Brasil: el final del Capitán se acerca

Unir y oponerse ferozmente a ese gobierno, evitar la completa desintegración de las redes de sociabilidad que todavía mantienen unido a Brasil, y sumar  fuerzas para que nunca más vuelva a ocurrir una tragedia de estas proporciones.

Bolsonaro abrió su juego con respecto a las Fuerzas Armadas, lo que precipitará un proceso de separación entre los “pandilla uniformada” y la “pandilla de los pijamas”. 

¿De cuál lado de la cuerda estás?

1.

Los cambios en el ministerio constituyen una gran derrota para Bolsonaro, seguida de un flagrante error de cálculo y un paso en falso. El trasfondo de estos cambios es conocido, y difícilmente es necesario recordarlo: la suma de la catástrofe sanitaria con el  descalabro económico, el aislamiento internacional y la desintegración moral de la sociedad brasileña. Pero, desde mi punto de vista, el cambio ministerial propiamente dicho tuvo como objetivo encubrir la gran derrota del gobierno, que fue la destitución impuesta del ministro de Relaciones Exteriores,  el señor Ernesto Araújo. La gente tal vez no valore la importancia de este señor para el gobierno de Bolsonaro, y por esta razón tampoco pueden evaluar la magnitud de la caída que representó la salida del canciller para el gobierno.

José Luis Fiori

Independientemente de si era un idiota casi inconcebible, el señor Ernesto (Araújo) fue puesto donde estaba para tener una conexión directa con el gobierno de Donald Trump y como un ancla capaz de asegurar al Capitán contra las tempestades que amenazarían a su gobierno, cuya ignorancia e incompetencia eran de pleno conocimiento del gobierno estadounidense.  Éste contribuyó decisivamente  al golpe de Estado de 2016, y luego participó de la operación para instalar al señor  Bolsonaro en la Presidencia de Brasil, a pesar de que sabía que era una persona completamente inepta e insana.

Además, Ernesto era el miembro más “ilustrado” de la extrema derecha bolsonarista. En medio de esta militancia, Ernesto hizo el papel del sabio idiota capaz de formular la idiotez ideológica de la extrema derecha en el lenguaje de un “club literario”. Su importancia en este grupo fue tan grande que, incluso después de la derrota de Donald Trump, la decisión fue mantenerlo en el gobierno. El ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, por su parte, no es más que un cabildero y puede ser ahuyentado en cualquier momento sin mayor costo para el gobierno; y el propio señor Guedes puede ser desembarcado pronto, canjeado por cualquier otro de estos “genios del mercado” que pululan por las  esquinas de Faria Lima y en las páginas de la prensa conservadora.

La salida del “canciller apocalíptico”, sin embargo, tuvo, tiene y tendrá un peso muy diferente en la historia de este gobierno. Por eso fue necesaria una presión gigantesca de varios grupos de intereses y un golpe final del Senado brasileño para expulsarlo del gobierno en contra de la voluntad del señor Bolsonaro. Y fue esta gran derrota la que puso a Bolsonaro de rodillas  y lo llevó a este cambio ministerial, que no pasaría de una ridícula pantomima para el Capitán ofendido si no fuese por el hecho de que esta vez cometió varios errores de cálculo estratégico que podrían ser definitivos para el futuro de su gobierno.

El primer gran error de Bolsonaro fue que “abrió el juego” antes de tiempo, dejando que todos vieran, que en este momento, no tiene más que un “par de sietes”, como se diría en el juego de póquer. Sufrió una gran derrota y trató de ocultarla con una gran ofensiva y terminó pariendo una rata, con lo que todos vieron que no tiene a nadie más dispuesto a acudir a su gobierno que no sean figuras del todo desconocidas y desprevenidas, salidas del  círculo íntimo de su familia y sus tertulias y churrascos del patio trasero en los tediosos fines de semana de Brasilia.

Lo que hizo fue un intercambio con sus militares de pijama /1/ y de confianza, y trajo a tres nuevas personas con las que poco menos tropezó en el corredor: un funcionario del ceremonial de Palacio, que fue elevado a la condición de nuevo ministro de Relaciones Exteriores, sin haber sido nunca embajador o haber cursado una carrera diplomática. En una elección del tipo “si no tienes otro, hazlo tú mismo”, de una persona que no tiene currículo, abandonó la carrera diplomática y se dedicó a enseñar “buenos modales” al personal de Palacio, además -es obvio –  ser amigo de uno de los “hijos presidenciales”, y ser un poco más “diplomático” que el Ernesto.

