Un deber moral, histórico, cívico: hay que pulverizar el Mausoleo glorificando al criminal contra la humanidad Graziani en Affile

Es una historia típica de la Italieta del siglo XXI, de verdad increíble pero muy real

En el año XII del siglo en curso (¿o más bien en el año LXXXIX de la Era Fascista?), el alcalde llamado de “centro-derecha” de Affile, en la Ciociara del Lacio, bautizada por algunos “Naziland”, inaugura un monumento a la gloria del mariscal/general/ministro de la República nazifascista “social” de Salò, Rodolfo Graziani, “hijo ilustre de la ciudad”, que de hecho ni siquiera nació allí, sino en Filettino, a 26 kilómetros de distancia (por último, su padre era de Affile y él vivió allí esporádicamente). El mausoleo lleva las inscripciones victorianas (de los Víctor Emmanuel nº 1, 2 3, reyes de Italia) “Patria” y  “Onore”. Por este monumento, cuya fealdad y brutalidad están a la altura del que honra, presentado inicialmente como un “monumento a los muertos” genérico (llamado “Sacrario al soldado”), el municipio recibió una subvención de 130.000 euros asignados por la Región del Lacio. Cinco años más tarde, a raíz de una denuncia de la ANPI, la asociación de partisanos antifascistas, el alcalde y dos concejales fueron condenados en primera instancia por el tribunal de Tivoli, respectivamente a ocho meses de prisión y a una multa de 120.000 euros, seis meses y 80.000 euros, así como a cinco años de prohibición de ejercer cargos públicos, además de una indemnización de 8.000 euros para la ANPI, por “apología del fascismo”. En 2019, el Tribunal de Apelación confirmó la sentencia. A finales de septiembre de 2020, el Tribunal de Casación anuló las sentencias.

 Las últimas siete vespasianas de Bolonia fueron hermanadas con el “sacrario” de Affile en octubre de 2012 por el colectivo Wu Ming. Patria e Onore se ha convertido en Patria e Odore, y la placa es una parodia del estilo ampuloso mussoliniano.

Si yo viviera en mi ciudad natal – Roma – llamaría a mis compañer@s a organizar la destrucción cívica de este infame mausoleo, armándose, a falta de dinamita o incluso de  bulldozers, con martillos y picos, eligiendo una fecha simbólica, por ejemplo el 4 de noviembre, el aniversario italiano del fin de la Gran Masacre de 1914-18, o el 30 de diciembre, aniversario del bombardeo del hospital sueco de Malca Dida, en el que murieron 28 pacientes etíopes y un médico sueco en 1935, o el 16 de septiembre, aniversario del ahorcamiento de Omar Al Mukhtar, combatiente de la resistencia libia, en 1931, o el 19-20-21 de febrero, aniversario de las matanzas de Addis Abeba (6. 000 muertos), o el 23 de febrero, aniversario del ahorcamiento de Ras Destà, comandante de las tropas etíopes en el frente sur, en 1937, o el 20 de mayo, aniversario de la masacre de monjes y diáconos coptos en Debrà Libanò (entre 1.423 y 2.033 muertos) en 1937. O incluso – por qué no – el 25 de abril, aniversario de la Liberación italiana. Y quizás se podría dejar sobre el terreno un antimonumento – contra la amnesia del buen pueblo italiano – en homenaje a tod@s l@s luchador@s por la libertad, en la forma de un gran agujero vacío simplemente pintado de negro. Si mi propuesta le parece demasiado temeraria al menos asegúrese de que la propuesta del Tribunal de Apelación de Tivoli se cumpla, de anular la dedicatoria a Graziani – Fausto Giudice, Tlaxcala

Alistamiento de Ascaris (cipayos africanos) a los pies del autoproclamado Virrey de Etiopía Graziani, La Domenica del Corriere n°5, 1937

Publicamos a continuación, traducido por nosotros, el excelente artículo de Gian Antonio Stella, publicado en el Corriere della Sera el 30 de septiembre de 2012, para aquellos que no saben quién fue el infame Rodolfo.

Este mausoleo de la crueldad que no escandaliza a Italia

El fascista Graziani celebrado con el dinero de la Región del Lacio

“Nunca he dormido tan apaciblemente”, escribió Rodolfo Graziani en respuesta a quienes le preguntaban si no tenía pesadillas después de las masacres que había ordenado, como la de todos los sacerdotes y diáconos cristianos etíopes de Debrà Libanòs, que fueron asesinados y degollados por cipayos musulmanes somalíes con uniforme italiano. ¿Los que gastaron dinero público para construir un santuario a ese carnicero de la Ciociaria duermen también tranquilamente ? Si es así, no conocen la historia.

