Los israelíes celebran la fiesta de la libertad mientras los palestinos sufren sus maldades

Aquellos que les infligen todo esto estaban sentados en la mesa del séder leyendo en voz alta sobre la libertad. ¿Podemos imaginar algo más hipócrita, más exasperante?

los preparativos de última hora para la Pascua. En el barrio  palestino de Beit Safafa, en Jerusalén, la policía israelí interrumpió un partido de fútbol por orden del Ministro de Seguridad Pública Gilad Erdan, quien afirmó  que fue organizado bajo los auspicios de la Autoridad Palestina.

En South Bend, Indiana, Sandra Elaine Zoughbi, USAmericana que vivió en Belén durante más de 30 años, intentaba recuperarse de su brutal deportación del aeropuerto Ben-Gurión y de su arbitraria separación de su esposo palestino y sus tres hijos, que también viven en Belén.

Mohamed Abdelmoneim Abdelfattah, asesinado a 23 años

Y en la pequeña aldea de Jirbet Qais, un padre enlutado, Abdelelmoneim Alfattah, estaba sentado en la casa, no lejos de la tumba vacía que había sido cavada para su hijo Mohammed. El padre esperaba en vano que Israel le devolviera el cuerpo de su hijo, quien fue asesinado por dos colonos en una carretera en circunstancias que no son muy claras.

Cada caso era una expresión de la maldad, maldad pura, de la maldad para sí mismo, sin ninguna justificación, diseñada únicamente para infligir abusos y demostrar el poder de los señores. Casi al mismo tiempo, los israelíes se reunían en torno a sus séder, dedicados al culto, créanlo o no, de  la maldad, los crímenes de guerra y el sadismo. Glorificaron el asesinato de los primogénitos que fueron arrojados al río, alabaron la propagación de la mortífera plaga, exaltaron el derramamiento ciego de sangre e incluso el saqueo («Él nos dio sus riquezas»). La sangre, el fuego y las columnas de humo – diez plagas, que son todas crímenes de guerra de la peor especie imaginable- y todos estos actos son objeto de alabanzas.

Que se consideren religiosos, tradicionales o laicos, casi todos los israelíes dieron gracias a su Dios el viernes por la noche por haber infligido todos estos horrores a sus enemigos. « Por lo tanto, debemos agradecer, alabar, recomendar, glorificar, enaltecer, honrar, bendecir y exaltar a Aquel que ha realizado todos estos milagros por nuestros antepasados y por nosotros… a quien decimos Aleluya. » Aleluya por los crímenes, por la infamia.

No está claro cuántos israelíes prestan realmente atención a esta parte sádica de la Hagadá, el texto judío más leído cada año. Para muchos de ellos, se trata solo de una formalidad verbal antes de la gran comida familiar, un preludio inevitable de la celebración. Pero el agradecimiento a Él, que nos eligió entre todos los pueblos y nos nombró pueblo supremo, impregna clara y profundamente la conciencia nacional. 

Las consecuencias se sienten en casi todos los aspectos de la vida israelí. No hay nada como « Nos has elegido» para crear un sentimiento entre los israelíes de que « podemos hacer lo que queramos». Esto también se aplica a la idea de que la Pascua es la celebración de la libertad. La noche en que todos nos inclinamos es también una noche de negación y grandes mentiras.

Sentados en casa de su tío o de su suegra, antes o después de un tercer viaje a Barcelona para ver a Lionel Messi, y con el jeep estacionado abajo, pidiendo la libertad y la liberación de la servidumbre y jactándose de ser los combatientes de la libertad más importantes de todos los tiempos. Santificados y lavados, en la noche de esta gran purificación. El próximo año en Modi’in o Ariel reconstruido.

Los israelíes no tienen derecho de celebrar una fiesta que pretende ser una celebración de la libertad. Es la negación total y la evasión de la realidad que permiten a las familias de los superhombres sentarse en su gran comida festiva, recitando pasajes huecos sobre la liberación de la esclavitud, mientras que a pocos kilómetros en coche desde allí, las fuerzas de seguridad interrumpen un partido de fútbol por orden de un malvado ministro del gobierno. La libertad no se puede celebrar negándola completamente a otro pueblo.

Así como fue imposible para el apartheid de Pretoria celebrar la libertad porque no hay libertad sólo para los blancos, no hay manera de celebrar la libertad en Jerusalén si es solamente para los judíos. Pero tal afirmación, por obvia y trillada que sea, casi nunca se discute en la mesa de las fiestas.

Los futbolistas a los que se les ha prohibido jugar, la mujer expulsada de su ciudad y separada de su familia, el padre afligido que no puede recuperar el cuerpo de su hijo para enterrarlo son víctimas del mal israelí. Viven una realidad que es exactamente lo contrario de la libertad. No existe ningún vínculo entre los crímenes cometidos contra los palestinos y la seguridad israelí.  Aquellos que les infligen todo esto estaban sentados en la mesa del séder leyendo en voz alta sobre la libertad. ¿Podemos imaginar algo más hipócrita, más exasperante?

Humor sionista de Pésaj (Pascua):
Y gracias a diez terribles plagas, fuimos liberados de la esclavitud en Egipto.
-…¿Y la ONU no estaba allí para condenarnos?

Gideon Levy جدعون ليفي גדעון לוי

Original: Israelis celebrate Festival of Freedom as Palestinians suffer acts of wickedness

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala , 23 de abril de 2019

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي

Traducciones disponibles: Français