Respirar junt@s, respirar libres.En el mundo que vendrá
Manifiesto por un programa de lucha europeo

Con esos cuerpos, con esas voces, tod@s somos cómplices y solidari@s. Son las ciudades de USA ocupadas por l@s manifestantes, es el mundo que levanta la cabeza y se rebela, los que inspiran el texto que estáis leyendo.

El texto a continuación es el resultado del debate colectivo iniciado el 9 de abril por la iniciativa “el mundo que vendrà” en Italia. Una agenda política y una partitura abierta para las luchas por venir

I. WELFARE (BIENESTAR SOCIAL)
II. TRABAJO
III. SALUD
IV. ESCUELA Y UNIVERSIDAD
V. MIGRACIONES
VI. RED

I can’t breathe”: las últimas palabras desgarradoras de George Floyd, salvajemente asfixiado por la policía el 25 de mayo en la ciudad de Minneapolis, son el lema que anima  el movimiento antirracista más poderoso de las últimas décadas. En los USA primero, pero con una difusión mundial que sin duda seguirá sorprendiéndonos. Palabras que, como las movilizaciones radicales que están inflamando la América de Trump, van más allá de la simple denuncia de la violencia policial.

 Hay muchas maneras en las que no se puede respirar, en este planeta sacudido por la pandemia, el cambio climático y la crisis económica más catastrófica del siglo pasado. En los USA, los afroamericanos siguen muriendo de racismo: desde hace meses, también han muerto de COVID-19; desde hace meses, son los más afectados por el “cataclismo del desempleo” que ha azotado el país (40 millones de desempleados). Los cuerpos negros, pardos y blancos que inundan las calles desde el 25 de mayo, con protestas que han estallado en casi 200 ciudades, quieren respirar otro mundo y ya empiezan a construirlo, multiplicando los espacios de intersección entre las prácticas, las luchas y los sujetos que, de diferentes maneras, viven experiencias de dominación y explotación, pero que se sublevan en una perspectiva común.

Con esos cuerpos, con esas voces, tod@s somos cómplices y solidari@s. Son las ciudades de USA ocupadas por l@s manifestantes, es el mundo que levanta la cabeza y se rebela, los que inspiran el texto que estáis leyendo. Su origen está localizado: la pandemia que, en Italia, inmediatamente después de China, produjo el confinamiento y más de 30 mil muertos. En el tiempo suspendido de la cuarentena masiva, decidimos romper la soledad con una asamblea telemática a la que asistieron cientos de mujeres y hombres, jóvenes y menos jóvenes, con miles de personas que seguían en vivo. Este evento, del pasado 9 de abril, fue tan arrebatador  que exigía una continuación. #ilmondocheverrà ha sido y es un espacio de convergencia, refractario a perímetros e identidades afianzadas; desde el principio su ambición inmediata fue elaborar un programa político ofensivo, capaz de ajustar cuentas al histórico punto de inflexión que desde febrero todo el planeta está viviendo a causa de la pandemia. Sin luchas, sin organización de luchas, no hay programa. La definición de un método es decisiva. Y de hecho, en los 4 actos que siguieron a la primera asamblea del 9 de abril, no se trató de preparar el elegante hábito para apretar a los sujetos que luchan. Los gérmenes  del programa que leeréis, y que recordémoslo fue el fruto de una intensa y participativa discusión colectiva, vivían ya antes de COVID-19. El confinamiento, el cierre de las fronteras y la crisis económica que es y será (a partir de septiembre aún más intensa) el efecto de todo esto, han hecho explosivos los problemas que afectan desde hace tiempo a nuestro mundo, que ha sido violado por la globalización neoliberal y su torcimiento autoritario.

 Nos mueve un sentimiento de urgencia, nuestra temporalidad es la que retomamos del movimiento ecologista más radical, que nos incita a actuar ahora.

Aumento de las desigualdades y empobrecimiento, recrudecimiento del patriarcado y racismo, privatización del bienestar social y de los recursos naturales, saqueo y devastación del medio ambiente: son fenómenos que conocemos bien y que desde hace años inspiran las luchas del sindicalismo social, del movimiento feminista transnacional, de los movimientos antirracista y ecologista.  

