Presidenciales del 11 de abril ponen en juego el futuro de Ecuador y de toda Latinoamérica

el triunfo de Arauz implicará un cambio de ese modelo a favor de un modelo progresista de economía social, que es una base para construir economías de bienestar como las que en América Latina se aspiran”.

“El futuro ecuatoriano está en juego”. Así lo advierte el intelectual Juan Paz y Miño de cara a la segunda vuelta de los comicios presidenciales en el país latinoamericano, al tiempo que resalta la importancia crucial que tendrá para toda la región, la elección que haga la ciudadanía.
El próximo 11 de abril los ecuatorianas volverán a las urnas para elegir entre el candidato de izquierda, Andrés Arauz, y el derechista Guillermo Lasso, sin que las encuestas brinden una respuesta contundente respecto al desenlace del proceso.
Una incertidumbre que, en opinión de un analista citado por la agencia AFP, refleja la desesperación de la población ante las dificultades económicas que atraviesa el país, lo que la lleva a pensar que “en un punto ya no importa quién gane”.
Un pensamiento totalmente erróneo, subrayó a Radio Sputnik Juan Paz y Miño, Doctor en Historia y licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, quien afirmó que lo que está en juego es “el futuro inmediato de Ecuador” que será determinado ya este domingo.
En este contexto, subrayó que ambos contrincantes constituyen “dos caminos distintos”, donde la victoria de Lasso significaría “la continuidad de un modelo económico que ha provocado graves condiciones de vida, de trabajo”, así como la crisis la “desatención a la salud” durante la pandemia, al tiempo que “el triunfo de Arauz implicará un cambio de ese modelo a favor de un modelo progresista de economía social, que es una base para construir economías de bienestar como las que en América Latina se aspiran”.
“Cierto es que los problemas son graves, pero que la mejoría, la solución de estos problemas viene del lado progresista”, enfatizó Paz y Miño, al mostrarse convencido de que el resultado de las presidenciales del 11 de abril marcará el pulso del progresismo en toda Latinoamérica.