50 años de fracasos en la guerra global contra las drogas

Las sustancias psicoactivas van a seguir produciéndose y consumiéndose. El combate contra estas requiere un cambio de paradigma, que en todo caso no es el de la criminalización

El 17 de julio de 1971, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, anunció ante los grandes medios de comunicación: “Declaro la guerra contra las drogas”. El anuncio marcó el inicio de una estrategia intervencionista, que arrastró a las grandes potencias occidentales y en la que Estados Unidos se erigió como el policía del mundo en el combate contra el narcotráfico. Los resultados de esta guerra han sido desastrosos. Cinco décadas después no hay un solo resultado positivo. Comenzando por las cifras que reportan las agencias especializadas.

El uso de plaguicidas como el glifosato nunca afectó seriamente la producción y comercialización de las drogas

La semana pasada se conoció el Informe Mundial de Droga 2021, un acumulado de investigaciones que anualmente presenta la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Unodoc. El informe hace un paneo global de la producción y mercadeo de sustancias prohibidas, ya sean cannabis, cocaína, opioides, estimulantes anfetamínicos o nuevas sustancias psicoactivas.

El informe adelanta que entre 2010 y 2019, el número de consumidores aumentó en un 22 por ciento en el mundo. La cifra en sí misma demostraría el fracaso de la “guerra” pues uno de sus principales objetivos fue reducir el uso de sustancias, pero en medio siglo el mercado se ha mantenido bastante estable en términos proporcionales.

El negocio se fortalece

En 2019 se estima que alrededor de 275 millones de personas usaron alguna droga por lo menos una vez, de los cuales 36 millones ya padecen trastornos por abusos en el consumo. El informe de Unodoc constata una realidad apabullante: más sustancias (consumo diversificado), cada vez más potentes, más accesibles al público y que reportan más ganancias para los vendedores. Se calcula que en 2019 el negocio dejó beneficios por 315 millones de dólares anuales, en lo que se denomina el área oscura de la web, que se suman al tráfico por las vías tradicionales.

En Suramérica la producción de cocaína se duplicó entre 2014 y 2019, hasta alcanzar las 1.784 toneladas, la cantidad más elevada hasta la fecha. El documento alcanza a mostrar que, incluso durante la pandemia, el mercado de las drogas ilícitas se fortaleció.

El informe de Naciones Unidas tiene limitaciones de origen, por cuanto analiza un negocio del que, debido a su ilegalidad, es imposible tener precisiones. Sin embargo, tanto estos informes, como los la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, constatan que el negocio se mantiene firme. Matan cientos de narcotraficantes y el negocio cambia de manos y no para de crecer. Desaparecieron Pablo Escobar, el Chapo Guzmán, y de inmediato fueron relevados por otras generaciones de narcos.

Washington certifica

Las organizaciones criminales crecieron, se multiplicaron. También creció la liquidez de los bancos. Los carteles de la droga se expandieron por todo el mundo con la ayuda de los bancos norteamericanos y europeos, que lavaron las multimillonarias ganancias del negocio transnacional e ilegal más lucrativo.

La guerra antinarcóticos se convirtió en una prioridad y Estados Unidos incrementó la presencia militar en América Latina. Además, extorsiona a los países latinoamericanos con una certificación anual que evalúa si los gobiernos han obedecido la estrategia antidrogas de Washington. Si no es así, les corta la ayuda, los estigmatiza o los sancionan.

Aunque la lucha antidrogas continuó, la parafernalia en relación a que era el enemigo número uno, cambió en 2001, cuando la prioridad pasó a ser la “guerra contra el terrorismo”. Y es posible que en estos momentos la atención de la lucha por defender ‘la seguridad nacional de los Estados Unidos’ esté pasando por un nuevo relevo; y en esta ocasión la prioridad de la Casa Blanca sea la guerra en el ciberespacio. Nuevamente la guerra del espionaje, pero a un nivel más sofisticado, el de la inteligencia artificial. Y el escenario será la lucha contra los ciberataques a las grandes corporaciones, pero también la que se libra por el dominio del cosmos.

Un problema de salud pública

En todo caso, existen otras facetas de la lucha antidrogas que no llaman a veces la atención de los informes de las Naciones Unidas. Como el hecho de que la mayor parte de las víctimas del consumo de drogas se presenta en Estados Unidos. Que ese país persigue a los narcotraficantes de todo el mundo, menos a los norteamericanos. Que no hay un solo capo norteamericano, ni un banquero en prisión por sus negocios en el mercado ilícito de las drogas.

Las drogas se van a seguir produciendo y consumiendo. Combatirlas requiere un cambio de paradigma, que en todo caso no es el de la criminalización y la militarización. El ejemplo de no pocos países que han legalizado la producción, consumo y venta para fines medicinales y recreativos, sugiere un punto de inflexión. Y en todo caso, tratar a los consumidores como un tema de salud pública y no de policía, atendiendo a los consumidores como pacientes y no como delincuentes.

Ricardo Arenales

Editado por María Piedad Ossaba

Fuente : Semanario Voz, 1 de agosto de 2021