Se trataba, y se trata- esta es la razón de este intento – de conquistar un espacio de intersección, de convergencia entre hombres y mujeres numeros@s y diferentes – partiendo de una base sólida, y en particular de la fuerza con la que los  movimientos  feminista y ecologista han definido concretamente un horizonte programático (que hacemos nuestro sin dedicarle puntos específicos a estos temas).

Pero este programa es necesariamente una partitura. De aquellas cuyo ritmo es dado – de vez en cuando- por aquell@s que tocan en vivo. Material útil  para una jam session, en resumidas cuentas. El virtuosismo al que se refiere es el de la orquesta, no del solo. Desde las luchas de estos últimos años al programa, desde el programa a las luchas por venir. Nos ha parecido hasta ahora, y nos parece, que si, por un lado, la discontinuidad de estos meses que acabamos de vivir agrava el desastre neoliberal que se presenta cada vez más bajo el disfraz autoritaro  de Trump y Bolsonaro, Modi y Putin, por otro lado permite repensar radicalmente la sociedad. Frente al trauma que viven miles de millones de mujeres y hombres en todo el mundo, y nosotr@s con ell@s, la violencia capitalista hace caer sus velas, exhibe su brutalidad, se da  por lo que es: la catástrofe, la verdadera. Un programa ofensivo para las luchas venideras es una forma de repetir que la normalidad era el problema y que sólo una alternativa al capitalismo puede salvarnos. La riqueza es común, también lo es el conocimiento, las instituciones de bienestar social: común no rima con escasez y competencia, pero si con uso, compartir, felicidad. Sí, vencer la tristeza y la soledad: esto es lo que también y sobre todo necesitamos, en el mundo que vendrá- que las luchas deben construir.

 En Italia tuvimos una discusión. Sabiendo, desde el primer momento, que la conquista del área política europea no puede ser pospuesta. La Europa de los tratados nunca ha sido ni será nuestra. Los Estados y su patética ambición soberana son los enemigos de la democracia y de la libertad. Entre la una y las otras hay una pradera de luchas para crecer: porque es en Europa donde se produce la riqueza, en Europa donde se imponen las jerarquías y las exclusiones, los recortes y el empobrecimiento, la moneda y el trabajo. Contra la Europa de los tratados, sólo la Europa de los movimientos sociales anticapitalistas puede marcar la diferencia. El movimiento feminista, capaz de extenderse por todo el mundo, ya ha demostrado concretamente que el Estado está vinculado a la lógica patriarcal y ciertamente no representa un baluarte contra el neofascismo. Las estructuras del Estado pueden ciertamente ser valorizadas en la perspectiva de la construcción de políticas sociales, pero a partir de una movilización, de políticas y de luchas que el Estado no puede pretender representar y contener. Y la presión migratoria contra fronteras y muros, con valentía y sufrimiento, nos recuerda cada día que la democracia es una forma política en expansión, o no lo es. Por primera vez después de la crisis de la deuda soberana y de la Troika, el “Recovery Found” (Fondo de Recuperación) introduce un presupuesto comunitario: los recursos son insuficientes y llegarán demasiado tarde, es cierto; pero decidir dónde desembolsarlos, en los bolsillos de las multinacionales o para apoyar la reproducción social de la vida (cuidados, sanidad, escuela y universidad, reconversión ecológica, etc.), es el reto que debemos y podemos plantearnos ahora.

La COVID-19 no se ha debilitado la pandemia no ha terminado. Solo será con la llegada de una vacuna, que actualmente se encuentra bajo el signo nefasto de la competitiva fiebre mundial del oro, en particular entre los USA y China. El otoño europeo será quizás similar al otoño francés del año pasado,  el de los Chalecos Amarillos.  Tal vez. Seguramente la crisis económica será dramática, con despidos masivos y y un bienestar social impreparado. El resto dependerá de las luchas, de su capacidad de convergencia, tanto a escala local como continental y global. Ahora es el momento de reapropiarse del espacio público, de  habitarlo y transformarlo aprovechando el conocimiento del cuidado practicado en las casas durante el confinamiento.. El programa que much@s de nosotr@s hemos estado escribiendo, articulado alrededor de seis ejes temáticos, se basa en esta esperanza. Para volver  a respirar, para hacerlo junt@s, en el mundo que vendrá.