Borrar la memoria de un crimen, escribió Bernard -Henry Levy, significa cometerlo de nuevo: en efecto, el negacionismo “es, en sentido estricto, el estadio supremo del genocidio”. Él tiene razón. Es una vergüenza que la ciudad de Affile, cerca de Subiaco, haya construido un mausoleo para celebrar la memoria de aquel que, según el historiador Angelo Del Boca, el mejor conocedor italiano de este período, fue “el asesino más sanguinario del colonialismo italiano”. Y es increíble que esto haya suscitado reacciones internacionales indignadas, con artículos en el New York Times o reportajes de la BBC, pero no ha conseguido suscitar una ola de indignación en nuestra opinión pública. Una señal de que demasiados italianos ignoran o siguen ocultando nuestras pesadas responsabilidades coloniales.

Francesco Storace [senador postneofascista que comenzó como chofer y guardaespaldas de Giorgio Almirante, el jefe de la MSI, NdlT] llegó a dictar a la agencia ANSA un despacho titulado “No cubrir Graziani de barro” y a sostener que “en el proceso que se le inició en 1948, fue declarado culpable y condenado a sólo dos años de prisión por simple adhesión a la República Social Italiana”. Falso. El diccionario biográfico Treccani explica que el 2 de mayo de 1950, el mariscal fue condenado a 19 años de prisión y que fue gracias a una serie de indultos  que  no purgó, vergonzosamente,  más que unos meses.

Es cierto, sin embargo, que incluso esta frase centrada en la “colaboración militar con los alemanes”, era el resultado de una cultura que desgraciadamente giraba en torno a nuestro ombligo (el fascismo, el Duce, Salò…) sin preocuparse de nuestras fechorías en África. Una cultura que incluso impulsó al demócrata cristiano Alcide De Gasperi y al comunista Palmiro Togliatti (otro error que nos pesa) a negar a Etiopía la extradición de Graziani solicitada por su utilización de gas prohibido por todas las convenciones internacionales y por las masacres cometidas y reivindicadas. Y más tarde, esta misma cultura permitió que Giulio Andreotti se reuniera con el antiguo oficial, en nombre de la Ciociaria, sin plantearse demasiados problemas morales.

Sin embargo, en aquella época, a raíz de décadas de exaltación del “buen colono italiano”, los contornos de los crímenes de guerra aún no estaban claros. Todavía no se habían aclarado las perspectivas históricas que habrían colocado al virrey mussoliniano de Etiopía en su papel de verdugo despiadado. Lo sorprendente es que incluso hoy, el nuevo mausoleo sea cuestionado, en nombre de las responsabilidades de Graziani sólo dentro de “nuestra” historia. Incluso Nicola Zingaretti, [presidente postcomunista de la Región Lacio, NdlT],en su blog, reprocha al mariscal sus responsabilidades ante todo “domésticas”

Por no hablar del ignominioso sitio web del municipio de Affile, donde está escrito que el hombre fue una de las “figuras más  queridas y criticadas, con o sin razó,“ del período de entreguerras y un “intérprete de acontecimientos complejos y de  elecciones a menudo dolorosas”. Que “realizó grandes obras públicas que aún hoy testimonian la voluntad civilizadora de Italia”. Que “era capaz de orientar todas sus acciones hacia el bien de la Patria gracias al rigor moral inflexible y a la meticulosa lealtad al deber como soldado”.

¿“Rigor moral inflexible”?  “Rodolfo Graziani regresó de Etiopía con cientos de cajas de objetos robados de las iglesias etíopes desvalijadas”, dice Del Boca.  “Gracias a él, el mayor depósito ilegal de pinturas y crucifijos de la Iglesia etíope se encuentra en Italia”. Ciertamente no era el único que tenía este desprecio por esta antigua iglesia cristiana  fundada por San Frumenccio alrededor del 350 DC. Basta recordar las palabras, que los católicos releen con vergüenza, con los que el cardenal de Milán Ildefonso Schuster inauguró el curso de mística fascista el 26 de febrero de 1937, una semana después de la terrible masacre de Addis Abeba: “Las legiones italianas reivindican la civilización para Etiopía y, al desterrar la esclavitud y la barbarie, quieren asegurar a estos pueblos y a todo el consorcio civil la doble ventaja de la cultura imperial y de la fe católica”.

Fue él, el “héroe de Affile”, quien coordinó la deportación desde Cirenaica en 1930 de cien mil hombres, mujeres, ancian@s y niñ@s obligad@s a caminar cientos de kilómetros a través del desierto hasta los campos de concentración instalados en las zonas más inhóspitas de Sirte. Diez mil de esos desgraciados murieron durante este viaje infernal. Decenas de miles más en los campos fascistas.