Para el Ministerio de Justicia, trajo a un delegado de la policía de Brasilia en persona, de la “bancada de las balas” y obviamente amigo íntimo de sus hijos. Y para la Secretaría de Gobierno, nombró a una diputada que está en su primer mandato, también por Brasilia,  y que fue nominada por el presidente de la Cámara,  habiendo sido electa en la banca de su esposo, que se encontraba preso o bajo proceso en el momento de las elecciones. Y su principal título,  según dicen, es saber cómo organizar la distribución de los recursos del Presupuesto entre las solicitudes y favores de los miembros del Centrão, es decir, sin demérito de alguien que no conozco, ser colocada como persona de confianza del presidente de la Cámara junto al gabinete de la Presidencia y junto al cajero del Presupuesto de la República

Como se puede ver, un grupo que es completamente mambembe /2/, pero que deja claro que en este momento la capacidad de convocatoria de Bolsonaro es cercana a cero, en medio de las élites políticas y económicas de la propia derecha brasileña. Además, cuando se precipitó en su movimiento reactivo y reivindicativo, terminó golpeando a un gran amigo y antiguo seguidor, el ministro de Defensa, que fue defenestrado sin mayor complacencia precisamente por ser militar y tenía que obedecer en silencio. Pero con esto el señor Capitán dejó en claro que no tiene lealtad ni siquiera con sus amigos más fieles y leales, lo que lo deja completamente solo, ya que no tiene partido político ni algún grupo de apoyo  que no sean sus hijos y los paniaguados del patio trasero.

Finalmente, Bolsonaro abrió su juego con respecto a las Fuerzas Armadas (FFAA), y con eso debe precipitar un proceso de separación entre el uniforme y el pijama. Decidió atacar al comandante en jefe del Ejército y lo más probable es que ello conlleve a un cierre del puesto de oficialidad de las tres Armas en torno a la posición defendida por el general Pujol. Es decir, una vez más, Bolsonaro se quedó sin pan ni torta, y ahora debe ser puesto en la silla de castigo simultáneamente por las FFFA y el Centrão.

El Centrão

La primera pregunta es saber qué es exactamente este grupo parlamentario que la prensa ha denominado “Centrão”. Y todos saben que se trata de un aglomerado de personas y siglas que generalmente ocupan el submundo fisiológico del Congreso Nacional, representando intereses y demandas locales y heterogéneas individuales o grupales. El grupo de donde salió el señor Bolsonaro, después de permanecer allí durante 28 años sin decir ni hacer nada. Este grupo parlamentario, o la mayoría de sus actuales miembros, ya ha sido parte de la “base de apoyo” del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, del gobierno de Lula, del gobierno de Dilma, del golpe de Temer y ahora se están embarcando y asumiendo el gobierno del señor Bolsonaro, que saben que es una “canoa agujereada”, de la que desembarcarán corriendo apenas perciban que se está hundiendo definitivamente.

 En síntesis, este grupo parlamentario siempre estuvo y estará colgado en cualquier gobierno con sus reivindicaciones locales y corporativas. El problema es que este grupo no tiene la más mínima condición, interés o capacidad autónoma para constituir o sostener un gobierno por sí solo, y mucho menos definir algún  proyecto nacional y coherente para el país. Su más completa heterogeneidad de intereses impide que de allí  surja alguna idea más inteligente y unitaria, o cualquier objetivo que involucre a todo el país, más allá de sus causas individuales o corporativas. 

Los militares

La cuestión militar es el punto donde el error del Capitán traerá consecuencias más difíciles de ser administradas, porque, en la práctica, su gobierno es un gobierno militar  – o al menos es un gobierno de los militares que tomaron la mayoría de sus ministerios y cargos comisionados  –  que ahora está procurando establecer una alianza con el “Centrão”, que, como ya hemos visto, es un revoltijo de siglas que conforman un bloque parlamentario unificado por su denominador común, el “fisiologismo”, que siempre fue  objeto de críticas políticas y morales por parte de los  militares.