I. WELFARE (BIENESTAR SOCIAL)

La crisis ha vuelto a poner de manifiesto la importancia de las instituciones que operan en el ámbito de la atención, la salud (física y psíquica) en primer lugar, pero, de manera más general, en la reproducción de las relaciones sociales (educación, formación, atención, servicios, cultura). Es en este terreno, en el terreno del bienestar social, donde se juegan los partidos decisivos para el mundo que vendrá. Ahora es posible invertir la tendencia a la privatización y la drástica reducción de las inversiones que ha caracterizado a las últimas décadas. Debemos movilizarnos para que esto suceda, pero no debemos olvidar, sin embargo, que el welfare puede significar muchas cosas: el autoritarismo y el paternalismo han caracterizado incluso las experiencias democráticas más avanzadas del estado de bienestar en el siglo XX.

 Por lo tanto, no basta con la recalificación de las estructuras públicas (estatales): hay que afirmar un principio diferente de organización del bienestar social, ese principio de lo común que surge de la organización y la capacidad de tomar decisiones colectivas tanto de l@s trabajador@s como de l@s ciudadan@s (de l@s “usuari@s”).

 En particular, en el marco de las actividades culturales es necesario criticar la lógica que las ve como mera producción de servicios para el consumo, a fin de reafirmar su centralidad social y su vocación esencial de ser un instrumento de lo común, para potenciar sus potencialidades antagónicas  intrínsecas.  Desde este punto de vista, las experiencias de mutualismo, de autoorganización y  servicios independientes no estatales (de bienestar desde abajo), que proliferaron en las principales ciudades italianas durante la pandemia, son de crucial importancia. Valiosas en sí mismas, estas experiencias también indican criterios operacionales, una acumulación de conocimientos y prácticas fundamentales para las luchas de los próximos meses. Nuestro objetivo es hacer que estas experiencias perduren, convirtiéndolas en una red difusa de contrapoderes, ya que, al mismo tiempo que la distribución de los recursos financieros queremos una distribución descendente de poder hacia abajo.

El principio del “cuidado”, redefinido en el sentido indicado por el debate feminista en torno al “trabajo reproductivo”, ofrece un punto de vista fundamental para la reorganización del bienestar social.

Históricamente, las políticas de bienestar están indisolublemente vinculadas al trabajo por un doble hilo. Afirmamos con fuerza que antes del trabajo existe el derecho a tener una vida digna, independientemente de que se trabaje o no, y de las posibilidades concretas de empleo.

Una condición indispensable para una vida digna es tener la posibilidad de que tod@s disfruten de un espacio doméstico, habitable, de una casa. La pandemia ha puesto de relieve, si es que todavía hacía falta, las condiciones precarias y dramáticas en las que se encuentran las personas sin techo o con un hogar precario, al igual que la violencia de género ha mostrado su rostro salvaje en las casas cerradas por el confinamiento.

Por lo tanto, renta, casa y lucha contra la violencia de género son, para nosotr@s  tres áreas esenciales en el programa y la lucha.

Antes del trabajo remunerado o autónomo, existe el trabajo de cuidados, a veces invisible, la mayoría de las veces a cargo de las mujeres, que realmente hace posible la reproducción de nuestra sociedad. Por lo tanto, necesitamos instituciones capaces de garantizar las diferentes prácticas de cuidado. Hay diversas luchas que en estos años y meses de emergencia han señalado la centralidad de estas instituciones, desde el movimiento feminista mundial de los últimos años, hasta las numerosas luchas particulares, como las del personal médico en la fase aguda de la pandemia. En este contexto, pedimos que se aumente el gasto público en salud, educación, investigación, cultura y otros servicios esenciales. Al mismo tiempo, una vez más, somos conscientes de que pedir más recursos no es suficiente. Es necesario abrir una lucha por la democratización de las instituciones de bienestar (y en particular, en el caso de las instituciones culturales, por su apertura al diálogo con las realidades sociales y a la conversación con la historia).

