“Para Macron, las clases populares no existen”
Entrevista al historiador Gérard Noiriel

Historiador y especialista del mundo obrero y de la inmigración, director de estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Gérard Noiriel acaba de publicar Une histoire populaire de la France  (Una historia popular de Francia) (ediciones Agone).

¿Cómo sitúa los “chalecos amarillos” en la historia de los movimientos populares?

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Gérard Noriel

couvertureHay elementos que recuerdan algunas de las grandes luchas populares desde la Edad Media: un movimiento que se inicia de forma relativamente espontánea, sin líderes, ni estructura. En estas formas de luchas, siempre se expresan discursos muy contradictorios. Hemos escuchado los “chalecos amarillos” que hacen comentarios homofóbicos o racistas, pero esto sigue siendo muy marginal. Del mismo modo, la violencia siempre ha sido una dimensión importante en estas luchas populares espontáneas. Lo que hay que subrayar es que vivimos en una sociedad mucho más pacífica que en el pasado.

Nuestro “umbral de tolerancia” respecto a la violencia ha disminuido significativamente. Las imágenes transmitidas en bucle desde el sábado 1° de diciembre dan la sensación de un espectáculo muy violento. En realidad ¡ha habido cosas mucho peores en la historia de los movimientos sociales! Por ejemplo, en Fourmies, en el norte de Francia, la manifestación obrera del 1° de mayo de 1891 fue reprimida de una manera sangrienta por las tropas. Balance: 9 muertos. Más cerca de nosotros, las grandes huelgas de 1947-1948, presentadas como “insurreccionales”, dejaron decenas de muertos entre los obreros. Hoy, la pacificación de las relaciones sociales conduce a una racionalización del uso de la fuerza, los policías se ven obligados a mantener una moderación, lo que alienta a los saqueadores. Lo peor, para el poder, sería que haya una víctima del lado de los “chalecos amarillos” atribuible a las fuerzas del orden.

“Ahora nostros los chalecos amarillos tenemos nuestra propia app. Descárguela”

Hay un nuevo hecho, es Internet……

El movimiento obrero ha hecho mucho para disciplinar las luchas sociales. Pero hoy, de hecho, hay en paralelo  una crisis de la representación sindical y una potenciación de los medios y de Internet, que permiten coordinar el movimiento. Hay una especie de democratización de la imagen, como podemos ver con estos manifestantes o rompedores filmándose. Eso nunca existió de esa manera.

¿Cómo explicar esta explosión?

Se ha producido un cambio repentino de una democracia partidista -desde finales del siglo XIX, la democracia parlamentaria se basaba en los partidos que tenían verdadera autonomía- a una democracia del público -la política depende cada vez más de la actualidad y de las encuestas. Este es el punto en común entre la elección de Emmanuel Macron y el movimiento de los “chalecos amarillos”. Macron era un outsider, ajeno a  los partidos políticos que ganó las elecciones utilizando sus propias redes sociales. Haut du formulaireEstos, y los medios que transmiten continuamente los acontecimientos actuales, ofrecen nuevas formas de reactivar la democracia directa, lo que nos remonta a una época anterior al movimiento obrero estructurado.Bas du formulaire Los “chalecos amarillos” son numéricamente bastante pequeños, pero desde el principio están presentes a nivel nacional. Lo más sorprendente para mí fue ver la eclosión brutal de una multitud de pequeños y heterogéneos grupos dispersos en miles de lugares diferentes. Lo que me llama la atención en el retorno de esta democracia directa, es la diversidad de perfiles, géneros, orígenes y reivindicaciones. Es una lección dirigida a los sindicatos, que no han logrado poner en práctica esta diversidad

Estamos lejos del impuesto sobre el combustible……

La cuestión de la dignidad es muy importante, y también el rechazo de la injusticia. No olvidemos que en la Declaración de los Derechos Humanos figura el consentimiento a la tributación. Este movimiento tiene dos caras contradictorias: por un lado, el rechazo del impuesto que alimenta el clásico discurso liberal “no a los impuestos”, y por otro, el rechazo de la desigualdad frente al  impuesto.

“Me creía Bonaparte pero ellos me dibujan como Carlos X”

 ¿Por qué Macron concentra la ira?

En la conclusión de mi último libro, analicé su libro-programa, Révolution, (Revolución)  (ed. XO, 2016). Me sorprendió comprobar que las clases populares  casi no tenían cabida en él. En su panteón, no hay ni Jaurès ni Blum. El hecho de que un presidente encargado de representar a todo el pueblo francés pueda olvidar hasta ese punto las clases populares, dice mucho de una forma de etnocentrismo que se está volviendo violentamente en su contra. No es realmente desprecio, es ceguera de clase. Es el representante de las CSP+ [Categorías socioprofesionales favorecidas, según una antigua nomenclatura del Instituto nacional de estadísticas, NdT] que pasó directamente del Banco Rothschild a Bercy [sede del Ministerio de Economía y Finanzas, NdT]  y luego al Elíseo, con la convicción de que el país iba a salir adelante  gracias a los start-ups, a los directivos y a las nuevas tecnologías.

La brecha con las clases populares se ha agravado por el hecho de que no tenía ninguna experiencia como político antes de su elección, al igual que muchos de los diputados  de La República en Marcha. Por eso, a partir del impuesto sobre los combustibles hemos pasado a una explosión de ira con una personalización de las cosas

¿Dónde están las puertas de salida?

En el pasado, estos movimientos siempre terminaban en sangre. Incluso Georges Clemenceau, la referencia de Macron, fue odiado por el pueblo cuando reprimió violentamente la Rebelión de los viticultores en 1907. Esta forma de liquidar una lucha social ya no es posible. Macron podría admitir que estaba equivocado y cambiar su programa, pero los políticos siempre tienen miedo de sentar precedentes. Si continúa explicando que los franceses lo han malinterpretado, el divorcio se agravará. Otra posibilidad es que la violencia se vuelva contra el movimiento. Es frecuente en la historia que la mayoría silenciosa se vuelve contra los manifestantes por temor a la violencia. Eso se jugará en gran parte en las encuestas. Porque lo que hoy asusta no es la revolución, es la opinión pública.

¿Cómo podemos evitar que esto degenere?

El movimiento podría tomar un giro diferente si estuviera apoyado por personas capaces de ofrecer otras formas de espectáculo diferentes de la violencia. Pienso, por ejemplo, que los artistas, amenazados por un cuestionamiento del estatuto de los intermitentes, podrían mostrar su solidaridad reactivando las  viejas formas de protesta popular que se llamaban, mucho antes de los movimientos obreros, los charivaris [días de Todo al Revés, NdT]: el humor permite cuestionar el poder movilizando la “risa carnavalera”.

Hoy en día, es necesario hacer el espectáculo para existir en el espacio público. Si los “chalecos amarillos” utilizaran estos recursos, los lugares de bloqueo se convertirían en lugares de convivencia, este movimiento se haría aún más popular. A un movimiento, se le da sentido. Si dejamos que las fuerzas violentas y la extrema derecha tomen el control, no hay que sorprenderse si las cosas degeneran.


Alexandra Schwartzbrod

Imagen de la portada: Gérard Noiriel : « Emmanuel Macron tiene una fascinación por las élites »

Original: Gérard Noiriel : «Pour Macron, les classes populaires n’existent pas»

Traducido por María Piedad Ossaba para La Pluma y Tlaxcala, 6 de diciembre de 2018

Editado por Fausto Giudice Фаусто Джудиче فاوستو جيوديشي