mí. Arsenio nunca me había visto ni escuchado tocar, pero al parecer gente de mi pueblo que fue a La Habana le había comentado de mi trabajo. Después él me contó que le habían dicho que en Guantánamo había un muchacho que daría mucho de qué hablar por la forma como tocaba el piano en el Son. Por eso me mandó a buscar.

Mi papá me dio el permiso de lo mas preocupado, pero de lo mas contento. Empaqué pocas cosas y marché a La Habana a trabajar directamente con Arsenio Rodríguez”. Era 1945. Ya Lilí Martínez estaba muy bien fogueado en Guantánamo y Santiago de Cuba, y tenía 28 años.

Al llegar a La Habana, la capital cubana, fue directamente a buscar a Arsenio y la empatía fue inmediata.

“Mi relación con Arsenio siempre fue la mejor. Aprendí con él secretos del Son que no conocía y le di al conjunto dirigido por él lo mejor de mí, porque para eso, en definitiva, era que había viajado desde Guantánamo. Le aporté mi forma de arreglar, mis composiciones y mis solos de piano, además de mi visión de la vida y mi forma de organizar las cosas. Sé que la gente comentaba mis solos de piano y no sabía qué tenían éstos de extraordinario, pero fué conmigo que los vocalistas, llegado el momento del mambo, de mis solos, comenzaron a decir: ‘Juega Lilí’ o ‘Ahí está Lilí’ o “Liliano” y cosas por el estilo. Miguelito Cuní, por ejemplo, no me dejaba en paz.

Yo lo que hice fue siempre tocar como había aprendido y como a mí me gustaba. No me gustaba la agresividad acometiendo el montuno, así que lo hacía a mi manera, con dulzura, como Chopin. Para agresividad estaban las trompetas y la percusión en la primera línea de toque, tal como lo concibió Arsenio. El contraste estaba en el piano. Yo le aporté al sonido de Arsenio lo que aprendí con el piano, algunos temas, los arreglos y, claro esa ternura que me inculcó Chopin.  Nada más”.

Que se fuñan* (Lilí Martínez autor y pianista)

El aporte

Hasta entonces la historia de Chopin no había salido a flote, pero sin dudas era ese el eslabón perdido del piano en el Son, el secreto de la dulzura de Lilí que hizo historia. De esa dulzura sin nombre, objeto de estudio por parte de los pianistas del Caribe; de ese particularísimo sonido que convirtió al Conjunto de Arsenio Rodríguez en absoluta referencia.

En la humildad de aquella casa de Lawton, con un huracán (Kate) abatiendo a La Habana, frente a la modestia de su piano Luis Martínez Griñán señalaba que la dulzura que imprimió al Son fue la dulzura que aprendió de Federico Chopin en Guantánamo. Toda una revelación.

Es verdad que por el conjunto de Arsenio pasó lo mejor de lo mejor comenzando por el mismo Arsenio. Nombres como los de Alfredo “Chocolate” Armenteros, Miguelito Cuní, Félix Chapottín, el Niño Rivera y Lilí Martínez dan fe de la calidad de esta agrupación legendaria. La relación Arsenio-Lilí fue determinante en ese sonido que impactó al mundo. La escogencia del repertorio, el tipo de arreglo para cada pieza, la pureza administrativa, todo estuvo ligado a las manos prodigiosas de Luis Martínez Griñán.

La separación

Por allá por el año de 1948 Arsenio se planteó ir a Estados Unidos. Es verdad que quería probar fortuna con el grupo por allá y buscar nuevos escenarios para su música. Pero también es verdad que Arsenio estaba buscando cura para su ceguera, para su invidencia. Conviene no olvidar que siempre se asomó la posibilidad de que recuperara la vista perdida a los 8 años. En ese intento Arsenio se pasó su existencia.

“Yo no quería irme a Estados Unidos. Yo no tenía nada que buscar allá. Así se lo dije. Como yo, muchos optaron también por quedarse. Otros se fueron con él. El grupo se disolvió, pero sin peleas. Arsenio se llevó su nombre y los que nos quedamos lo hicimos bajo la dirección del trompetista Félix Chapottín”.  Félix Chapottín prosiguió en Cuba con la sonoridad de Arsenio y junto a él estuvieron Luis Martínez Griñán, el Niño Rivera y Miguelito Cuní, Primer Sonero Mayor de la historia del Caribe. Es decir, en Cuba se quedó la crema y nata.

Alto Songo (Lilí Martínez autor y pianista)

Con el tiempo Lilí Martínez se retiró del conjunto de Chapottín.  “Yo me retiré del grupo de Chapottín en 1967, cuando cumplí mis 50 años de edad. Cuando se organizó Las Estrellas de Areíto a mí me llamaron para participar como pianista, alternando con Rubén González tanto en las grabaciones como en los viajes. Pero la verdad es que quería descansar y ya había viajado bastante con Arsenio y Chapottín. Eso no significó retirarme de la música pues toco el piano en algunos locales, sobre todo porque me gusta y no establezco compromisos. Además, la música es un venenito que no lo deja en paz a uno”.

Martínez Griñán aportó unos cuantos (muchos) temas al repertorio sonero y guarachero tanto en su etapa con Arsenio como con Chapottín. “Se acabaron los guapos en Yateras”, “Mami, me gustó”, “No me llores” y “Alto songo” son buenos ejemplos y cuentan con excelentes versiones.

Lilí Martínez, Frank Fernández y Chucho Valdés

 

El anterior documental, “Concierto para tres pianos”, del cineasta cubano Héctor Veitía es una preciosa joya rescatada de alguna manera por la colega periodista también cubana Rosa Marquetti, en la que se aprecia a Lilí en acción.

Luis Martínez Griñán falleció en La Habana el 17 de septiembre de 1990. Se cumplieron 31 años de ese hecho. Al momento de su muerte tenía 73 años. Cinco años más tarde, en 1995 sus restos fueron trasladados al cementerio de su Guantánamo natal.

Cuando se conoció la noticia de su partida física hubo tristeza en el mundo musical caribeño. Frank Fernández, Eddie Palmieri, Enrique ‘culebra’ Iriarte y Enrique ‘Papo’ Lucca expresaron sus lamentos. Papo Lucca, pianista y director de la Sonora Poncera siempre evidenció la admiración que sentía por el guantanamero a quien consideró su gran maestro en la distancia.  Pappo Lucca no lo pudo conocer cuando fue a Cuba con las Estrellas de Fania, y eso que hizo todos los intentos.

Cuando supo que la referencia de Lilí Martínez era Federico Chopin se asumió depositario de esa misma dulzura porque siempre buscó tocar el piano como Lilí lo tocaba.

En el Caribe Chopin descansa en las manos de Lilí Martínez. Eternamente. 

N de la Editora:

*Fuñir: Molestar, fastidiar, joder. En cuba: Cuba. Encoger, acortar, quedarse enclenque. Acepción anticuada.

TeleSur, 19 de septiembre de 2021

Editado por María Piedad Ossaba