 Junto con los recortes presupuestarios, hemos sufrido un complejo proceso de managerización de los servicios, que ha llevado a nuevas exclusiones sociales y a fuertes limitaciones en la toma de decisiones democráticas. También estamos convencid@s de que asumir la dimensión política de los cuidados en el centro de nuestras luchas en el trabajo y por una política social universal y democrática significa asumir hasta el final la necesidad de un replanteamiento radical de los modos de producción y reproducción social en el sentido de su reconversión ecológica (valorizando experiencias como los ecodistritos y prácticas ecológicas como la agroecología).

Las medidas de protección social adoptadas por el gobierno en los últimos meses -incluidos los amortiguadores sociales, las medidas puntuales en favor de los trabajadores por cuenta propia y la Renta de emergencia (REM)- son instrumentos temporales caracterizados por una lógica fuertemente categorial, que produce nuevas formas de exclusión de las instituciones de bienestar para millones de personas. Es necesario ir en la dirección opuesta, rompiendo condiciones y segmentaciones: es urgente, por lo tanto, introducir un esquema de renta básica individual e incondicional, desvinculada de las condiciones de ciudadanía y residencia, como medida permanente, actuando a través de una revisión profunda de la norma actual de la llamada “Renta de Ciudadanía”. El criterio de la universalidad de las medidas de apoyo a los ingresos debe afirmarse con firmeza para contrarrestar la fragmentación de la lógica meramente asistencialista y miserabilista de los subsidios.

II. TRABAJO

Durante la crisis, aprendimos a reconocer a l@s “trabajador@s esenciales”. Y hemos sido testigos del intento de la Confindustria [confederación patronal] de ampliar esta categoría, para restablecer el modelo productivo y los ritmos “normales” de explotación. No han faltado las resistencias  y las luchas de l@s trabajador@s, y es a estas luchas y resistencias con las que nos vinculamos en primer lugar.

Sabemos que en los próximos meses la iniciativa patronal no se detendrá, con el objetivo de atacar las garantías y los salarios, sobre todo porque nos encontramos en una situación de crisis social sin precedentes. Precisamente con esta crisis en mente, afirmamos con fuerza que no hay contradicción entre la lucha por la renta y la lucha por los salarios hoy en día.¡La lucha por la renta  es incluso  la condición para que la crisis social no pueda ser utilizada como elemento de chantaje y de presión sobre el salario!

Emergen  aquí dos objetivos fundamentales que se unen a una renta básica incondicional y a la multiplicación de las luchas sobre los contratos y las condiciones de trabajo: la introducción de una norma sobre el salario mínimo horario  y sobre la “remuneración mínima” para  l@s trabajad@res autónom@s. Y la cuestión de la fiscalidad debe plantearse con fuerza: no es posible que, como también se hizo en la última maniobra, el gobierno siga desgravando  impuestos a las empresas, recurriendo a diversas  formas de crédito fiscal para las rentas del capital. El resultado es que el gasto público, necesario para la protección social y el bienestar, seguirá financiándose principalmente con los salarios.

Es necesario introducir una fuerte tributación sobre los patrimonios (bienes muebles e inmuebles), empezando por las grandes concentraciones de riquezas, para financiar los servicios universales y para sostener el inevitable aumento de la deuda publica en los próximos años. Al mismo tiempo, se necesita una mayor progresividad en el sistema de impuestos  sobre la renta, para que sean los ricos quienes financien mayoritariamente las instituciones colectivas.

Emerge a continuación hoy a plena luz, entonces, la relevancia material del tema de la democracia sindical. La utilización masiva del smart working durante la crisis, sin ningún tipo de contratación sindical, unida a la organización “de emergencia” del trabajo, anuncia ya la emergencia de un nuevo derecho laboral. Esto es particularmente cierto para l@s que están en el sector terciario y siguen trabajando desde casa, en una situación que hace aún más evidente la confusión entre el tiempo de vida y el de trabajo. En este contexto, en el que la organización del trabajo se convierte inmediatamente en un campo de batalla, la lucha por la “democracia sindical” ya no puede aplazarse: es necesario conquistar e imponer nuevas normas  de representación sindical, capaces de garantizar concretamente la libre organización de l@s trabajador@s, actualmente restringida por normas destinadas a favorecer el control por parte de las organizaciones sindicales confederadas.