Bolsonaro y los generales

La participación de los militares en este gobierno y, más recientemente, la catastrófica gestión del general en actividad Eduardo Pazuello, en el Ministerio de Salud,  afectó fuertemente el prestigio de las FFAA y su reputación como “salvadores de la patria”.  Esta falta de preparación e incompetencia viene siendo demostrada por el Capitán que ocupa la Presidencia, por el indescriptible ministro de Salud, que acaba de salir y por una interminable lista de personalidades que van desde lo jocoso -como es el caso del ministro de Ciencia y Tecnología- hasta lo absolutamente desastroso – como es el caso de los responsables de la seguridad institucional del presidente, incapaces de localizar un paquete de 39 kilos de cocaína dentro del avión presidencial. Imagínese si fuera una bomba, probablemente culparían a los comunistas…

Pero, después de todo, esta experiencia gubernamental lamentable de los militares tal vez pueda tener alguna consecuencia positiva, porque es cada vez más fuerte dentro de la oficialidad brasileña la convicción de que los militares tienen una función de Estado y de defensa de la nación, y no la función de gobernar o sostener un gobierno que carece por completo de cuadros que no sean los amigos de los hijos y, en general, de la  familia del señor Bolsonaro.

En la sociedad existe una conciencia cada vez mayor de que los militares pueden incluso ser hombres de buena voluntad y buenas intenciones, pero que han sido entrenados para lidiar con cañones, barcos, caballos o aviones de guerra, mucho más que de ciencia, educación, salud, arte, infraestructura, o incluso tecnologías de punta, para no hablar de su absoluta falta de preparación en relación con la vida política de los partidos y los demás poderes de la República, con sus respectivos deberes y obligaciones. 

En este punto es que muchos pueden estar equivocados, al pensar que Bolsonaro tomó en cuenta a las FFAA trasladando a su amigo al Ministerio de Defensa y expulsando a los comandantes del Ejército, la  Armada y la Fuerza Aérea. Desde mi punto de vista, por el contrario, lo que logrará con su torpe maniobra es separar definitivamente a las FFAA de su gobierno, creando una grieta que deberá aumentar, dejándolo cada vez más aislado.

Pero, al mismo tiempo, permitirá que las FFAA posiblemente puedan  aprender de una vez por todas que lo mejor es quedarse en el cuartel y no volver a embarcarse en una aventura como la que estuvo involucrado el general Villas-Boas, arrastrando tras él a la mayor parte de la oficialidad brasileña. Este desplazamiento geológico que está en pleno curso tal vez pueda explicar la distinta receptividad que tuvo el famoso tuit de Villas-Boas en 2018 y la nota borrada, pasada de moda y completamente desactualizada que su amigo de  mucho tiempo y de larga tradición familiar golpista publicó el día 29 de marzo en el sitio web del Club Militar. Las cosas están cambiando, y tal vez esté llegando la hora de que la pandilla de los pijamas disfrute de sus pensiones y deje de escribir notas enojadas en las redes sociales o corporativas.

2022

Considero una completa insensatez discutir la elección del año 2022 en este momento. El país está totalmente fuera de control en medio de la mayor crisis de salud de su historia, y  siendo testigo de la parálisis y destrucción de su economía y de la propia infraestructura física, con el cierre de miles de empresas, la salida de capitales cada vez más acelerada y todo ello sobre los cadáveres de más de 300 mil brasileños y brasileñas;  cerca de un millón y medio de habitantes afectados por la pérdida de sus seres queridos y muchas veces responsables del sustento de familias enteras.

Este es el gran desafío que hoy se les presenta a los brasileños. Hablar o calcular las próximas elecciones presidenciales es ahora al menos una postura inhumana, poco solidaria, poco patriótica. Y lo que es peor, de un humor macabro es hablar o discutir la reelección del responsable de la masacre que está ocurriendo frente a nuestros ojos. Por eso me parece sorprendente que la prensa y un gran número de analistas dediquen tiempo a este tema; y peor aún, consideren que es posible reelegir a ese señor que está sentado sobre la mismísima tragedia de su pueblo y que muchas veces se burla de ella.

Diría, quizás a contramano de muchos colegas, que no existe la menor posibilidad de que este señor sea reelegido después de esta catástrofe. Debe estar satisfecho si logra llegar al final de su mandato, que cada vez es más difícil y por culpa suya. Las recientes manifestaciones de empresarios, banqueros, economistas e intelectuales de centro y de la derecha más conservadora indican que la velocidad de la pérdida del apoyo de este gobierno es cada vez mayor.

En camino al impeachment

Tal y como están las cosas y con la velocidad que está tomando la pandemia, la destrucción económica y la miseria de la población, creo que mucho más temprano que tarde el propio Centrão abandonará el barco, y en este caso es muy probable que tomen el camino del impeachment. Pero si las cosas toman ese camino, creo que los propios militares se encargarán de sacar a este señor de la Presidencia, obligarlo a renunciar o llevarlo para ser internado.

