“Que nadie escupa sangre”

“en este mundo sin alma que se nos obliga a aceptar como único posible, no hay pueblos, sino mercados; no hay ciudadanos, sino consumidores; no hay naciones, sino empresas; no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles”

Un brote de humanismo recorre el mundo. También Euskal Herria. “No estamos dispuestos a consentir que tenga que morir gente para que los demás puedan seguir haciendo su vida como si nada pasara”.

Lo decía la presidenta navarra. Su colega en Euskadi insistía en los mismos humanistas conceptos: “que nadie quede atrás”.

Y yo que comparto tan hermosos principios, salté alborozado de mi silla para abrazarme al televisor. ¡Bravo! ¡Bravo! Zoragarria! ¡Viva Chivite! ¡Viva Urkullu!

Decía Eduardo Galeano que “en este mundo sin alma que se nos obliga a aceptar como único posible, no hay pueblos, sino mercados; no hay ciudadanos, sino consumidores; no hay naciones, sino empresas; no hay relaciones humanas, sino competencias mercantiles” y así fuese porque, de improviso, Urkullu y Chivite se habían vuelto comunistas o cristianos coherentes, brindé junto a ellos por el fin de las residencias de mayores en manos de buitres, por el fin del lucro inmobiliario, por el cierre de las putas incineradoras y vertederos, porque ni la educación ni la salud vuelvan a ser nunca un maldito negocio, porque dejen de morir de hambre todos los días en el mundo 25 mil seres humanos, para que, como decía aquella vieja canción de Atahualpa Yupanqui en sus preguntas a Dios, “nadie escupa sangre para que otros vivan mejor.”

(Preso politikoak aske)

Koldo Campos Sagaseta, Columna Cronopiando para La Pluma,12 de octubre de 2020

Editado por María Piedad Ossaba