La iniciativa en la esfera del trabajo no puede en ningún caso evitar tener que hacer frente a la verdadera explosión de las figuras del trabajo, con la fragmentación y la precarización facilitadas por las contrarreformas de los últimos años. El “capitalismo de las plataformas” y la “industria 4.0”, lejos de remediar esta situación, la han agravado aún más. La dominación del capital se hace más omnipresente a través de métricas y algoritmos, mientras que los análisis de la “feminización del trabajo” muestran de manera convincente cómo la dominación del capital se combina con la dominación patriarcal.

A continuación las condiciones del trabajo migrante en la agricultura son también sintomáticas de procesos de mayor alcance en los que la explotación está entrelazada con la razialización.  El descubrimiento de los procesos de organización y de lucha para hacer frente a esta aglomeración heterogénea del trabajo vivo es un objetivo fundamental en torno al cual nos proponemos trabajar.

Desde hace mucho la pobreza no está fuera del trabajo, sino que lo  atraviesa y lo divide: en la crisis social de los próximos meses, esta tendencia está destinada a profundizarse, y debemos combatirla por todos los medios necesarios, combinando la lucha por el salario y la lucha por la renta, exigiendo intervenciones públicas y reactivando las redes mutualistas que se desarrollaron durante la pandemia. Pero la pobreza también puede ser la base de luchas expansivas, de la construcción de amplias coaliciones capaces de cuestionar el modelo productivo en su conjunto, empezando por el lanzamiento de una batalla estratégica para reducir el horario de trabajo y liberar tiempo de vida. Han pasado sesenta años desde la última reducción horaria por ley, décadas en las que los aumentos de productividad y las innovaciones tecnológicas sólo han beneficiado a las empresas.

 También en este caso se trata de invertir la tendencia, siendo conscientes de que es a la vez necesario y difícil lograr una reducción del tiempo de trabajo de las personas que prestan sus servicios fuera de las relaciones contractuales estándar.

III. SALUD

Empecemos por ahondar en más detalles del discurso sobre el welfare. La cuestión de la salud es claramente una prioridad. Las luchas durante la crisis se opusieron con fuerza y a menudo con eficacia al chantaje de la alternativa entre el trabajo y la salud (entre la producción y la reproducción), que se representa sin embargo sin cesar en el conflicto político y social.

Luego la cuestión de la salud plantea inmediatamente la cuestión de la ciencia que, en la crisis ha tenido una exposición pública sin precedentes (que, a decir verdad, no siempre ha ofrecido la fiabilidad de los datos epidemiológicos en torno a los cuales se han desarrollado las disputas entre científicos que no son precisamente edificantes). Reivindicar la prioridad del derecho a la salud significa también reivindicar la democratización de la ciencia, trabajando en la construcción de las condiciones necesarias  para que l@s científic@s  participen en proyectos de reconstrucción de una ciudadanía consciente e informada.

La prioridad de la salud como práctica pública se afirma a menudo en abstracto, y luego se niega, al encerrar esas prácticas en una concepción disciplinaria y de prestación de los “servicios”, marcada por una idea de salud pública jerarquizante, patriarcal y colonial. Afirmamos la prioridad de la investigación, del seguimiento, de la salud territorial (subrayando además que el cuidado de la salud no puede separarse del cuidado del medio ambiente) – pero también, al mismo tiempo, la prioridad de la lucha por la reapropiación de una idea no administrativa y no disciplinaria de la salud, fuera de la lógica de la prestación  y de la distinción abstracta entre usuari@s y operador@s, para retomar la historia de las luchas que democratizaron y transformaron el sistema sanitario antes de que la contrarrevolución neoliberal lo desmantelara.

La reanudación de las luchas por la centralidad  y la transformación de la salud constituye también la via real para iniciar una critica eficaz y practicable  de la delegación  de los conocimientos expertos, y la construcción de luchas por la reapropiación  democrática de estos conocimientos .