Bolsonaro o cualquier otra persona que encarne su mensaje de odio, resentimiento y destrucción siempre contará en Brasil y otros países, con el apoyo de alrededor del 20% de la población. Bolsonaro tenía algo alrededor del 20% en las elecciones de 2018, antes de que comenzara el operativo nacional e internacional, político, legal, militar y mediático que lo llevó a la Presidencia. Y hoy, su núcleo de seguidores leales debería estar alrededor del 15-20% nuevamente. Y no parece probable que la vieja derecha conservadora pueda volver a apoyar a este señor luego de esta verdadera tragedia que ha sido su paso por el Palacio de la Alvorada, donde aún logra burlarse de las víctimas de la pandemia, incluso después de sus 320 mil muertes hasta este momento. 

Otra cosa es saber cómo mantiene el apoyo fanático de ese 15-20% de brasileños. Creo que este tema es complejo y da lugar a varias posibles líneas de explicación. Porque explicar la necrofilia del Capitán no es difícil; difícil es explicar la adherencia necrofílica de sus seguidores. De hecho, este caso siempre me hace recordar el famoso suicidio colectivo de los fieles del Pastor Jones, en Guyana, el 18 de noviembre de 1978. También en aquella ocasión fue más fácil para los periodistas y psicoanalistas explicar el suicidio individual del Pastor Jones, mucho más que el suicidio colectivo de cientos de seguidores fanatizados que se mataron con su líder en un ritual macabro, en el que los niños que resistían eran asesinados por sus propios padres o por los ayudantes del pastor, antes de que ellos también se suicidaran.

Lula

El regreso de Lula al escenario brasileño, con la recuperación de sus derechos políticos, tuvo un impacto enorme, por razones objetivas y también psicológicas. Lula fue eliminado de la vida política porque las fuerzas que sostenían al Capitán, en la fase final de su campaña, sabían que sería imposible elegirlo si Lula estuviese libre. Y ahora, estas mismas fuerzas temen que el señor Bolsonaro no consiga mantener la compostura e interpretar el papel de gobernante, en caso de que el expresidente aparezca al frente,  libre y de regreso al liderazgo de la oposición brasileña.

Todo indica que el Capitán perdió por completo lo que todavía le quedaba de su pequeño juicio, y esta es una de las razones fundamentales por las que destituyó a su amigo y ministro de Defensa, y decidió destituir al general Pujol, porque decidieron no repetir el camino del señor Villas Boas, y no impugnaron la reciente decisión del STF que devolvió los derechos políticos al ex presidente Lula. Independientemente de lo que haga o deje de hacer en el futuro inmediato, el reingreso de Lula redefinió los parámetros de la vida política nacional, y todas las fuerzas presentes comenzaron a manifestarse y tomar sus decisiones.

Por otro lado, la oposición volvió a tener una referencia común y un vector capaz de comprender en su totalidad la mala gestión del país. Lula es una persona que tiene una inteligencia estratégica, un carisma y una relación afectiva con la población brasileña, incluso con sus opositores, lo cual es algo inalcanzable para una persona odiosa, rencorosa y totalmente desprovista de empatía con su propia gente, como es el caso de señor Bolsonaro.

Trump

La derrota de Trump golpeó de lleno la articulación de la extrema derecha internacional que utilizó al Capitán a través de sus hijos. Muchos incluso imaginaron que el capitán Bolsonaro podría reemplazar a Trump y convertirse en el nuevo líder de la extrema derecha mundial. Pero el propio Steve Bannon sabe perfectamente que el Capitán no tiene la estatura intelectual y política indispensable para desempeñar este papel. Y no habría forma de sostener esta ficción oficializando  su papel de títere de sus hijos, sobre todo porque ellos tampoco pueden hablar abiertamente y siempre se esconden detrás de sus robots. 

No es improbable que las fuerzas conservadoras se deshagan de él antes de las elecciones, para ocupar este espacio de la derecha, e incluso de extrema derecha, con un candidato más próximo a la racionalidad cartesiana y sus convicciones liberal-cosmopolitas.

Las tareas más urgentes de la oposición en este momento son ayudar al pueblo brasileño a enfrentar y superar este terrible momento de su historia, proponiendo medidas parlamentarias que puedan aliviar el sufrimiento de la población, el desempleo y la muerte de miles de brasileños, este año y en el siguiente. rasil

Notas:

1.- oficiales retirados;

2.- grupo teatral ambulante.

José Luis Fiori
Publicado por sinpermiso,
Traducido por Carlos Abel Suárez