Y fue también él quien en 1937 desató las represalias en Etiopía para vengar el ataque que los patriotas habían llevado a cabo contra él. Treinta mil muertos, según los etíopes. El enviado del Corriere della Sera, Ciro Poggiali, se horrorizó y escribió en su diario: “Todos los civiles [italianos] de Addis Abeba han asumido la tarea de la venganza, llevada a cabo de manera fulminante según las reglas del squadrismo [grupos paramilitares] fascista más auténtico. Se mueven armados con porras y barras de hierro, matando a tantos nativos como hay todavía en las calles… Huelga decir que la carnicería se ejerce sobre personas inocentes e ignorantes [de los motivos de los asesinos]”.

Las unidades militares y los escuadrones fascistas no tuvieron piedad, ni siquiera de los niños. También había un actor en el lugar, Dante Galeazzi, que en el libro El violín de Addis Abeba cuenta con horror: “Durante tres días reinó el caos. Por cada Abisinio visible, no hubo escapatoria durante esos tres terribles días en Addis Abeba, una ciudad de africanos donde durante algún  tiempo no se ha visto a ningún africano”.

En los mismos días, acusando al clero etíope de estar del lado de los patriotas que se rebelaron contra la conquista, Graziani ordenó al General Pietro Maletti  diezmar a todos, absolutamente a todos los sacerdotes y diáconos de Debrà Libanòs, que era el corazón de la iglesia etíope. Una horrible masacre que, según los universitarios Ian L. Campbell y Degife Gabre-Tsadik, autores de La repressione fascista in Etiopia. La ricostruzione del massacro di Debrà Libanòs  (Studi Piacentini n. 21, 1997, pp. 79-128), vio el martirio de al menos 1.400 religiosos víctimas de una masacre confiada, para evitar problemas de conciencia, a las divisiones musulmanas de nuestro ejército.

Él, el carnicero, no tenía estos problemas: “A menudo he hecho un examen de conciencia con respecto a las acusaciones de crueldad, de atrocidades, de violencia que se me atribuyen. Nunca he dormido tan apaciblemente. Además, se jactó telegrafiando al General Alessandro Pirzio Biroli: “Sacerdotes y monjes ahora pasan en fila que es una belleza”.

Algunos dirían que estaba siguiendo órdenes. Que fue Mussolini, el 27 de octubre de 1935, quien le dijo que usara el gas. Leamos cómo Haile Selassie relató los efectos de estos gases:  se trataba “de extraños barriles que se rompían tan pronto como tocaban el suelo o el agua del río, y proyectaban un líquido incoloro a su alrededor”. Antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba sucediendo, unos cientos de mis hombres fueron golpeados por el misterioso líquido y gritaron de dolor, mientras que sus pies descalzos, sus manos y sus rostros  se cubrían de ampollas. Otros, que habían saciado su sed en el río, se retorcían en el suelo en una agonía que duró horas. Entre las personas afectadas también había campesinos que habían traído sus rebaños al río, y gente de las aldeas vecinas”.

Habiendo sido informados sobre el monumento que costó 127.000 euros y fue dedicado al Mariscal con una desviación con respecto al proyecto inicial de erigir un mausoleo a todos los muertos de todas las guerras, los descendientes del emperador etíope, como lo recordó el diputado italiano Jean-Léonard Touadi, autor de una pregunta parlamentaria, escribió al presidente Napolitano, señalando que este mausoleo es un “increíble insulto a la memoria de más de un millón de víctimas africanas del genocidio”, pero que “la falta de reacción de Italia es aún más aterradora”.

¿Rodolfo Graziani “sólo seguía órdenes”? Heinrich Himmler, Joseph Mengele, Max Simon, que masacró a los habitantes de Sant’Anna di Stazzema*, dijeron lo mismo. Pero nunca nadie gastó dinero de la región del Lacio para construirles un infame mausoleo.

NdlT

*Las SS masacraron a 560 habitantes que no eran partisanos de esta toscana  en agosto de 1944. Alemania se negó a extraditar a los 10 ex miembros de las SS condenados por este delito por un tribunal italiano en 2005, 61 años más tarde.

Various Authors – Autores varios – Auteurs divers- AAVV-d.a.

Original: Un dovere morale, storico, civico: il Mausoleo di Affile, un monumento da polverizzare

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 5 de noviembre de 2020

Traductions disponibles : Français 

http://tlaxcala-int.org/upload/gal_21690.jpg

What do you want to do ?

New mail