El conflicto entre cuidados/reproducción por un lado y propiedad/capital del otro resulta ser un terreno de conflicto fundamental en la búsqueda del cuidado, en conflicto con la lógica propietaria del sistema farmacéutico: es el terreno que queremos llamar “vacuna del común”, como centralidad de la reproducción social en el desarrollo de un nuevo modelo radicalmente democrático de protección y seguridad, sanitaria y social. ¡Cuidado y vacuna fuera de la lógica de la propiedad – de las empresas así como de  los estados-naciones – y fuera de las patentes! El ejemplo de Act Up, del activismo relacionado con el VIH, es fundamental para nosotros por su capacidad de politizar la línea de conflicto entre el cuidado y la reproducción por un lado, la propiedad y el capital del otro.

La reapropiación de la salud vive en las prácticas colectivas, en las mismas prácticas conflictivas que marcarán las luchas de los próximos meses.

Se afirma como central una experimentación colectiva de formas de estar juntos en la salud, prácticas performativas que construyen un nuevo régimen de visibilidad, expresión, al mismo tiempo de cuidado de sí mism@/de otr@s y de urgencia conflictiva, (dejando a los fascistas las manifestaciones  feroces de calles que pretenden romper el cuidado individual y colectivo, prácticas de luchas y al mismo tiempo de apoyo recíproco y colectivo, aptas para no evacuar el luto sino, al mismo tiempo, hacer visible la fuerza de la relación.

En resumen, para decirlo en pocas palabras, el exacto opuesto del “modelo lombardo” tan celebrado en los últimos años, y que ha demostrado ser tan deplorablemente inadecuado (por no decir peor) para hacer frente a la pandemia.

IV. ESCUELA Y UNIVERSIDAD

El mundo de la educación (escuelas de todos los niveles y grados, así como la universidad) se ha visto afectado de manera especialmente violenta por la pandemia, en particular debido a las repercuciones de la educación a distancia en millones de familias (y por lo tanto debido a las repercuciones  del impacto directo en la reproducción social).

El mundo escolar se ha movilizado de muchas formas: protestas callejeras, cartas abiertas, creación de comités en toda Italia, cruzando a veces las prácticas feministas construidas en los últimos años y reconociendo la posición del trabajo de cuidado como central en la fase de confinamiento.

La ausencia de la escuela en la agenda del gobierno con respecto a la reapertura – así como la continua confusión sobre los exámenes, el regreso a la escuela en septiembre, al concurso por la titularización de los precarios – es significativa en sus direcciones.  Afirmar la prioridad de la escuela contra este silencio ensordecedor  significa repensar toda la red de intervenciones educativas y escolares a partir de los jardines infantiles, que sufren una ausencia estructural de apoyo por parte del Estado y que deben ser repensadas en términos de calidad y gratuidad.

En este momento, de hecho, la urgencia, reivindicativa,  la necesidad de hacer acto de presencia en la calle, afirma simultaneamente  una exigencia de transformación: tanto en las demandas de planificación e intervención, o en los modelos y las relaciones implicadas en la escuela, en las relaciones entre los diferentes componentes.

Así pues, es necesario repensar la escuela como cuerpo orgánico cuyos componentes – estudiantes, profesores, padres, personal ATA [administrativo, técnico y auxiliar] y educadores – vuelven a dialogar sobre nuevas bases. La lucha es también, al mismo tiempo, la creación de nuevas conexiones entre subjetividades, también aquí bajo el signo de la superación de las distinciones abstractas entre “trabajador@s  de servicio” y “usuari@s”.

Se trata de criticar radicalmente un modelo de institución totalmente basado en la lógica de prestación y de disciplinas, de luchar por un programa de transformación y para afirmar una escuela diferente que no tema el conflicto y que sepa incluso valorarlo en la perspectiva de una verdadera participación de todos sus componentes. La reapertura es concepción de proyectos y transformación: y la inversión del modelo basado en la evaluación y en la jerarquización según el modelo empresarial que se ha ido afianzandopoco a p oco.

