Testimonio: Cerro Chena, un campo de prisioneros en el Chile de Pinochet

En las conclusiones de la mesa de dialogo se menciona que varios detenidos estuvieron en Chena y desde allí fueron sacados para ser arrojados al mar desde helicópteros.”

“ .La cebolla es escarcha, cerrada y pobre, escarcha de tus días y de mis noches, hambre y cebolla..” Miguel Hernández. Música de Joan Manuel Serrat

Tal día como hoy, hace 48 años, se impuso la traición. El pueblo de Chile aun no recupera sus derechos ciudadanos. Y no olvidamos…

Tenía 15 años y 5 meses de edad, cuando se produjo el golpe de estado. Pese a los años transcurridos los recuerdos permanecen intactos.

Poco después de las 10 de la noche de ese 10 de septiembre, abandoné el local donde funcionaba el Comité Local Ricardo Fonseca. Tenía la responsabilidad de guardar los carné de la Jota, que se entregarían a los nuevos militantes en la clausura del 7º Congreso, ceremonia que nunca se realizó.

Luego de un par de días con esos carnets en mi poder, conseguí que mi abuelo los enterrara en algún lugar de su amplio patio cubierto de arboles frutales. Nunca supe donde quedaron. Una semana después del golpe, cerca de la medianoche, llegaron los milicos a buscarme. En la madrugada del día siguiente, después de torturas y un simulacro de fusilamiento me tiraron en un cuarto, desnudo, con la vista vendada y amarrado con alambres.

Comparto algunos párrafos del libro que escribí sobre estos hechos, en una fecha que no tenemos derecho a olvidar, Jamas.

“El 10 de septiembre de 1973, en San Bernardo, casi a la medianoche, avanzaba lentamente de norte a sur por la calle J. J. Pérez , un jeep del Ejercito. Los soldados lucían un brazalete claro en uno de sus brazos.

A las 6 de la mañana del 11 desperté sobresaltado con los gritos de una compañera. Los marinos estaban sublevados en Valparaíso según lo que decía la radio y al parecer había un Golpe de Estado. Eran las 11 de la mañana del día fatídico cuando los primeros cohetes disparados por los aviones de la FACH dieron en el palacio de La Moneda. Recorrió el mundo la imagen de la bandera nacional cayendo lentamente envuelta en llamas.

28 años después, en Octubre del 2001, y en el marco de las investigaciones realizadas por la magistrado designada por la Corte Suprema para investigar la desaparición de la militante del MIR Jenny Barra Rosales, fui citado en calidad de testigo para dar declaración sobre lo sucedido en Chena. Soy uno de los sobrevivientes de ese campo de prisioneros y en esa calidad subí nuevamente a un jeep del Ejercito y fui llevado a algunos lugares del cerro.

Recordé hechos que marcaron profundamente mi vida. Vinieron a mi memoria duros pero hermosos momentos vividos junto a compañeros de prisión, de quienes nada sabía antes de esa fecha.

Pese al tiempo transcurrido encontré impregnado en la hierba seca y en el aire, el cariño de los trabajadores ferroviarios de la Maestranza Central, quienes me cuidaron como un hijo durante los días que compartimos cautiverio.

Se cumplía así, luego de 28 años, con el compromiso asumido. “Alguien tendrá que de dar testimonio de lo sucedido y relatarlo, tal como se transmitieron las luchas obreras de principios del Siglo XX”. “ La causa de los trabajadores no morirá con nosotros, otros vendrán a continuarla” dijimos entonces con convicción.

Volvieron de golpe a mi memoria las conversaciones con el flaco Viera, fusilado en la juventud de sus casi 20 años. Se paseaban por los caminos de Chena, las vivencias de los campesinos de Paine, algunos de quienes fueron sacados una tarde, desde “la casa del techo rojo” y no los volví a oír.

Recordé los análisis políticos que solíamos hacer con Dote y Bracea, mis compañeros de aislamiento durante un par de días, en un cuarto pequeño rodeados de fardos de alambre de púas.

Durante muchos años y pese a la gravedad de los hechos vividos, poco o nada se mencionó del cerro Chena y los hechos que ahí se vivieron. Aparece citado en documentos, o se le menciona en algunas querellas que por desaparición o fusilamiento se han presentado ante los tribunales. Sin embargo hasta ahora no se había ahondado en lo sucedido en las instalaciones militares que todavía allí existen.

No fue sino hasta que se conocieron los resultados de la Mesa de Diálogo, así como las investigaciones que inició la magistrado Cecilia Flores, que Chena se instaló en la opinión pública. En las conclusiones de la mesa de dialogo se menciona que varios detenidos estuvieron en Chena y desde allí fueron sacados para ser arrojados al mar desde helicópteros.”

Corp Memorial Cerro Chena

Manuel Ahumada Lillo – Secretario de la CGT Chile

Editado por María Piedad Ossaba

Publicado por Politika

Nanas de la cebolla.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma, al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol,
porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

De “Cancionero y romancero de ausencias” (1938-1941).

En Algún día: Miguel Hernández.