La contradicción en la que se encuentra la universidad es muy evidente: por un lado, ha sido objeto de medidas de financiación ciertamente insuficientes, pero cuantitativamente no desdeñables, resultado de una evidente imposibilidad de ignorar su centralidad. Por otra parte, es sorprendente la absoluta falta de un plan general de reinicio: casi como si, en este contexto, los costos de la puesta en marcha de un proyecto para un reinicio en los espacios físicos se consideraran evitables. El riesgo de una perpetuación de la emergencia es particularmente evidente en las universidades. La pandemia corre el riesgo de producir una nueva aceleración de las líneas de reestructuración de la universidad tras la reforma: más jerarquización, individualización de la vida universitaria y de la investigación, fortalecimiento del dispositivo de evaluación. La reactivación de las asambleas de la investigación precaria es ahora el punto de oposición más fuerte a este proceso: las plataformas reivindicativas, además de revelar cuánto pesa la crisis de manera desigual y golpea particularmente a l@s precari@s, indican en las garantías de bienestar y continuidad de los ingresos, en la necesidad imperiosa de una contratación estable y fuera de la sucesión de los “planes extraordinarios”, en la valorización de la investigación como actividad autónoma y colectiva, en el derecho de acceso a las estructuras y a su gestión como infraestructuras de inteligencia colectiva, la dirección a seguir para formar  un nuevo proyecto de universidad plural y cooperativa.

V. MIGRACIONES

En la crisis, l@s migrantes siguieron luchando. Elegimos dos ejemplos muy diferentes: la huelga general del 21 de mayo en la agricultura y la obstinación con la que cientos de migrantes desafiaron el régimen fronterizo en el Mediterráneo a pesar de los puertos “cerrados por pandemia”. Luego dentro de las fronteras italianas, las movilizaciones del 6 y 7 de junio por el asesinato de George Floyd (#BlackLivesMatter) revelaron un protagonismo de parte de  l@s jovenes nacid@s y criad@s en Italia, pero a quienes en su gran mayoría se les niega la ciudadanía. El relanzamiento de la batalla por el “jus soli” [derecho del suelo] aparece desde este punto de vista como  una parte esencial dentro de la batalla antirracista más general. Lo que está en juego es la auto representación de la sociedad italiana, la afirmación de una vez por todas de su carácter heterogéneo y felizmente mestizo, irreducible a cualquier narrativa nacionalista.

Sin embargo, la migración seguirá siendo un terreno muy conflictivo en los próximos meses, tanto en Italia como en las fronteras marítimas europeas.

Y ciertamente se puede considerar que l@s migrant@s  serán l@s más afectad@s por la crisis, teniendo en cuenta el papel esencial que desempeñan en la reproducción social (pensemos, por ejemplo, en el papel esencial de l@s trabajador@s migrantes en los sectores agroalimentario, logístico y de distribución, así como en el trabajo doméstico y de cuidados, con una especificidad de género muy fuerte).

Es esencial, en un futuro inmediato, luchar por todos los medios necesarios para ampliar la malla de la actual ley de regularización  y obtener canales para la regularización permanente. Hay que luchar contra un modelo utilitarista con claros rasgos coloniales, que jerarquiza los cuerpos migrantes a partir de criterios de vulnerabilidad, de “deportabilidad” y  de funcionalidad. La misma regularización, que gira en torno del sistema de la “plantación” y del “hogar doméstico”, entra dentro de este modelo. A nuestro juicio, la imaginación de un mundo por venir no puede prescindir declas luchas de l@s migrant@s en el terrenocdel trabajo y  de los derechos, por un proceso de regularización permanente y por la libertad de circulación.

Al mismo tiempo, seguiremos trabajando en el mar y en la tierra para que el Mediterráneo deje de ser un mar de muerte y para que se abran finalmente corredores y pasadizos para las mujeres y los hombres que huyen (en primer lugar desde Libia y de los campos en los que están encerrados). Vinculándonos al  activismo transnacional en las fronteras (y en particular a Mediterranea Saving Humans), nos comprometemos, en particular a que l@s migrant@s que logren llegar a Italia reciban una acogida digna y tengan la posibilidad de que se reconozca su solicitud de asilo. Estaremos en las calles protestando  contra los centros de detención (CPR), y más generalmente lucharemos para que la lógica de la detención sea definitivamente excluida de la gobernanza de las migraciones (incluso cuando se presenta en formas “enmascaradas” como en los hotspots).  Es desde aquí que nos prometemos reanudar también nuestra intervención sobre la prisión, donde l@s migrant@s  están notoriamente sobrerrepresentad@s, y sobre las profundas injusticias estructurales que atraviesan las fuerzas del orden y el aparato judicial.

VI. RED

En el tiempo del confinamiento, nuestra vida, nuestras relaciones fueron colonizadas por las plataformas: nuestros cuerpos cambiaron, la integración entre cuerpo y máquina se profundizó, en el mismo momento en que el cuerpo mostró toda su vulnerabilidad a la luz de la pandemia. En la excepcionalidad de este tiempo surgió un carácter fundamental del presente en formas extremas. La privatización de la red es una tendencia larga que, entre otras cosas, ha dado lugar a la emergencia del “capitalismo de plataforma”.

La extracción y la manipulación de datos son el origen de vertiginosos procesos de valorización del capital, que, lejos de hacer obsoleta la explotación (basta pensar en los riders que trabajan para las plataformas de distribución de alimentos) de alguna manera la han duplicado, mediante procesos de despojo (de datos, de la posibilidad de acceder a espacios digitales específicos).

Estos procesos, acelerados por la crisis (que ha determinado un aumento espectacular del valor bursátil de numerosas plataformas), continuarán desplegándose  en los próximos meses y años.

El smart working, en particular, será probablemente central en nuestra manera de producir en el futuro próximo: será necesario, pues, formular experiencias de crítica y de ofensiva para una reapropiación de los tiempos de vida sustraídos al tiempo de trabajo cada vez más enorme. Su utilización sin ninguna negociación sindical anuncia ya, como se ha dicho antes, un nuevo derecho laboral emergente: (la organización en red implica así profundamente la cuestión sindical, tanto por el lado de las reivindicaciones como por el de las propias modalidades de organización del sindicato. Las luchas en las plataformas, con las experiencias de mutualismo y conflicto que también allí aparecen, constituyen el terreno adecuado para repensar radicalmente la  propia estructura sindical.

A este conjunto de problemas hay que responder con una mayor conciencia crítica de las trampas y las posibilidades que ofrece la red, prestando atención a modelos alternativos y reflexionando sobre la relación entre activismo y mundo digital, a las definiciones del cuerpo colectivo y del espacio público, a las experiencias de monedas alternativas, a la redefinición del cuerpo natural/artificial a través de la dimensión en línea -teniendo en cuenta la asimetría constitutiva entre las prácticas de autoorganización y cooperación social y el capitalismo de plataforma.

Las Inteligencias Artificiales taxonomizan por medio de categorías invisibles a los ojos humanos: los códigos crean clases en las cuales se enmarcan nuestras subjetividades, a menudo sin que hagamos de ellas la experiencia directa, ni la propia ni la ajena.

Para ponernos al día, necesitamos nuevas cosmologías, nuevos rituales, nuevas constelaciones para entender la forma en que nos orientamos, junt@s. La red es cada vez más no sólo una herramienta sino un terreno de contención y conquista, a través del cual se experimenta con formas de cooperación e infraestructuras para el bien común. Mientras tanto, surgen dos reivindicaciones fundamentales: el acceso a la red debe ser grauito y garantizado para tod@s, así como el acceso a los conocimientos digitales críticos, mediante cursos de autoformación. Sobre estos como en otros puntos llamamos a la lucha pero también a la experimentación a nivel municipal.

ilmondocheverrà theworldtocome lemondequiviendra
elmundoquevendrá diekommendewelt

Original: Respirare assieme, respirare liberi. Nel mondo che verrà
Manifesto per un programma di lotta europeo

Traducido por: Cihuatl Chinchera

Traductions disponibles : Deutsch  Français 

Fuente: Tlaxcala, 26 de junio de 2020

http://tlaxcala-int.org/upload/gal_21690.jpg